Capítulo aparte

jueves, 25 de septiembre de 2008

La laguna Negra merece un capítulo aparte. Es un lugar inesperado, sorprendente, especial. Nadie se espera que, descenciendo gradualmente por el valle desde el pico Urbión, haya un barranco tan hondo en el que se aloje una masa de agua; la sorpresa es mayúscula cuando ante tus ojos aparece un circo de montañas lleno de vegetación que rodea un círculo casi perfecto de un líquido de color oscuro; te sientes especial, observándolo todo desde el privilegiado espacio regalado por una roca saliente que actúa de mirador.


Llegamos casi anocheciendo a la laguna Negra. La quietud era máxima, nadie perturbaba una visión tan espectacular. No daba crédito a que la naturaleza me estuviese invitando a contemplar una de sus manifestaciones más hermosas. No podía negarme a pegarme un bañito en sus aguas, aunque su fría tempratura casi me acható. A la mañana siguiente, recién levantados, el sol salía lentamente y su luz iba impregnando la laguna, una laguna tranquila, silenciosa. Nuevamente, la idea de un chapuzón en aquel lugar fue imposible de esquivar, y en esta ocasión el frío fue relativamente bien soportado. Unos cuantos largos de un lado a otro, sin parar de mover las extremidades para no morir en el intento, y con la tensión de no poder ni intuir lo que hay en el fondo de unas aguas tan oscuras.

Tuve la suerte de que, justo al salir, comenzaron a llegar hondanadas de personas que venían a hacer turismo a la laguna. Entonces me di cuenta de lo afortunado que había sido al haber podido disfrutar de aquel lugar para mí solo, tanto a la salida de la luna como con los primeros rayos del sol. El gentío aumentaba y entonces decidí que mi tiempo en la laguna había acabado. No tenía ganas de que nadie me quitase el recuerdo de ese lugar tan mágico.

Y sin duda que es mágico. Parece una constante el utilizar formas únicas de la naturaleza para la proliferación de leyendas ilógicas sobre estos lugares, como comprobé en el Salto del cabrero. Respecto a la laguna Negra se dice que no tiene fondo (de ahí su color tan negro) o que existe un ser en su interior, tipo el monstruo del lago Ness. También llamó la atención, cómo no, de Machado, quien en su historia sobre los hijos de Alvargonzález la describió así:

Llegaron los asesinos
hasta la Laguna Negra,
agua transparente y muda
que enorme muro de piedra,
donde los buitres anidan
y el eco duerme, rodea;
agua clara donde beben
las águilas de la sierra,
donde el jabalí del monte
y el ciervo y el corzo abrevan;
agua pura y silenciosa
que copia cosas eternas;
agua impasible que guarda
en su seno las estrellas

Es este el último capítulo de una historia en verso en la que también aparece lugares como Salduero, Covaleda, el nacimiento del Duero, Urbión, todos ellos protagonistas de la ruta de este campamento de verano. Pero nada como la laguna Negra para dedicarle un capítulo aparte.

De ruta por los Picos de Urbión

martes, 23 de septiembre de 2008

La provincia de Soria guarda, en su lado noroeste y casi limitando con Burgos, un patrimonio natural sorprendente y desconocido. Yo, neófito de esta zona, ardía en deseos de descubrir los tesoros que los folletos y mapas que había ojeado me habían ido publicitando; pero la ruta del clan, para mi satisfacción, superó todas mis expectativas.

Por los Picos de Urbión anduvimos un par de días. Nuestra ruta comenzó en Castroviejo, cerca de Duruelo de la Sierra. Allí, enormes bloques de piedra moldeados a lo largo del tiempo por la erosión del viento y la lluvia nos dieron la bienvenida. Desde este sucedáneo de ciudad encantada de Cuenca se divisaba una vista espectacular de toda la sierra con su verde manto de copas de pinos. Un poco más adelante visitamos una cueva cuya entrada se veía bloqueada por una cortina de agua que no impidió que nos hiciéramos una foto a su lado.

Ya con las pesadas mochilas a cuestas, partimos por una senda por la que aún circulaba algún vehículo. El camino comenzaba su tendencia al alza mientras nos cruzábamos con los chicos de la Ruta Ibérica que venían cuesta abajo. Poco después, el sendero se estrechó y, después de una obligada parada para comer, la cuesta se empinó hasta límites insospechados. Comenzaba la auténtica ascensión.

El ritmo, más lento, y el paisaje, espectacular. Rodeados de pinos, subíamos por la ladera de un valle que formaba un recién nacido Río Duero. A ambos lados, verdes praderas y cadenas montañosas de rocas grises que nos encajonaban en nuestra ruta. Las rampas suavizaron y el camino discurría junto a las cristalinas aguas del río, que en ocasiones formaban unas apetecibles pozas para el baño.

Un poco más arriba encontramos el nacimiento del río (fue curioso que el año pasado en el campamento visitase Oporto, donde desemboca, y este año Soria, donde se origina). Un cartel nos avisó de tal hecho, pues el chorro de agua que sale es mínimo y no es difícil pasárselo de largo. Bebimos un trago de su fresca agua para coger energías y seguir a la conquista del pico.

El pico Urbíon no quedaba lejos. Con sus 2.228 metros sobre el nivel del mar, es el punto más alto de toda la provincia. Para alcanzar el punto geodésico hay que casi trepar por algunas rocas pero no tiene mayor dificultad. La vista desde arriba, después del esfuerzo, es reconfortante, y se contemplan varias lagunas a su alrededor. Pero no eran éstas nuestro objetivo final...

Comenzamos a oir truenos y decidimos continuar rápido la marcha. Pero la granizada fue inevitable. Sin cobijo posible, recibimos toda la dureza de los pedruscos helados en nuestras cabezas. Un día espléndido se había transformado en unos minutos en una tormenta inesperada. La montaña es así de traicionera.


Afortunadamente, "sólo" duró 5 minutos. Entre un campo minado de bolitas blancas, emprendimos la bajada por un valle que nos debía conducir a la Laguna Negra, donde dormiríamos. El camino no tiene pérdida, aunque no es corto. Se pasan un nevero perpetuo y una primera laguna y, después de muchos kilómetros, se obtiene una de las mejores recompensas que he recibido en mi vida. La Laguna Negra no se ve desde lejos, sino que te la encuentras de repente. Y ese encontronazo deja boquiabierto a cualquiera. Desde un balconcillo situado a unos 60 metros de altura, la laguna se presentó ante nuestras atónitas miradas, que no daban crédito a tan bello espectáculo. Estaba oscureciendo y no paramos de hacer fotos para plasmar aquel momento. Aunque, sin duda, el mejor recuerdo lo guardo en mi retina.

Descendimos por un peligroso acantilado, hasta encontrar el refugio donde dormiríamos aquella noche. Unos descansaron dentro pero Íñigo y yo preferimos pernoctar junto a la orilla de la laguna. No todos los días se puede tener el lujo de dormir en un lugar así. La luna salió para darnos las buenas noches tras una larga jornada, y reposamos plácidamente que bien lo merecíamos.

Hoy

jueves, 18 de septiembre de 2008

Hoy no es un día para hablar de viajes. Y eso que se me acumula el trabajo. El miércoles pasado dormí en Puerto Real, el jueves en Sevilla, el viernes en Covanera, el domingo en Burgos, el martes en Madrid, ayer en un autobús, hoy en Sevilla y mañana espero terminar en alguna calita perdida del Cabo de Gata.

Pero no. Hoy sólo puedo pensar en la suerte que tengo por la gente que me rodea, en cómo su ayuda desinteresada te hace la vida un poco más fácil, en cómo te hacen sentir querido de manera tan sencilla. Me encanta la gente que se preocupa por los demás, que demuestra mucho con muy poco.

Hoy es un día para estar agradecido. Los viajes, ya habrá tiempo el lunes cuando regrese.

Novedades 2008

martes, 9 de septiembre de 2008

La vuelta de las vacaciones de agosto es siempre una época de nuevos propósitos. Los quioscos se llenan de colecciones inútiles, la gente se apunta con ilusión al gimnasio, se empiezan nuevas dietas... Pues yo lo aprovecho para renovar mi blog. Después de casi un año le doy un lavado de cara que llevaba pensando desde hace tiempo:

  • Cabecera. Aprovechando una foto que Xeni me hizo en Amsterdam, mi blog ya tiene una imagen en el título, que se la ha currado, por supuesto, J. Mil gracias killo.
  • Presentación. Un vídeo con 100 fotos de lugares en los que he estado. Como juego... ¿sabrías adivinar los 100 lugares? ¿Quién acierta más?
  • Álbumes de fotos. Para que no sólo se vean las fotos de las entradas, subiré mis fotos al Picassa, donde se puede: ver todas las fotos por álbumes, descargar las que quieras, ver algunas fotos en un mapa para saber dónde fueron tomadas, buscar fotos de otros usuarios poniendo palabras clave en el buscador, dejar comentarios en las fotos, jugar a juego de adivinar dónde fueron tomadas las fotos que salgan (en la etiqueta "Explorar") y algunas cosas más. Este álbum dedicado especialmente a Lola.
Eso es todo (por ahora, claro).

Órdago a la chica

lunes, 8 de septiembre de 2008

Va siendo hora de que hable del campamento de verano de este año, que a este ritmo llegamos al otoño y va a quedar desfasado. Lo hemos celebrado en Talveila, un pueblecillo de unos 200 habitantes al oeste de Soria, a media distancia entre ésta y Burgos. La provincia de Soria es de órdago a la chica, pues si apostásemos a que posee algún tipo de record, lo haríamos siempre tirando por lo bajo.

La capital, Soria, tiene apenas 40 mil habitantes (las personas que van al campo del Betis cada domingo, por ejemplo), y sólo adelanta a Teruel como capital de provincia española menos poblada. Es pequeñísima en tamaño: nada más entrar paré en un semáforo con la Demetrio (la furgoneta de este año), miré a un lado y ¡zas!, encontré la estación de autobuses que estaba buscando donde tenía que recoger a Íñigo (por cierto, deberían cambiarle el letrero pues queda bastante ochentero). Proseguí mi camino en busca del centro y en apenas 5 minutos ya me encontraba fuera de la ciudad, ¡la había cruzado entera!. Impresionante.

El centro es bastante bonito. Tiene dos calles, vaya, pero peatonales y con mucha vida. Lleno de comercios que abren prontísimo (antes de las cuatro ya te atienden algunos) y cuyos dependientes te tratan con mucha amabilidad (si tienen que explicarte dónde se encuentra algo, salen a la calle y todo para señalarte; tampoco es que estén muy lejos las cosas, claro). Marta y yo nos conocimos todas las tiendas de veinte duros y todas las ferreterías de la ciudad (sobre todo nos encantó La llave, auténtico necogio tradicional de antaño). Sólo tiene 4 líneas de autobús, bueno, de microbús, y lo más llamativo es que empezaron a funcionar ¡en 2007!.

Los edificios, en su mayoría románicos, están hechos de una piedra blanquecina que le da un aire medieval. La plaza del ayuntamiento (la de la foto) es bastante bonita, y allí se celebró el día de mi cumpleaños la entrada de toda la ciudad al mundo de la TDT. Parece que en esto han sido vanguardistas. También me gustaron sus espacios verdes, como la inmensa alameda de Cervantes o la ribera del río Duero, un espacio de esparcimiento muy bien equipado donde pasear es un placer.

Pero Soria es famosa sobre todo por dos cosas: el CD Numancia, que con uno de los estadios más pequeños de primera y segunda se codea con los grandes en la liga de las estrellas y es capaz de ganar al Barça; y por Machado, sevillano de nacimiento pero soriano de adopción, un enamorado de estos lares en cuyos libros se describen los parajes de estas tierras castellanas. En el instituto me aburrió la lectura de Machado, aunque ahora quizás, después de haber visitado Soria, podría comprender un poco más qué es lo que nos quería decir.

“Al olmo viejo, hendido por el rayo y en su mitad podrido,
con las lluvias de abril y el sol de mayo algunas hojas verdes le han salido.
Mi corazón espera también, hacia la luz y hacia la vida,
otro milagro de la primavera”


(Son quizás los poemas más famosos de Machado, un halo de esperanza en este símil entre el olmo seco y su mujer Leonor, moribunda)

El gusto de ser diferente

domingo, 7 de septiembre de 2008

Seguro que Obélix, cuando viajó a Gran Bretaña en uno de sus cómics, pronunció en algún momento la frase: "están locos estos bretones". Está claro que una de los aspectos más enriquecedores de viajar es aprender cómo otras personas viven haciendo las cosas de manera distinta a lo que uno está habituado. Pero, en el caso de los británicos, parece que el ir a contracorriente de los demás es una tendencia, que en ocasiones roza lo forzado.

Y no me refiero a los hechos tradicionales que todo el mundo conoce (y que tienen sus ventajas e inconvenientes). A saber: conducir por la izquierda; medir la longitud en pulgadas, pies, yardas y millas (curioso que estas medidas no guarden entre sí ningún tipo de relación decimal); el peso en onzas o libras; la temperatura en grados Farenheit; los líquidos en galones o pintas; no querer adaptarse al euro, etc. Me centraré en esta ocasión en los deportes, pues los ingleses son únicos en inventarse nuevas disciplinas y normas, aún si el resto del mundo lo hace de otra forma.

El críquet. Todos hemos visto alguna vez este deporte que levanta pasiones en el Reino Unido y las que fueron sus colonias en el pasado. Es una mezcla de béisbol (hay que batear, pero por bajo) y los monos de la feria (pues hay que tratar de derribar unos palos con una bola); pero, por más que lo he intentado, aún no he conocido a nadie (y mira que lo he preguntado) que sea capaz de explicarme las reglas. En realidad lo entiendo, pues es difícil hacerme entender cómo un partido de críquet puede llegar a durar hasta 3 días (siempre está en la televisión).

El netball. No sé si alguien se ha fijado que no hay ningún baloncestista inglés famoso. Es que allí no se practica este deporte, sino uno parecido que se conoce como netball. En realidad, me contaron que el baloncesto proviene del netball, pues éste se practicaba antes. Al lado de la residencia en Portsmouth se jugó un torneo de este deporte que sólo practican las mujeres (¿porqué?), pero lo más curioso es que la canasta no tiene tablero, y que la jugadora que lleva el balón no puede mover los pies (al estilo de la "popota bollá"). Además, sólo pueden lanzar a aro dos jugadoras determinadas del equipo, que dentro del área no pueden ser tocadas (lo que da lugar a posturas de las defensas muy divertidas). Raro, raro, raro.


El football indoor. Cuando vivía en Hull me invitaron a jugar un partido de fútbol sala. No lo dudé, pero las extrañezas comenzaron cuando me llevaron a un campo cubierto (normal, con todo lo que llueve en Inglaterra). Allí dentro, la cancha estaba rodeada de paredes, y las porterías no medían más de un metro de altura. "¿Esto qué es?", me pregunté. Pues el fútbol sala al estilo inglés. En su deporte, nadie puede entrar en las áreas (como en balonmano), y lo mejor de todo, es que ¡se puede jugar con las paredes! (menos las del fondo). La verdad es que fue curioso y divertido, aunque me costó adaptarme a las nuevas normas y a aprovechar el rebote de la pared para zafarse de un contrario.

El dodgeball. En el campus de Portsmouth nos trataron de explicar este juego, parecido al "matar" de toda la vida, pero jugando con varias pelotas a la vez y algunas personas fuera del área de juego. La verdad es que ni siquiera la activity leader, trabajadora de la residencia y encargada de llevar la actividad, era capaz de explicar las reglas (yo creo que ni ella las entendía). Así que finalmente nos dedicamos a jugar al "matar" de toda la vida. ¿Para qué complicarnos?

Perdón por existir

jueves, 4 de septiembre de 2008

En general, se destaca de los británicos su afable manera de comunicarse, ya que prestan mucha importancia a la forma de decir las cosas a los demás. En clase de inglés siempre se prioriza el uso de las palabras please and thank you, como prototipos del hablar con correción; y, ciertamente, es un hecho la utilización constante por parte de los ingleses de estas dos palabras en su día a día.

Hasta aquí me todo me parece correcto. Pero lo que no me parece tan oportuno es que, si no se utilizan estas dos palabras, los ingleses se lo toman muy a lo personal y como algo violento. En la presentación del curso de inglés para los chavales de Granada, uno de ellos pidió un bolígrafo a uno de los interlocutores que estaban dando las explicaciones; pero como no dijo please, esta persona no se lo dio y además se lo recriminó. Este comportamiento me resultó del todo exagerado, pues creo que, lo mismo que los no ingleses tenemos que comprender (y aprender) que allí es constumbre decir "gracias" y "por favor" en cada frase, ellos deberían entender que, siendo extranjero, el no decirlas no supone (ni presupone) una falta de respeto. De hecho, en español se puede hablar muy educamente con el simple uso del "usted" sin tener que pedir un favor cada vez que se quiere decir algo.

A partir de entonces, me entró la auténtica psicosis. Siempre soy educado hablando en inglés, pero llegué a un punto en el que, para pedir algo, trataba de hacer la frase tan rebuscadamente formal que no se entendía nada de lo que decía, del tipo: "Si usted fuera tan amable y no tuviera ningún inconveniente, ¿no le importaría ....?". Algo realmente exagerado, pero es que muchas veces en el Reino Unido parece que hay que pedir perdón por todo, como en el cartel de la foto (que piden perdón porque te has encontrado el acuario cerrado, y digo yo: ¿qué culpa tienen los señores trabajadores de que el acuario tenga un horario y cierre alguna vez? ¿Es que tiene que estar 24 horas abierto?). Lo dicho, parece que hay que pedir perdón por existir.

Orgullo de guerra

martes, 2 de septiembre de 2008

A lo largo de la historia, los británicos, por su condición de superpotencia mundial, han sido un pueblo propenso a la entrada de sus ejércitos en conflictos bélicos de todo tipo. Los "fregados" en los que se han visto envueltos son incontables, y la Royal Navy, por ejemplo, ha sido desde su creación la marina más poderosa del mundo (como bien sabemos los españoles tras la Batalla de Trafalgar). Los ingleses muestran con orgullo su supremacía bélica, y las referencias a un pasado de guerra se encuentran en cualquier rincón de sus ciudades. Portsmouth es un claro ejemplo de ello. Por la ciudad abundan las estatuas de soldados, y cada banco está dedicado a un almirante diferente. Pero sobre todo, la oferta museística de Portsmouth está claramente ligada a estos conflictos que son enaltecidos sin ningún pudor:

The D-Day museum (el museo del día D)

Situado en pleno paseo marítimo, este museo trata sobre el día del desembarco de Normandía (el 6 de junio de 1944). Más en concreto, sobre los preparativos a ese día, lo cual lo hace mucho más interesante. El museo hace un recorrido histórico, a través de paneles informativos, fotos, documentos y recreaciones a escala real, de todo el desarrollo de la II Guerra Mundial desde que Hitler invadiese Polonia en 1939. La información se centra, desde 1942, en cómo los países aliados (Reino Unido, Rusia y Estados Unidos) planearon un ataque de reconquista a los países ocupados por los nazis, y ciertamente es espectacular pensar en que se necesitaron dos años para lanzar la ofensiva que con cierta seguridad diera posiciones ventajosas a estas potencias. Estas explicaciones me vinieron muy bien a la hora de leerme el Diario de Ana Frank, que es coetáneo a esta invasión.

Se explica minuciosamente porqué se eligió Normandía, al norte de Francia, como inicio del ataque (por su cercanía a la gran isla); cómo se plantearon cinco ataques simultáneos (por el factor sorpresa) y alguno en otro lugar (para despistar); y cómo se consiguió movilizar a 7.000 barcos, 11.000 aviones y 156.000 hombres sin que el enemigo se diese cuenta (cifras que cuesta asimilar). Aunque todas estos datos previos son muy interesantes, quizás eché en falta que se hablara más de lo que pasó después del Día-D, pues la exposición se acaba y se te queda un regusto de más. Bueno, para eso me compré un libro en la tienda que me lo explicaba.

HMS Warrior

El puerto de Portsmouth está lleno de atracciones turísticas de tipo naval (la mayoría sobre la guerra), aunque yo visité solo este impresionante barco de guerra, el HMS Warrior (todos los buques de la Royal Navy están encabezados por las siglas HMS, que significan His/Her Majesty's Ship - "El barco de su Majestad"). Se trata de un buque revolucionario en su época (fue creado en 1860), pues introdujo por primera vez el hierro en la construcción de su casco, y en su día fue el barco de guerra más grande, veloz y poderoso del mundo (los ingleses siempre buscan ser "los más" en todo).

El barco tiene 4 plantas diferentes y está completamente restaurado. La superior tiene 127 metros de eslora, y sus tres mástiles dejan caer un sin fin de cuerdas en perfecto orden (algo así podríamos hacer para los campamentos). Bajando a la cubierta principal, se puede visitar el camarote del capitán (el más lujoso, claro), el del Master and Commander (¿no hay una película titulada así?), el cabrestante para levar las anclas (se dice que harían falta 176 hombres para subirlas) la cocina, y el arsenal bélico (cañones, rifles...). En la cubierta inferior se visitan las celdas de castigo, los estantes para los petates y los minimalistas cuartos de baño. Por último, un piso más abajo se llega a la sala de máquinas, donde se puede uno imaginar el calor que debía hacer allí dentro "a toda máquina".

Como documentos históricos, estos museos son una fuente de información esencial. Aunque, desde mi punto de vista, deberían dejarse de tanto orgullo y, tomando el ejemplo de Costa Rica (que no tiene ejército) concienciar más a los visitantes de la vergüenza que suponen las guerras sean del tipo que sean.

Cuenta atrás: dos meses

lunes, 1 de septiembre de 2008

Antes de irme a la cuarta dimensión (como le llaman algunos), tengo una lista de cosas que me gustaría hacer:

  • Ordenar y poner fin a la colección de azucarillos
  • Hacer fotos por Sevilla con Otto
  • Irme en piragua con Javi por Puerto Real
  • Ir con Pablo a ver despegar o aterrizar los aviones
  • Hacer una ruta en bici con Olga
  • Pisar el anillo de atletismo del estadio olímpico
  • Ir con Pablo a la Cartuja y ver lo que quede de la Expo'92
  • Contarle a Hanah el viaje a Amsterdam y el campamento
  • Ir a Almería
  • Desenterrar un cofre con el clan
  • Ver Parque Jurásico 1 con Carlos diciendo todos los diálogos de la película
  • Ganarle a Labracho un partido de tenis
  • Dejar que Emilio me gane un partido de pádel
  • Hacerle a Ramón y Marina un regalo por su boda
  • Aprender a colgar mi hamaca en el jardín (¡Guepardo!)
  • Ver un partido de fútbol en un estadio que no sea de Sevilla
  • Hacer el puzzle que me regalaron los rovers
  • Aprender a cocinar algo para sobrevivir en Madriz y hacer una pannacotta final (con base de Oreo)
  • Ver Batman Begins con Rota
  • Ir a la inauguración de ronda con el Nanuara
Veremos a ver a qué me da tiempo, aunque si yo me lo propongo...