Gato encerrado

lunes, 30 de noviembre de 2009

Aquí hay gato encerrado: más de un año viviendo entre madrileños y aún no digo "ejque" ni "Rijquetos"... ¿pero no hablaban todos así?. No es casualidad que, a mí que se me pega todo, hable más gallego que madrileño. Los madrileños de mi entorno carecen de ese característico deje que los foráneos adoptamos con mofa como genérico. Pero, en verdad, esa "j" tan sonora no se oye mucho en Madrid. Sólo en algunos barrios del sur, porque el ejqueísmo, para quien no lo sepa, es más propio de Albacete.

No ocurre lo mismo con el "lalala" de Massiel: el laísmo y el leísmo sí están más extendidos, pero como quiera que creo que la RAE los acepta no me queda más remedio que procurar que no se me peguen.

Los tópicos, que malos son. Otra idea preconcebida que tenía de los madrileños es que eran unos chulos. Su forma de hablar puede denotarlo un poco, pero lo imagen que tengo, del pequeño espectro que conozco (para mí suficientemente representativo), es totalmente contraria. Desde que llegamos los madrileños nos han recibido con los brazos abiertos. Me ha sorprendido que desde el principio nos han acogido en sus vidas, quizás acostumbrado a mi querida Sevilla donde los grupos son más cerrados y cuesta hacerse un hueco. Supongo que tendrá que ver con lo que es Madrid: una ciudad cosmopolita y multicultural donde todo el mundo tiene cabida.

Son abiertos pero también independientes, un reflejo de lo que es la ciudad. Porque es cierto que la gente en la calle siempre va con prisas: el nivel de estrés es muy alto, pero yo también procuraría tardar lo menos posible en llegar a mi trabajo si me quita 3 horas de vida al día. Pero también son muy amables: cualquier viandante te explica lo mejor que puede cómo encontrar esa calle de la que estás perdido.

Madrid, una ciudad llena de gente, con muchos madrileños pero con pocos gatos... Va en serio; los gatos en Madrid son una especie en extinción, pues aquí un "gato" es alguien cuyos dos padres y cuatro abuelos nacieron en Madrid. Un mote que la leyenda remonta a la conquista de la ciudad por Alfonso VI, cuando uno de sus soldados logró franquear la elevada muralla árabe subiendo por la pared "como un ágil gato". Hoy, no conozco a ningún gato y sólo Elenita me contó que conoció a una compañera de clase que era un "gato", un extraño caso. ¿Dónde están los demás? Encerrados, supongo.

De Madrid al cielo

lunes, 16 de noviembre de 2009

Esta es buena. Una excursión por Madrid, bocadillo en mano, por el eje viario más importante de la ciudad, la gran avenida que forman los paseos de El Prado, Recoletos y la Castellana. Un recorrido de 8 kilómetros, antiguo cauce de un arroyo llamado Fuente Catellana, que diametriza la M-30 y que acoge en su ribera los principales edificios y museos de la ciudad.

El paseo del Prado empieza en la glorieta de Atocha, que en verdad se llama de Carlos V. Empezamos bajo tierra, en la estación
de trenes, que acoge el monumento a
las víctimas del 11-M, mucho más impresionante en su azulada sala interior que en su horrenda chimenea de cristal externa. Alrededor de la plaza se levantan también el Ministerio de Agricultura y el Museo Reina Sofía de arte contemporáneo.


El paseo dirección norte nos lleva por un bulevar lleno de árboles, los del "No a la tala" de Tita Cervera. A la izquierda la sala de exposiciones Caixa Forum, que se sostiene milagrosamente en el aire, junto con el impresionante jardín vertical. Miramos derecha donde sabemos que se encuentran el Jardín Botánico y la pinacoteca más famosa, el Museo del Prado. Pasamos junto al Ministerio de Sanidad y Consumo y enseguida llegamos a la siguiente plaza.

Es la Plaza de Neptuno, donde el Atleti muy de vez en cuando celebra algo, rodeado de dos de los hoteles más lujosos, el Ritz y el Palace. Más adelante llegamos a la Plaza de la Lealtad, que recuerda a los caídos el 8 de mayo, donde también se encuentra la Bolsa de Madrid. Más museos en este tramo: el Thyssen (el de Tita) y el Naval, para acabar el Paseo del Prado en la siguiente plaza.


Es Cibeles, cita obligada en los triunfos del Madrid. La diosa está rodeada de edificios tan importantes como el Cuartel General del Ejército, Correos (que será el próximo ayuntamiento de Madrid), la Casa América y el Banco de España, y es el cruce de camino con la otra calle más larga de Madrid, la de Alcalá.




En seguida empieza el Paseo de Recoletos, que pasando por la Biblioteca Nacional y la sala de exposiciones Fundación Mapfre termina en la siguiente plaza, la de Colón, donde se halla la bandera de España más grande del mundo. Allí se encuentra el soterrado teatro Fernán Gómez, unos pedruscos dedicados al descubrimiento, y rodeando, el Museo de Cera y el primer gran edificio alto: las Torres de Colón. A partir de ahora empieza la castellana y vamos a tener que mirar para arriba.

Entramos en la zona financiera de Madrid. Se suceden bancos y rascacielos como el de Mutua Madrileña. Debajo de un puente hay una exposición permanente al aire libre de esculturas contemporáneas. Pasamos la Plaza de Emilio Castelar y la de Gregorio Marañón para encontrarnos con el Museo de Ciencias Naturales y el cubículo que está dedicado a la constitución de 1978.


La tortícolis empieza después de pasar los edificios de Nuevos Ministerios. Llega AZCA, el complejo de negocios más importante de la ciudad con sus impresionante rascacielos: el edificio BBVA, la Torre Picaso que con sus 157 metros de altura fue hasta hace poco la mayor altura de todo Madrid, y la Torre Europa. Era en esta zona donde existía un famoso Windsor que acabó calcinado.



El dolor de cuello se relaja para mirar a la derecha y llegar al Santiago Bernabeu, el campo del Madrid. Seguimos y pasamos el INE (que será desde nos llaman para hacer esas "interesantes" encuestas telefónicas) y llegamos a la Plaza de Cuzco, donde se empieza a divisar el final de nuestro camino.




Unos metros más adelante llegamos a la Plaza Castilla, casi ya a las afueras, famosa por sus inclinadas Torres Kio que hasta hace poco eran el símbolo de la salida de la ciudad. Hoy está eclipsada por un obelisco dorado aún en construcción, invención de Calatrava que cuando esté operativo hara girar sus 92 metros sin descanso. Y más adelante, como colosal final del paseo, las 4 torres del business area, los edificios más altos de todo el país.

Tres horas de paseo para conocer la zona más espectacular de toda la ciudad. Un recorrido muy recomendable de hacer a pie; aunque, la vuelta, por supuesto, la hice en metro.

La construcción de un sueño

domingo, 8 de noviembre de 2009

Hace unos años Aquarius nos sorprendió con un emotivo anuncio en el que nos contaba el afán de superación de un hombre que, con sus propias manos, estaba construyendo una catedral. Ese hombre existe, y su catedral también. Y, para mi sorpresa, muy cerca de mi casa, en el pueblo de Mejorada del campo.

El sujeto se llama Justo Gallego, un mejoreño al que la vida no le dio la oportunidad de cumplir con su vocación de ser religioso. Expulsado del monasterio debido a la tuberculosis que padecía, emprendió un camino de locura al proponerse construir, en unos terrenos propiedad de su familia, una Catedral. Justo cambió el reto que no le dejaron seguir por otro que nadie podía negárselo. El mérito de Justo es, con 80 años, llevar más de media vida levantando un gran edificio sin tener ni idea de arquitectura, sin medios materiales y sin ayuda: todo por su cuenta.

Con estas referencias, la Catedral de Justo, que es como se conoce popularmente, deja boquiabierto a todo el que la visita. Dadas las condiciones, el proyecto es espectacular. Al estar inconclusa, se observan perfectamente los procesos constructivos. Las torres están ladeadas, no se sigue ningún patrón, todo es rudimentario... eso sí, la base tiene tanto cemento que la catedral no se cae ni tirándola. Los materiales que utiliza son reciclados, los coge de donde puede o se los dan... un collage inmenso.

Y lo mejor es que parece una Catedral. Tiene su altar, su cripta, su cúpula, su patio, su rosetón, su pórtico y escalinatas... perderse por ella es descubrir en cada esquina algo nuevo y sorprendente. Tiene estatuas con bustos reutilizados, frescos pintados por un amigo suyo y vidrieras hechas pegando pequeños cristalitos uno junto a otro. A su vez, no sigue ningún estilo arquitectónico en concreto pero recuerda a todos a la vez: gótico, modernista, renacentista...

¿Y cómo ha podido Justo financiar tal proyecto? Fundamentalmente, de donaciones particulares (él mismo dispone una gran caja a la entrada de la catedral para el que quiera colaborar). Pero sobre todo fue Aquarius y su anuncio el que le dio la fama; de hecho, desde entonces Justo siempre lleva mientras trabaja en gorrito rojo con el que apareció, pues a la gente le gustaba. Se ha vendido un poco al marketing pero se ha asegurado cumplir su sueño. Porque él sigue currando; se le puede ver de lunes a viernes hasta las 6 de la tarde, y los sábados hasta mediodía. Es curioso verlo trabajar; pero si él no está cuando lo visites, seguro que está su cuñado, un personaje casi aún más peculiar que Justo. Pero no le quitemos protagonismo... aquí dejo el anuncio para recordarlo.


El Mesías de Alcalá

martes, 3 de noviembre de 2009

Menuda sorpresa me llevé en Alcalá de Henares al descubrir que la ciudad no es sólo patrimonio de la humanidad por su legado histórico sino también por acoger al verdadero mesías de todo el orbe. Un caso único que no alcanzo a entender cómo ha escapado de los micrófonos del caza-frikis Javier Cárdenas.

En pleno centro del pueblo, en la calle paralela a la Mayor, tiene su taller el Toro Bravo. A pesar de lo que pudiera parecer, este lugar nada tiene que ver con corridas y demás. Bueno, aunque algún capotazo (al mundo en general) sí que habrá dado su propietario. Toro Bravo es un pintor, aunque sólo por hobby; él en verdad es el Mesías, un incomprendido salvador de la humanidad que tiene tantos años como desde que el mundo es mundo. Él es dios, la ciencia debería hacerle más caso pues puede curar todo tipo de enfermedades. No creo que viva de vender sus cuadros, así que, como dice que lleva 5 años seguidos acertando el gordo de la Navidad, supongo que algo tendrá ahorrado. Además, al más puro estilo La vida de Bryan, Toro Bravo refleja en sus cuadros su preocupación por los ovnis que invadirán la Tierra, y cómo el hombre, sus hombres, deberían prepararse por explorar nuevos planetas.

Así es Toro Bravo, y sus ideas están recogidas en libros (publicados por Editorial) que también tiene en su taller. Un mundo de irrealidad paralelo, como la calle de su taller, a la real Alcalá de Henarés. Aquí un reportaje de Callejeros para conocerle un poco más: