Buscando mi sitio

domingo, 31 de agosto de 2008

Este verano mi visita a Inglaterra no ha sido por vacaciones; bueno, casi. En realidad, he estado trabajando para un programa de la Junta de Andalucía que se llama "Idioma y juventud", que da la oportunidad a 9000 estudiantes de bachillerato andaluces para que cada año aprendan un idioma extranjero durante 15 días en otro país. Yo en concreto llevaba a 50 chavales, de 17 y 18 años, todos de Granada, capital o provincia.

Este tipo de experiencias pueden ser magníficas o nefastas, y la línea divisoria es tan delgada que estar en uno u otro lado depende simplemente de la actitud de los chavales y del funcionamiento del equipo de monitores que te corresponda. Por suerte, en Portsmouth, me he sentido como si estuviera de vacaciones pagadas, así que la combinación ha sido perfecta.

Aunque los primeros días estuve bastante fuera de lugar, supongo que cada uno estaba buscando su sitio (aunque creo que alguna aún no lo ha encontrado). Me aburría porque las actividades eran aburridas, y no terminaba de ocupar de alguna forma mi tiempo libre. Pero enseguida todo cambió. Empecé a hacer deporte (me he aficionado al tenis y he mejorado en pingpong), a organizar juegos para los niños (clásicos pistoleros, novedades como el bingo, el cluedo), a solucionar retos del Kaleidoscope (juego altamente adictivo), y a disfrutar de las visitas y de la compañía, tanto que al final, ya de vuelta, echaba de menos muchas cosas.

Echaba de menos al grupo de monitores, mi jefa Juani y mi papá Antonio; a las ciudadrealeñas, Ceci y Lola, y a la palentina de pura cepa, Raquel; la cháchara post-comida en la cantina, que Ceci me pidiera que me levantase a por algo, que Raquel no pasease un donut por todo el campus, que Arancha y Nadal no jugasen más partidos, que Antonio no se parase a mirar cualquier tienda, y muchas otras cosas que han ido marcando la convivencia y que, al final, se ha transformado en muestras de afecto, como las tarjetitas sorpresa del final.

Y echaba de menos al grupo de "compaes" de Granada, unos chavales buenos, de los que escuchan cuando se les habla (algo que ya escasea), y de los que, a pesar de algunos tropiezos que podrían haber enturbiado la relación, me guardo un recuerdo cariñoso y divertido, como el que siempre tendré al ver este vídeo.

De cara al mar

jueves, 28 de agosto de 2008

Después de haber vivido en varias ciudades inglesas (Hull, Ramsgate), puedo decir que Portsmouth es una de las que mejor sabor de boca me ha dejado. Y eso a pesar de que urbanísticamente no aporta mucho al esquema archirrepetido de urbe británica: calles alargadas, viviendas unifamiliares adosadas con pequeño jardín mal ciudado delantero y uno mayor trasero, con una vidriera frontal con cortinas pero sin persianas (¿para qué?, si apenas hace sol), amplísimas zonas de césped para practicar todo tipo de deportes, calle céntrica peatonalizada donde se ubican las principales firmas comerciales (menos mal que no faltan nunca Primark ni Sport World), cementerio de lápidas de piedras (que te encuentras de repente en cualquier lugar al torcer una calle), con aspecto mohoso al igual que los ladrillos de las casas...

Pero Portsmouth me ha aportado muchas cosas novedosas. La ciudad vivía de cara al mar, pues dependía de él en su pasado cuando su puerto militar era uno de los más importantes para la implacable armada británica (la Royal Navy). Reminiscencias de ese pasado bélico se observan aún en estatuas de soldados o almirantes que se hallan esparcidas por sus calles; en varios de sus museos, como el Museo del día D (sobre el desembarco de Normandía, no sobre los días temáticos de los campamentos scout), el museo naval, y los barcos de guerra HMS Warrior o HMS Victory, restaurados y en perfecto estado para su visita; o en la fortaleza defensiva que la separa en algunas partes de las aguas del Canal de la Mancha.

Y la ciudad vive aún del mar, pues su puerto, hoy comercial, mantiene líneas regulares con muchas zonas de Europa, como Bilbao. Además, Portsmouth tiene playa, de chinos gordos pero playa al fin y al cabo, y buena parte de sus 189.000 habitantes aprovechan cualquier rayo de sol (haberlos haylos, pero pocos) para hacer una escapada al mar a ver si oscurencen su piel color leche. Y reflejo de su importancia hoy en día es que en 2005 se construyó la impresionante Spinnaker Tower, 170 metros en forma de vela de barco, como no podía ser de otra manera.

Cuando Charles Dickens nació allí en 1812, la ciudad respiraba un aire bélico fruto de la época en la que vivió. Hoy, los únicos aires bélicos que he soportado en Portsmouth han sido los del fuerte viento que nos ha azotado durante la mayoría de nuestra estancia allí, provocados, cómo no, por el omnipresente mar.

Añado como novedad al blog los álbumes de fotos, de momento sólo de Portsmouth aunque pronto pondré más para que se puedan ver muchas de mis fotos (no todas que son demasiadas). Se pueden ver como presentación y lo más chulo es que algunas están enlazadas a un mapa, para que se vean dónde se tomaron exactamente.

Y, por supuesto, el vídeo que merece:

El oso apagado

martes, 26 de agosto de 2008

De todos es sabido que los ingleses, como no tienen la necesidad de aprender ningún idioma porque el suyo se habla por todo el mundo, no se preocupan lo más mínimo en estudiar otras lenguas. Cuando los llevo de tapas por Sevilla siempre me dicen "Tapas es mucho bueno" y frases por el estilo. Pues bien, estos días que estuve en Portsmouth me pasó algo de lo más divertido en relación con este tema. Me compré un Backgammon magnético para jugar en los trayectos en autobús, y como no sé las reglas me dispuse a leerlas en inglés. Como no me quedaba del todo claro, recurrí a las reglas en español que venían adjuntas. Y ahí encontré una serie de incoherencias que me hicieron troncharme de risa conforme iba leyendo:

Frase en Inglés: The objective is to remove all your pieces from your inner table off the board
Traducción al Español: "El objetivo es quitar todos sus pedazos de su tabla interna del tablero" (pues para mí que las piezas venían enteritas, no en pedazos, y la tabla no la encuentro)

FI: White moves anti-clockwise around the board to bear off out of his/her inner table
TE: "El blanco quita a la izquierda alrededor del tablero al oso de su tabla interna (¡Al oso! ¡Han metido a un oso dentro de una tabla! Este juego es alucinante)

FI: Black moves clockwise around the board to bear off at his/her inner table
TE: "El negro se mueve a la derecha alrededor del tablero al oso apagado en su tabla interna" (Así que los negros tienen que apagar al oso, pues sí que es difícil este juego)

FI: If a piece stops on a point occupied by one opposing piece, he(she 'blots' the opposing piece and it is removed and place on the 'bar'
TE: "Si un pedazo para en un punto ocupado por un pedazo de oposición, él/ella 'borra' el pedazo de oposición y se quita y se pone en la 'barra'" (para pedazo de oposición la mía, anda que no tuve nada que estudiar, para que ahora me la borren en este juego)

FI: This piece must then be put into play before any other move is made by the player whose piece it is
TE: "Este pedazo se debe entonces poner en juego antes de que cualquier otro movimiento sea hecho por el jugador que pedazo es" (me sorprende que utilicen figuras literarias como el hipérbaton, así quién va a entender cómo se juega)

FI: The bearing off. A player can began bearing off pieces only only when all pieces are within his/her inner table
TE: "El llevar apagado. Una poder del jugador comenzó a llevar de pedazos solamente cuando todos los pedazos están dentro de su propia tabla interna" (¿El llevar apagado? ¿El qué? ¿El móvil? Ni que fuéramos a jugar en una gasolinera. Y la segunda frase, si ya es cutre escribirla mal en inglés, más cutre es traducirla al español con esos errores incluidos)

FI: Winning: The first player to bear off all his/her pieces wins!
TE: "El ganar: ¡El primer jugador a llevar de todos su pedazos gana!" (El ganar... así que al final gana el que se lleva todos los pedazos... ¡haber empezado por ahí!)

Nunca jamás vi una traducción peor hecha (y eso que no he puesto todas las frases, sólo las perlas). Y yo sigo sin saber cómo se juega al Backgammon. ¿Alguien me enseña? Pero que traiga al oso apagado que no venía incluido.

Andar por el aire

domingo, 24 de agosto de 2008

Resulta curioso que en Portsmouth, una ciudad de tamaño medio que ni siquiera es capital de su región (la ciudad más importante de Hampshire es Southampton), se encuentre un edificio como la Spinnaker Tower, impresionante por su belleza y grandiosidad. Esta torre, construida hace apenas 3 años, domina toda la ciudad, y con sus 170 metros de altura no hay otro edificio en Portsmouth que le haga sombra. Se ve desde todas partes, aunque realmente se encuentra en el puerto, a la orilla del mar. Su forma es para algunos la de un esqueleto de tiburón, aunque para mi es una vela de barco gigante, con su espigado mástil que la sostiene, reinando por encima de todos las demás embarcaciones que la circundan.

La torre tiene 3 miradores, situados a 100, 105 y 115 metros de altura. Los dos primeros están cubiertos, pero no así el tercero, el llamado crow's nest (nido de cuervos), que al no tener techo está sujeto a las inclemencias del tiempo, como comprobamos cuando nos cayó un inesperado aguacero. Pero lo más impactante de la torre se halla en el primer mirador, donde existe una zona de unos 3 metros de largo donde el suelo es completamente de un cristal transparente que permite ver el suelo que se situa 100 metros más abajo.

Te obligan a descalzarte para pasar por encima, y la verdad es que se pasa miedo porque parece que el cristal se puede romper en cualquier momento. Me sentí muy ridículo dando pasitos de puntillas por si acaso mientras que los niños pasaban a mi lado corriendo sin ningún pavor. Pero es que parece que vas andando por el aire, y, aunque lo crucé unas 15 veces, el corazón no paró de latir fuerte por la adrenalina, sobre todo cuando decidí sentarme encima del cristal (estaba deseando que hicieran la foto rápido). Quizás se aprecie algo de lo que digo en el vídeo que grabé allí arriba:



La Spinnaker Tower es mi edificio favorito de Portsmouth, por su forma, por su modernidad, por las vistas que ofrece de toda la ciudad y alrededores (hasta 40 millas a la redonda, bueno, 60 kilómetros, si no llueve claro) y por la forma que tienen los británicos de publicitarla. Ellos siempre tienen que ser lo más de lo más, y por ello se han inventado un rocambolesco eslogan con el que la torre se convierte en algo puntero. En el folleto se lee: The highest accessible building in UK outside London (algo así como "el edificio al que se puede acceder más alto de todo el Reino Unido excluyendo los de Londres). Tronchante.

El regreso

jueves, 21 de agosto de 2008

Ya estoy de vuelta, en España y en el blog. La verdad es que tenía ya ganas de ambas cosas: tenía ganas de pasar calor (madre, qué frío he pasado por ahí) y de contar todo lo que me ha ido pasando en los múltiples viajes que me ha deparado el verano. Y como no sé muy bien por dónde empezar, lo haré por el final, que lo tengo más fresco.

Nada más bajar del avión que me trajo de Gatwick, y aprovechando que aterrizaba en Málaga, me recogieron Lourdes y Diana (dos de los amigos que hice en Tübingen) para disfrutar de la feria de esta ciudad, que se celebra siempre en verano en torno al 19 de agosto (el día de la patrona, la Virgen de la Victoria). La feria de los malagueños tiene dos partes bien diferenciadas, de día y de noche, que además, se celebran en sitios distintos.

Feria de día. Lo primero que hicimos fue ir al centro, a la calle Larios, que estaba atiborrada de gente. Me llamó la antención las escasas personas que iban vestidas de flamenca, aunque sí que vimos algún grupo (que aquí llaman "panda") de verdiales, el baile típico malagueño. No sabría muy bien describirlo, de hecho Lourdes (la malagueña) no sabe bailarlo, pero a grandes rasgos unas señoras bailan en círculos tocando unas castañuelas con lacitos de colores, mientras un coro de hombres canta dirigidos por el alcalde de la panda (que suele ser el más mayor, y según vi, también el más gordo) quien sostiene un bastón a modo de batuta. A ver si con este vídeo, grabado a los pies de la catedral, se entiende mejor:


Me gusto mucho esta animación callejera, junto con otras bandas tipo "charanga" que tocaban todo clase de canciones (el "Paquito chocolatero" no faltó, para dar por sentado que ya estaba en España), aunque Lourdes me contó que estos grupos son contratados por el ayuntamiento para tocar en las calles. Me sorprendió, pues yo pensaba que actuaban espontáneamente, algo así como las chirigotas ilegales en carnavales de Cádiz, pero no.

Seguimos la calle arriba y nos encontramos con Manolo, un amigo de Lourdes que se dedica a vender biznagas. Esta flor es el símbolo de Málaga, pues te la encuentras por doquier (como las enormes de la foto de arriba). Según nos contó, la biznaga es una especie de injerto del jazmín en un delgado y largo tronco (que suele ser de un cardo), que florece en forma de pompón y da un olor exquisito. Sólo dura dos días en flor, por lo que hay que darse prisa para venderlas. Pero parece un buen negocio, pues en los 5 minutos que estuvimos con Antonio vendió 4 (y eso que costaban 3 euros cada una).


Más adelante llegamos a la plaza de la Constitución, la más bulliciosa de todas. Allí, varias casetas (de Cruzcampo, de la Ser) reproducían música a toda voz, y fue un momento divertido el llevar sólo unas horas en España y estar ya bailando sevillanas y rumbas en plena calle. Otro gran momento fue la comida: pescaíto frito (chanquetes, adobo y calamares) que disfruté como un enano (ya estaba harto de chips a todas horas). Y la bebida típica de la feria, el vino Cartojal, un vino hecho con uva moscatel típico de Málaga, muy dulce y que, sirviéndose muy frío, es una auténtica perdición.


Después, comienza la feria en los bares, que hay muchos y la música es de lo más variado. Eso sí, hay que asegurarse entrar antes de la seis de la tarde, pues a partir de esa hora ya cuesta dinero entrar.

Feria de noche. Después de un rato de descanso en casa de Lourdes, nos dispusimos a conocer la fiesta nocturna, que se celebra a las afueras de la ciudad, en lo que se conoce como el real de la feria. Me sorprendió la gran luminosidad, la amplitud de las calles, y la de las casetas (sólo hay 214 pero todas son más anchas que en la de Sevilla). Las casetas son fijas (se mantienen todo el año) y me llamó la atención que en la parte frontal, en vez de toldos, tienen una pared con una puerta (como si fuera una casa normal y corriente). En todas ellas se puede acceder libremente, aunque el ambiente me resultó inesperado. La feria nocturna tiene poco de feria y mucho de discoteca, pues la música que se escucha es de todo tipo. Además, a partir de cierta hora ciertas casetas están tan llenas que hay que hacer cola para poder entrar.


Lo que más me gustó, sin duda, es que la feria no se limita sólo al real, sino que el ayuntamiento elabora un programa de festejos que va más allá de las corridas de toros. Todos los días hay un concierto en el auditorio, gratuito, al que puede accerder cualquiera y está a escasos metros del real. Nosotros vimos el concierto de Carlos Baute (bueno, más que un concierto era un show, os podéis imaginar), y me quedé con ganas de asistir al de Jarabe de Palo que es este sábado.

Me encanta conocer las fiestas tradicionales de los distintos lugares, y le agradezco a Lourdes que me diese la oportunidad de disfrutar de su feria. Ha sido una gran manera de celebrar el regreso.