La "siesta" finlandesa

lunes, 26 de diciembre de 2011

¿Qué haría un finlandés si tiene mucho frío porque la temperatura exterior en su ciudad de menos 30 grados? Se tomaría una sauna. ¿Y si tiene mucho calor porque en verano el sol nunca se pone? Pues se toma otra sauna. La sauna en Finlandia traspasa los límites de la actividad terapeútica para convertirse en símbolo nacional, algo tan significativo como sería la siesta en España. Y no porque dentro de la sauna te vayas a echar un sueñecito; la propia palabra sauna es de origen finés, y representa ese nexo de unión que identifica a los finlandeses.

Es tal el arraigo de las saunas en Finlandia que existe una por cada 3 finlandeses. Las hay por todas partes y para los oriundos cualquier momento es bueno para tomarse una. Su origen es desconocido y remoto, de hecho se dice que en sus inicios servían como escenario para dar a luz o para ahumar carne; hoy, al margen de sus reconocidades propiedades curativas y de bienestar corporal, se podría hablar de que tomar una sauna es un acto social, en el que pasar un rato con amigos y cervezas, descansar junto a desconocidos o incluso cerrar negocios entre empresas o acuerdos con tu jefe. Muchas viviendas poseen una sauna privada, hay muchas otras públicas, y la mayoría de los finlandeses tienen otra en la casa de campo donde siempre pasan el fin de semana. Recién lavantado, tras almorzar o antes de cenar, no hay hora para comenzar a sudar.

La sauna es todo un ritual, en el que se suele perder toda intimidad pues se toma desnudo; debe ser chocante intentar relajarte teniendo enfrente de ti a tu jefe en pelotas, pero así es la costumbre y nadie se escandaliza por ello. Hay saunas mixtas aunque muchas se separan por sexos. Hay de muchos tipos, pero las más chulas son las de madera con fuego de leña que se enciende en una chimenea, típicas de la zona campestre.

Con un cazo se echa agua sobre unas piedras al rojo vivo que producen vapor para que la temperatura en el interior nunca baje de 80 grados. Y entonces se comienza a sudar y sudar, hasta que pasado un tiempo el cuerpo se ha calentado tanto que hay que enfriarlo. Y aquí viene lo mejor: si estás en el bosque, la tradición manda salir corriendo de la sauna y tirarse a un lago, para que el contraste calor/frío sea mayor. Es una experiencia que cuesta amumir pero una vez te atreves la sensación final es muy reconfortante. Y de nuevo corriendo a la sauna para repetir el ciclo.


Si no hay lago, basta ducharse con agua fría; pero lo más extremo es en invierno, cuando hacen agujeros en el hielo y se bañan en aguas gélidas. Debe ser algo muy duro, solo apto para machotes... lo malo es que se atreva tu jefe y tu tengas que ir detrás para no quedar mal.

2 capitales de la cultura x 1

lunes, 12 de diciembre de 2011

En 2016 San Sebastián vivirá un año intenso, pues será referente cultural a nivel internacional por haber sido elegida Capital Europea de la Cultura. Este título forma parte de un programa de promoción cultural que la Unión Europea viene desarrolando desde 1985, que nació con el objetivo de potenciar el arte en todas sus formas y se ha convertido, con el paso de los años, en un galardón al que aspiran ciudades de toda Europa para trabajar en proyectos que, al margen de activarlas culturalmente, impulsen su desarrollo urbano y social y las proyecten turísticamente.


Cada año puede haber una, dos o más capitales de la cultura en diferentes países de la Unión, según un sistema rotativo de selección. Y este año puedo decir que se me dio la casual circunstancia de, sin saberlo, estar el mismo día en las dos ciudades que jalonan este título en 2011. Despertar en Tallín y acostarse en Turku, lugares separados por sólo 200 kilómetros y unidos por, además de su letra inicial, un objetivo común.

En sólo un día observé que la preciosa capital de Estonia se ha tomado muy en serio su título capitalicio. La ciudad rebosaba cultura con actividades de todo tipo, desde conciertos al aire libre en su plaza principal a torneos de tiro con arco. Por su parte, Turku hacía protagonista a su río con monigotes flotantes con función desconocida.

No tuve mucho tiempo de aprovechar sus ofertas culturales, pero está claro que sólo el hecho de embarcarse en el proyecto de ser elegida Capital Cultural, hace progresar a las ciudades candidatas. Y si encima terminas siendo nombrada, mucho mejor. Enhorabuena a San Sebastián.

Trending topics

jueves, 8 de diciembre de 2011

Pasa el tiempo, tanto como 5 años y medio, y el vínculo permanece. No importa cuánto lleves sin saber del otro, que las ganas de verse no se pierden, y más si es para abrazar al super anfitrión que todos queremos, al que es capaz de reunir, tras tanto tiempo, a casi 20 monitores de todos los años. Porque en los recuentos, ya sea por método 1 ó 2, los clásicos 2006 y 2007 se ven ya de igual a igual con 2008, y eso es bueno, tanto como haber conocido a las nuevas generaciones 09 y 10. El nuevo encuentro de Granada ha dado mucho que hablar y estos son sus principales trending topics.

Cientos de kilómetros y horas de viaje para ser recibidos con churros, turrón y leche biológica. Hay que madrugar porque nos esperan en Padul, el pueblo en el que las paredes son muy finas, concretamente Manuel, quien nos guía en ruta para conocer sus montañas y el humedal más grande de toda Andalucía Oriental excluyendo la cuenca del Guadalquivir a su paso por Andújar. Los mil metros de desnivel son cargantes, y más si llevas exceso de piedras en el equipaje. El sendero, hormigonado por tramos con piedras lanzadas desde abajo por vascos, nos hace perdernos, aunque se lleva bien cantando o llenando la caja de música de relojes y fagots. De regreso al pueblo, dimos buena cuenta de la Feria de gastronomía, donde aprendimos a hacer rosquillas y alguno tuvo opciones de matrimonio fácil, aunque no precisamente con las azafatas del vino.

Ya en Granada, el estrés aumenta para llegar a tiempo al espectáculo flamenco con el inigualable fondo de escenario de La Alhambra. A la salida, una accidentada foto de la que, fuera bromas, aun se busca el culpable, y de nuevo a correr con idea inicial de llegar a las termas... hasta que el lobby de periodistas convenció a todos de que era mucho mejor ir a una tetería, donde estuvimos viendo un interesante partido del Betis.

Al día siguiente, nuevo madrugón para encontrar un jamón bajo una cama y para acudir a la actividad del arborismo, 3 horas y no más colgados de los cables para pasar de un juego a otro, esquivando como añadido las piñas que alguien lanzaba desde el suelo. Yo, como soy más de follar, me acordé del cumpleaños de Pepe y eché en falta alguna MQMF, que finalmente encontramos en el restaurante donde degustamos un plato alpujarreño y cerveza avinagrada.

Y así, después de que Curro acertase por fin mi profesión, poco a poco se fueron marchando los monitores... 5 años y medio y no podemos evitar seguir pensando en el siguiente, que a buen seguro nos traerá también un buen puñado de trending topics.

La trampantojo

domingo, 27 de noviembre de 2011

El trampantojo es mentiroso. Este recurso artístico, que nos hace creer que hay donde no hay, nos crea ilusiones, en principio ópticas aunque también sensoriales; pero no podemos dejarnos engañar por el trampantojo, eso es lo que él pretende: que consideremos como ciertas realidades que no lo son.

Las ciudades los utilizan cada vez más para recuperar paredes o fachadas degradadas, en un intento de hacer caer en la trampa a nuestros ojos. Montpellier, en la costa sur de Francia, es un ejemplo de integración de éstos en su arquitectura metropolitana, se encuentran por doquier, hasta el punto de que la propia palabra trampantojo podría ser metonimia de la misma urbe. Así, los trampantojos, tramposos y embaucadores, nos son los únicos elementos que han falseado mis días en Montpellier.

La semana en Montpellier estuvo marcada por la incesante lluvia, que día tras día regaba las calles y teñía de gris plomizo el cielo de la ciudad. Este trampantojo climático nos impidió conocer que la auténtica realidad de Montpellier es bien diferente: su lema es precisamente la ville où le soleil no se couche jamais (la ciudad donde el sol nunca se oculta); de hecho, presume de ser la villa francesa con más horas de sol al año y del excepcional color azul de su cielo.

Además, la sensación que nos dio Montpellier es de obras caóticas y desorden, con calles llenas de escombros y suciedad... la verdad es que todo forma parte del proyecto urbano de ampliación del tranvía, un vistoso medio de transporte que ha cambiado la vida de sus habitantes: el centro histórico es totalmente peatonal y las dos líneas operativas, ejemplares, dan cobertura y accesibilidad a la mayoría de la población. El año que viene despedirán a las obras y darán la bienvenida a las líneas 3 y 4.

Y, por las noches, las calles de Montpellier estaban poco concurridas y ciertamente aburridas; nada que ver con las ilusiones que habíamos creado al saber que, en la ciudad, el 21% de la población es universitaria, con un dato sorprendente en estos tiempos: la mitad de sus habitantes tiene menos de 30 años. No obstante, pronto descubrimos la mentira que encerraba este trampantojo social: justo conocimos Montpellier una semana en la que todos los estudiantes estaban de vacaciones, de ahí el escaso ambiente nocturno.

Así pues, la trampantojo podría ser un buen mote para esta ciudad de la que, por unos motivos u otros, me marché con la sensación de no haberla conocido verdaderamente. Demasiadas trampas para estos ojos de Lince.

Cine Nostrum

viernes, 4 de noviembre de 2011

Si visitas la ciudad où le soleil ne se couche jamais (donde nunca se pone el sol), y tienes la mala suerte de que se pase toda la semana lloviendo, no esta mal tener la buena suerte de que justo esa semana coincida con su prestigioso festival de cine. Montpellier celebra, cada inicio de otoño desde hace 33 años, su Festival de cine mediterráneo, aunando en su cartelera películas, cortos y documentales procedentes de todos los países ribereños del Mare Nostrum.

Los festivales de cine son iniciativas plausibles que debrían tener más repercusión mediática y de público. Por un lado, establecen un contacto directo entre el espectador y el director, permitiendo poner cara y voz a ese creador de sueños que nunca (o casi nunca) aparece en sus historias, para poder preguntarle en primera persona sus motivaciones e intenciones. Por otro, sirven de nexo de unión entre diferentes países con sus diferentes maneras de entender este arte, haciendo real eso que llaman el universo del celuloide.

El Cinemed de Montepellier es un acierto por su accesibilidad, ya que la mayoría de proyecciones tienen lugar en el centro de conferencias Corum situado en pleno centro. Dentro del gigantesco edificio, bien resguardaditos de la lluvia, se respira cine por sus muchos costados. Cámaras y entrevistas sobre la alfombra roja, actores y espectadores compartiendo una misma cafetería, directores que asombran por su juventud... un pequeño Hollywood pero más campechano.

Era la primera vez que participaba en un festival de este tipo. Después de ver una película griega y dos documentales, uno georgiano y otro turco, asistí a una caótica entrega de trofeos en la que, el chovinismo nunca falla, ganaron sobre todo pelis francesas. Como suele pasar en estos casos, nunca gana el que tu quieres. En cualquier caso, en tiempos tan dramáticos para el cine, estas iniciativas son tremendamente positivas para revitalizar un arte que poco a poco se ahoga... y no por la lluvia de Montpellier.

Toma tomate

miércoles, 14 de septiembre de 2011

La crónica de la Tomatina comienza muy temprano, para emprender un viaje singular hacia una fiesta plural, en Buñol, un pequeño pueblo del que sólo se oye hablar un día al año, que además siempre es el último miércoles de cada agosto. El gran evento no comienza hasta las 11 de la mañana, pero las calles de Buñol bullen de actividad desde muy temprano. La fama internacional que la pelea de los tomates ha adquirido en los últimos tiempos se ve reflejada en la cantidad de personas de toda procedencia que en riada humana descienden el pequeño tramo que les separa de la plaza donde explotará la acción. Personas ataviadas de blanco y gafas de bucear, y personajes de toda índole, con cascos protectores fabricados con cáscaras de sandía o con pañales de bebé tamaño XL.

Desde las 10 la plaza queda colapsada. La masa humana, apretada como un todo, tiene una hora de espera impaciente. La gente, nerviosa, hace del buen rollo su estandarte para la guerra que se avecina. En la calle hablamos más inglés que castellano, pues el producto nacional escasea ante americanos, australianos y europeos de cualquier lugar. Conocemos a Tom, que viene de Liverpool con su acento de Beatle y disfrazado de Wally, a Mary toda de blanco con sus funny glasses, o a las chicas de Colorado, conscientes de que el jugo de tomate es excelente para el cutis.

Los vecinos de Buñol, escondidos tras los plásticos que han colocado para proteger sus fachadas, nos tiran agua para amenizar la espera. La masa quiere más y el resto de ventanas se animan con cubos y baldes que descargan sin ton ni son. Las personas y personajes cantan, saltan y bailan. De repente, se oye un petardazo. Son las 11. La batalla comienza.

El entusiasmo aumenta conforme se ven llegar los camiones que nos proveerán de la munición necesaria para comenzar la guerra, una guerra sin aliados con un enemigo común: cualquiera. Llegan los primeros tomates y comienzan los lanzamientos; sólo quedarán 120.000 kilos más para atacar al primero que se cruce en tu trayectoria. "Excuse me, do I know you?; No; ¡Pues toma tomate!" Cualquier táctica es buena para refregar el fruto rojo por doquier. No importa a quién se lo lances; aunque por más que quisieras apuntar, apenas se distingue algo a través de las más que manchadas gafas.

La masa se vuelve loca y los tomates vuelan en todas direcciones. El rojo lo invade todo. A duras penas me encuentro con unas funny glasses y una dueña toda encarnada, que definitivamente se ha convertido en Bloody Mary. Al poco me topo con las de Colorado, que haciendo honor a su origen han teñido sus vestidos. Y a lo lejos, un Wally al que ya no se le distinguen las rayas rojas de las blancas, me lanza un tomate que acierta de lleno en el centro de la diana de mi camiseta: no cabe duda que Tom atina.

En plena vorágine se oye otro petardazo. La batalla ha terminado. Apenas una hora cuyos minutos parecen haber ido más rápido de lo normal. Llega el momento de firmar la tregua. Nunca una guerra terminó tan rápido ni fue tan divertida. Pero la Tomatina es una guerra especial, una guerra roja pero no de sangre. Entre ríos de zumo de tomate, nos vamos despidiendo de los nuevos conocidos con la promesa de no tomar salmorejo en un tiempecito.


Paseos de mar

sábado, 20 de agosto de 2011

Algo tiene el mar. Toda ciudad bañada por sus aguas es especial, es una sensación difícil de explicar tiene mucho que ver con la paz, el sosiego y la tranquilidad. Pasear junto al mar es un lujo que los que tenemos la oportunidad de hacerlo a diario no valoramos lo suficiente. Pero hay paseos y paseos. Hay ciudades que han levantado paseos marítimos, expresión que no puedo evitar asociar a la playa explotada urbanísticamente, al turismo dominguero de chiringuitos y neveritas azules, y al enlosado de colores con barandilla de piedra blanca. Yo prefiero los paseos de mar.

Hay ciudades que han preferido respetar el mar, y sus particulares orografías han propiciado paseos inolvidables. En Santander, la península de la Magdalena es un enclave único, otrora residencia vacacional (en verano) de la familia real y hoy espacio de esparcimiento para los santanderinos. En su pequeña colina plagada de pinos, es un lugar ideal para pasear en bicileta o hacer footing con el azul del mar siempre de fondo, para descansar en su silenciosa playa o para admirar toda la ciudad desde un mirador de excepción.

En La Coruña, la protagonista es la Torre de Hércules, el faro que guía a los barcos para que no encallen en la cabeza del martillo que forma la península coruñesa. En el paseo junto al faro romano mejor conservado del mundo se pueden sentir las olas del mar rompiendo contra las rocas mientras descansas sobre un saliente del terreno, o se puede caminar entre las obras escultóricas del museo al aire libre. La imaginación es libre para disfrutar de este enclave privilegiado, sobre todo con la luz del final del día en la puesta de sol. Pero nada de paseos marítimos. Mejor desde paseos de mar.


Espectador privilegiado

martes, 16 de agosto de 2011

Desde mi torre, a 60 metros de altura, sentado en mi privilegiada atalaya, veo como los fuegos incendian Elche. Fuegos intencionados, ensordecedores, que dan color a la oscura noche y que, como es habitual en la Comunitat, son sinónimo de fiesta. En Elche anuncian la Nit de l'Albà, que significa paradójicamente La Noche del Amanecer, pues dan tanta luz al firmamento como si el sol hubiese adelantado varias horas su salida.

Las fiestas de Elche concluyen el día 15 de agosto, el día en el que, según la tradición, la virgen ascendió a los cielos. Los ilicitanos, en honor a su patrona la Virgen de la Asunción, vienen celebrando desde tiempo inmemorial una obra religiosa conocida como El Misteri d'Elx, que por su importancia histórica y escenográfica, de carácter único en el mundo, fue declarada en 2001 Patrimonio de la Humanidad por la Unesco

El Misteri, escenificado dentro de la Basílica de Santa María, escenifica en dos actos la muerte de la virgen y su posterior entierro, asunción y coronación. Todos los personajes, según una absurda tradición, son hombres: incluso el papel de virgen está interpretado incomprensiblemente por un niño. Pequeños y adultos se coordinan a la perfección en un relato coral y cantado, voces extraordinarias que aprovechan la magnífica acústica de la iglesia para cantar un texto escrito casi íntegramente en valenciano y que sería imposible seguir sin la guía (y el abanico) que te dan a la entrada:



El Misteri se resuelve, para decepción de la inspectora Laura Lebrer, sin ningún tipo de suspense; aunque, propiamente hablando, sí hay un suspense, que es sin duda la parte más espectacular de la obra: del cielo de la basílica caen de repente, suspendidos en el aire, ángeles que cantan y tocan la guitarra y el arpa, gracias a una obra de ingeniería que desafía las ley de la gravedad. El araceli (que significa "altar del cielo") con los ángeles desciende, toma la virgen y vuelve a ascender para, a varios metros de altura, coronorla como reina de los cielos. También desde mi privilegiada posición siento como la lluvia de oropel inunda la basílica entre los aplausos del público tras la arriesgada maniobra. Y noto como los fuegos artificiales vuelven a retumbar con fuerza. Sinónimo de fiesta.


Desmadre

viernes, 12 de agosto de 2011

Pocas veces tendré la posibilidad de vivir unas fiestas tan desde dentro como estas de La Blanca, en Vitoria. La oportunidad aparece y no se desaprovecha. Ahí me vi, metido de lleno dentro de una cuadrilla, ataviado para la ocasión con el traje típico vitoriano: camisa blanca, pantalón, faja y blusa con los colores de tu cuadrilla, medias blancas por encima y las albarcas, el calzado de cuero y suela plana, tan plana que caminar con ellas supone un tormento que hay que padecer.

El paseíllo de los blusas por el centro de Vitoria es el momento central de las fiestas. La gente sale a la calle para ver desfilar las 30 cuadrillas y a sus respectivas charangas en un camino de ida y vuelta hasta la plaza de toros. Dos paseos, y dos oportunidades para beber y beber, gracias a esa especie de bar móvil, un vehículo mororizado que cada cuadrilla transforma para que le acompañar en su recorrido. Los blusas tienen carta blanca para hacer casi de todo: al ritmo de la música charanguera, bailan y cantan, saltan y se desmadran, corren y reparten tetatinas, y beben y beben a un ritmo ya difícil de seguir. Todo sea por olvidar el dolor de pies.

Los blusas son el epicentro de una fiesta que comienza el 4 de agosto, con la bajada del Celedón, un muñeco que representa a un aldeano vitoriano sosteniendo un paraguas, y que cual Mary Poppins cruza la plaza ante el jolgorio de los presentes. Los vitorianos se ponen al cuello ese día el pañuelo azul y blanco, y ya no se lo quitarán hasta el 9, cuando acaban las fiestas con el viaje de vuelta del Celedón.

Cursiva
Las fiestas del norte son muy diferentes a las del sur. En Vitoria, el gentío invade unas calles que rebosan actividad. Son fiestas muy campechanas, con 4 conciertos al día, degustaciones de pinchos, desfiles de cabezudos y competiciones de todo tipo. Sin duda, las más llamativas las de los tradicionales deportes rurales vascos, que han convertido oficios campestres de toda la vida en auténticas competiciones. Levantadores de yunques o de fardos de paja, carreras de traineras, recogedores de mazorcas, los clásicos levantadores de piedras y los aizkolaris que cortan un tronco con hacha en apenas unos segundos, espectáculos callejeros para el deleite de un público que no para de decir:
¡Aupa!



Cayos no malayos

martes, 26 de julio de 2011

Lo mejor de Florida lo reservo para el final. Porque justo al final, en el extremo sur de la península, está un territorio otrora inhóspito, un archipiélago estirado de 1700 islas conocido como los Cayos, el último latigazo de América del Norte que parece dejar cerrado geográficamente al Mar Caribe.

Los cayos eran unos islotes por los que el tiempo parecía no haber pasado: las más de 200 millas que separan las islas más alejadas las hacían difícilmente accesibles al ser humano... hasta que el gobierno estadounidense decidió unirlas por ferrocarril a mediados del siglo XX. Las islas se poblaron y progresaron económicamente, en detrimento de una naturaleza hasta entonces intacta. Un huracán destrozó las vía del tren, pero enseguida se aprovechó su recorrido para construir una carretera de Cayo Largo a Cayo Hueso, una cuenta atrás de 126 millas para hacerse una foto en la Milla 0.

A pesar de ello, los cayos siguen siendo únicos. La explotación turística ofrece explorarlos en recorridos en barco o kayak, haciendo senderismo por islas vírgenes, nadando con delfines o practicando todo tipo de deportes acuáticos. En mi caso, me decidí por investigar el fondo del mar con mis gafas y mi tubo de snorkel.

Lo que más impresiona de los cayos es su entorno: los islotes eclosionan en medio de un inmenso mar de color azul turquesa. Sus cálidas aguas favorecen la ausencia de plancton disuelto, por lo que la luz solar pasa directamente a través del agua y refleja ese intenso color que deja maravillado a cualquiera.

El barco sale de Cayo Largo, a través de unos impresionantes manglares llenos de garzas que nos miran a nuestro paso. Enseguida sale a mar abierto y, surcando las tranquilas aguas, entre diferentes tonos de azul, nos deja a 8 millas de tierra. Allí nos zambullimos con la sorpresa de que, tan lejos de la orilla, el fondo se encuentra apenas a dos metros de la superficie. La visión es prístina, como si estuviéramos en una piscina sin cloro. Y a través de nuestras privilegiadas gafas de bucear se nos presentó el impresionante mundo marino.

Habrá pocos sitios que impacten tanto como el agua de los Cayos. Mientras flotaba en el mar, justo debajo de mí se abría un gigantesco arrecife de coral. Sus abanicos se mecían con la corriente, casi tocando mis pies. Y en medio del coral, cientos, miles de peces de todos los colores y tamaños. Lo mismo nadabas junto a un banco peces verdes con labios rojos que te estremecías ante la vigilante mirada de las barracudas. Azules, amarillos, naranjas... toda la escala cromática nadaba impertérrita junto a mi. Pasada hora y media, suena la bocina. Me han parecido 5 minutos. El barco retorna, mejor no perderlo porque no vuelve a pasar otro.

Guía para destruir un ecosistema

sábado, 16 de julio de 2011

La conciencia ecológica brilla por su ausencia en Estados Unidos. Les importa más hacer caja que las posibles consecuencias devastadoras de sus acciones. Primero se realiza y luego se piensa cómo solucionarlo. Las pasó con la A1 que une los cayos. Y les ha pasado con esa carretera que une Miami con Naples, una espada que atraviesa el corazón del Parque Nacional Everglades, que ha conseguido desangrar el mayor humedal que existía en el sur de los EEUU.

Hace 100 años, estas "ciénagas eternas" eran un territorio inhóspito, un hábitat único formado al sur de Florida gracias a la acción del River of Grass, una masa de agua dulce de 80 kilómetros de ancho y apenas 15 centímetros de profundidad que avanzaba imparable hacia abrazarse al Mar Caribe, creando un ecosistema de aguas salobres donde convivían cocodrilos con caimanes, o donde las garzas volaban a sus anchas entre una extensión infinita de manglares.

La necesidad hizo que se construyese la Tamiami Trail y que el 60% de sus ricas aguas se desviasen a poblaciones y granjas; el desastre se cernió sobre los Everglades. La carretera dividió el entorno natural y el humedal comenzó a secarse. En 50 años, la espesa vegetación comenzó a clarear, el número de aves se redujo en un 90% y hoy existen más de 20 especies en peligro de extinción, como los manatíes, pumas o tortugas. Hoy los Everglades siguen amenzados. La Unesco añadió en 2010 a este Parque Natural en la lista de Bienes Naturales de la Humanidad en Peligro. A la espera de que las nuevas medidas surtan efecto, los turistas siguen quedándose impresionados por poder pasear en bici rodeados de cocodrilos, o viajando en barcazas por los manglares. Ni un ápice de lo que en su día fue este ecosistema perdido.

Miamiscelánea

martes, 5 de julio de 2011

Es probable que no haya otra ciudad en el mundo que encierre más tópicos que Miami. Buena culpa de sus estereotipos han sido potenciados por el universo del celuloide, puesto que Miami se gusta a sí misma como escenario de películas y series; no obstante, si el río suena, aunque sea el río Miami, agua lleva, y en este caso la ficción no dista mucho de la realidad.

La imagen que todos tenemos de Miami son la de cuerpos esculturales luciendo palmito por la playa. Es un tópico que se queda corto: el culto al cuerpo es una filosofía de vida. Tanto que los autobuses muestran anuncios de aumentos de pecho, e incluso las maniquíes de las tiendas exhiben turgentes pechos. La extensísima Miami Beach, con sus kilómetros de arena fina y aguas color turquesa, es una tuneada pista de atletismo por la que misses y misters corren o hacen ejercicio, o por cuyo paseo marítimo ruedan bicis y skaters. Por las calles, estos modelos al uso van sin tapujos en bañador o bikini, un postureo permanente con el objetivo de lucir.

Se dice de Miami que es el paraíso del ocio y la fiesta nocturna. Y no carece de razón esta afirmación. En Juegos salvajes sólo se ve un anticipo de lo que es en verdad Miami. Por la noche, el glamour se apodera de las calles: los cuerpos esculturales se visten de gala, con tacón alto y minifaldas XS, con zapatos de punta y camisas de Armani. Los hoteles de la playa abren sus macro discotecas, o sus fiestas privadas al lado de la piscina. El lujo gusta, los coches de Miami los vimos en 2 Fast 2 Furious, y no hay nada mejor para aparentar que llegar con tu ferrari o limusina a la puerta de la disco y que un gorrilla con esmóquin te aparque el coche.

Porque Miami es lujo, y el lujo gusta a los famosos. Julio Iglesias no se vino a Miami de casualidad. Quería estar cerca de otros que, como él, tienen la fortuna necesaria para comprar una mansión en las islas de los famosos, a las que acceder en yate o moto acuática es una obligación.

Otra imagen de Miami es la de que es la ciudad menos americana de todo Estados Unidos. Efectivamente, es más hispana que anglosajona. En menos de 100 años de vida, Miami ha visto como sus primeros pobladores se vieron fueron pronto superados por el masivo éxodo de cubanos que huyeron de Cuba tras la llegada de Fidel. Su cercanía a la isla caribeña (288 kms) llenó a Miami de cubanos, en su mayoría emprendedores que hicieron pronta fortuna en suelo yanqui. En Scarface o Bad Boys vimos que la droga está también presente en la ciudad, aunque el tráfico ha disminuido bastante en los últimos años. La población cubana es la más importante de Miami y tienen su propio barrio, Little Havana, recodo de la cultura caribeña.

Pero el germen de Miami es la mezcla. En Miami se habla más español que inglés, y en sus calles habitan, a parte de los cubanos, un importante número de haitianos, dominicanos, nicaragüenses, colombianos, ciudadanos latinoamericanos en general, así como sudafricanos, chinos y de otras partes del mundo. Todos tienen cabida en la ciudad de las oportunidades.

Todo ello, sumado a su potencial económico, el tercero de todo Estados Unidos, su alegría en la famosa Ocean Drive entre edificios Art Decó, su clima cálido todo el año aunque excesivamente húmedo en verano, sus rascacielos a los que acceder en tranvía elevado gratuito o su pasión por los Heats, toda esta miscelánea hace de Miami una ciudad única en el mundo. Así nos la canta Will Smith:

Está que arde

martes, 28 de junio de 2011

Es 25 de junio en Alicante. A las 12 de la noche, los fuegos artificiales marcan el inicio del fin de la fiesta. Desde la arena de la playa del Postiguet, desde una tabla de surf en el mar o desde un barquito en la bahía, cualquier lugar es bueno para despedir una semana de fiesta marcada por el fuego, un fuego que arde pero no quema. Los alicantinos se manejan entre el fuego sin miedo; no les queda otra: sin llama no hay hogueras.

En Alicante las Hogueras se preparan durante todo el año. Cada barrio se agrupa para preparar su hoguera, que se convierte en el nexo de unión de los convecinos. El trabajo del año explota en la semana de fiestas: alzan su obra, preparan su racó con verbenas a diario, y se disfrazan temáticamente para lucir sus originales trajes en el desfile que abre la semana.

Alicante se transforma en su fiesta mayor. Las calles se cortan, y en cada esquina se levanta una o varias figuras de corcho y madera, que no se llaman fallas, aunque se parezcan; se llaman hogueras. Las hogueras son críticas, satíricas o simplemente bonitas, hay por toda la ciudad y son una muestra de arte efímero con apenas 5 días de vida: el día 24 de junio por la noche, estos armatostes son quemados, es la noche de la Cremá, ante la atónita mirada de quien queda hipnotizado por las llamas. Pero como dije antes, es un fuego que no quema: ahí están los bomberos, prestos para solucionar cualquier problema y mojar en los asistentes en lo conocido como la Bañá.

Los días en Hogueras son largos, pues duran hasta la noche. Cuando el sol cae, la ciudad vuelve a salir a las calles desiertas de coches para disfrutar de la música y la fiesta en las barracas. La ciudad no descansa, pues la celebración empieza a las dos de la tarde, con la Mascletá, un espectáculo pirotécnico de 7 minutos impresionante, cuya traca final en el corazón de la Plaza de Luceros hace vibrar el suelo y el cuerpo de todos los asistentes. Buen trabajo, señor pirotecnic.



La fiesta sigue, con el desfile de trajes regionales y la tradicional ofrenda de flores a la Virgen frente a la Concatedral de San Nicolás. Y así, un día tras otro, en una ciudad que arde, en la que andar y pasear es un reto para evitar los molestos petardos que pequeños y no tan pequeños tirar por las calles; una ciudad en la que se esquiva al fuego y se vive con él.

George, we're running out of capsules

domingo, 12 de junio de 2011

Si la señora Clooney reprendiese a su marido porque se ha quedado sin monodosis para hacerse su Nexpresso, George no tendría más remedio que preguntarle a sus vecinos si les pudiesen dejar alguna cápsula. George podría ir a probar suerte al chalet de la izquierda donde vive Paulina Rubio; y si Pau no tuviera, seguro que en el de la derecha a Alejandro Sanz le sobraría alguna.

Así es la vida en Miami, donde en la bahía Vizcaína, entre la ciudad de Miami y Miami Beach, no han tenido reparos en construir unas serie de islas artificiales para que los famosos construyan casoplones de ensueño reservados para la élite. Unas islas por las que el mejor medio para desplazarse es el agua, montados en un barco a motor o una moto acuática fácilmente atracables en cualquiera de los puertos individuales que posee cada parcela.

El lujo llama al lujo. Y la multiplicación de chalets de famosos da lugar a configuraciones surrealistas de las viviendas. No sería extraño pues imaginar a Keanu Reeves yendo a pedir un poco de sal a su vecina Jennyfer López; o a Ricky Martin acercarse a la mansión de al lado para pedir a la difunta Celia Cruz una pieza de fruta, que Celia cogería de su peinado. En Star Island, se encuentra la casa más cara de todas: 75 millones de dólares pagó por ella el dr Frost, más conocido como el inventor de la Viagra. Seguro que su vecino Frank Sinatra acudió a él en vida alguna vez a pedirle algo que le faltase. Y lo que tiene que ser un infierno es la junta de vecinos que reúna a Sylvester Stallone, Gloria Stefan, Xuxa y Shaquille O´Neyll para discutir cuál de ellos hace más ruido en sus fiestas. O cómo Cocodrilo Dundee enseña a Estela del Carmen Banderas a manejar un boomerang en su jardín.

Aprovechando la coyuntura de tanta casa de lujo, muchos productores de cine han aprovechado estos escenarios para rodar sus películas. Las islas de los famosos han visto llegar los huevos extraterrestes de Cocoon, han acogido las sangríentas matanzas de Scarface, las persecuciones policiales de Bad Boys o las peripecias de Miércoles en La familia Addams.

Esto es la bahía de Miami. Un lugar exclusivo para que los famosos pueden interrelacionarse. Así que me voy a montar en mi moto acuática y acercarme a casa de Carmen Electra a ver si necesita algo.

Lo tuyo es puro espectáculo

domingo, 29 de mayo de 2011

Se encienden las luces, están listas las cámaras, ¡comienza la acción!. En el American Airlines Arena de Miami está a punto de comenzar uno de los mayores espectáculos del mundo. Y no exagero cuando hablo de espectáculo, pues los americanos son especialistas en convertir lo que puede ser un rutinario partido de la NBA de final de temporada entre Miami Heat y Charlotte Bobcats en un auténtico show para el disfrute del público.

Los yanquis no se andan con chiquitas. Lo quieren todo a lo grande; es por eso por lo que el soccer no termina de triunfar en suelo estadounidense: los marcadores reflejan guarismos bajos, y no cabe en cabeza americana que un 0-0 pueda significar un buen partido. Ellos quieren más, quieren acción, por eso les motiva que en baloncesto siempre se marquen más de 100 puntos.

Un partido de la NBA lo tiene todo para que el espectador no se aburra. Incluso me atrevería a decir que el juego en sí es lo de menos. Si no, no se entiende que hasta una vez bien empezado el primer cuarto, aún hubieran muchos asientos vacíos y gente entrando con perritos y pepsis tamaño XL. Es lógica esta tardanza, pues antes de entrar a las gradas el público puede entretenerse con todo tipo de tiendas, restaurantes, juegos o las típicas fotos de parque temático que te cobran 10 dólares a la salida.

Antes de empezar el juego, se sigue una parafernalia. En esta ocasión, y con la excusa de un homenaje a no se quién (el quién no es lo importante cuando se trata de enarbolar el orgullo americano), se despliega una gigantesta bandera de barras y estrellas y una voz en solitario entona el himno americano. Suficiente para poner los pelos como escarpias a un público que, de pie y con la mano en el corazón, enloquece cuando la cantante finaliza los últimos tonos. Una impresionante muestra de fervor irracional a los símbolos nacionales.



Con la gente ya animada, llega la presentación de los equipos. Otra muestra del show en el que convierten el partido. Las luces del Arena se apagan, y en los enormes videomarcadores centrales las estrellas de Miami Heat posan con trajes de marca al ritmo de Phil Collins. Más tarde, los jugadores salen al campo dándose empujones unos a otros y chocando puños ante la pasión de una grada ya entregada.



Y aún no ha comenzado el partido. El nivel baloncestístico americano es impresionante, y el juego que despliegan los Miami, con sus 3 estrellas Lebron James, Wade y Bosch levantan del asiento a cualquiera. Pero, por si el partido estuviera aburrido y el público no disfrutase, ahí está el speaker para evitarlo. Un speaker que no tiene reparos en pedir a los espectadores que abucheen al rival cuando lanzan tiros libres, que pincha música durante las jugadas del partidos, que anuncia en inglés y en español cuando quedan dos minutos para que acaben los cuartos, o que si ve que un jugador de Miami va a hacer un mate no duda en poner la musiquita esa de Ryanair de cuando aterrizan a su hora.



A lo que hay que sumar las cheerleaders, que a parte de bailar lanzan camisetas a los espectadores que más muevan el esqueleto en las gradas; los concursos de encestar pelotas en chisteras en el descanso; los monitores que muestran al público aplaudiendo con las típicas manos gigantes; o una especie de regidores que animan con carteles de Applause or Let´s go Heats que entregan a la gente para que los enseñe.

Un partido de la NBA es más que un partido. Es un puro espectáculo. Y, ahora que los Miami Heat han llegado a la final, en el Arena lo será mucho más. The show must go on!

Conducción en Miami

lunes, 2 de mayo de 2011

En los años 80, la millonaria audiencia de la serie Corrupción en Miami permitió al gran público conocer a bordo de un Ferrari las calles de South Beach. Veinte años después, Miami vuelve a ser el escenario de carreras de Ferraris, Chevrolets y BMWs en 2 Fast 2 Furious. El lujo gusta en Miami. Es sin duda significativo que nada más salir del aeropuerto, lo primero que vea sea una limusina aparcada en Llegadas. Los coches y motos más llamativos posturean por la ciudad, y gorrillas con esmóquin aguardan en la puerta de restaurantes o edificios para coger las llaves y aparcar el vehículo a cambio de una obligatoria propina (son los conocidos como Valet parking, autorizados cobradores del impuesto revolucionario de aparcar tu coche).

Pero la realidad es bien distinta a la ficción. Paul Walker tendría bastante complicado pegar acelerones en la cuadrícula perfecta que forman las calles y avenidas de Miami. Los límites de velocidad están claramente marcados a 30 m/h, cifra que se reduce a la mitad si mientras conduces lo hace a tu lado el clásico autobús escolar amarillo que lleva a Bart Simpson al colegio. Pasarse del límite está considerado una falta muy grave; es más, si conduces rápido y hay obreros trabajando en la calle, la multa se dobla. Y dentro de esta moral americana de hay que hacerlo todo bien, los policías, si te pillan, te sueltan un discurso paternalista sobre lo importante de respetar las normas. "Drive safe".

Sin embargo, esta moral yanqui sobre el buen conducir entra en contradicción si analizamos algunas costumbres que están legalmente permitidas. En Florida, los coches no pasan ningún tipo de ITV y los motoristas pueden circular sin el casco. No se hacen controles de alcoholemia porque presuponen que nadie bebe si va a conducir; pero eso sí, si tienes un accidente y das positivo en la prueba, te tratan como un criminal: te esposan y te llevan a la cárcel. Lo más curioso de todo es que puedes hablar por el móvil o mandar SMSs al volante, o que los niños cuando cumplen 15 años pueden sacarse el carnet si justifican que el uso del vehículo será para ir a trabajar.

Son las contradicciones de un país que vive por y para el coche. Vale que el sistema calles/avenidas y el modo de vida en chalet individual hace que las distancias sean enormes. Pero es que en USA coger el autobús está visto como de pobres, e incluso se ve mal que la gente vaya andando por la calle. Si no tienes coche eres un pringao.

De repente, un vehículo parece ir contra el sistema americano. Circula sin luces y a toda velocidad por Alton Road, saltándose todo semáforo que halla en su camino. Pocos segundos después, las sirenas de un coche de policía anuncian que habrá movida. La patrulla circula a toda velocidad, y detrás del primer coche pasa uno, y otro, y otro, y otro... conté 15 hasta que me cansé. Los demás coches se apartan del asfalto para no molestar y la gente se agolpa preocupada en la acera. Se trata sin duda de una persecución policial en toda regla. No podía asistir a algo más peliculero en el ideal escenario de Miami.

Perdone, ¿el avión para Estados Unidos?

jueves, 28 de abril de 2011

Estando en el mostrador de facturación de Iberia, se acerca una señora con cara de despistada y le pregunta a la azafata: "Perdone, el avión para Italia, ¿es aquí?". No me quiero ni imaginar los dramas que pasaría esta pobre mujer si tuviera que soportar todos los trámites que hay que seguir para ingresar en Estados Unidos. El viaje de tu casa a suelo americano es una carrera de obstáculos engorrosa, exagerada y, en muchos aspectos, innecesaria.

El camino más sencillo para acceder al país es ir como turista (menos de 3 meses). Si vienes de España, antes de ir al aeropuerto hay que solicitar (y pagar) la ESTA, una autorización que te otorga el gobierno americano imprescindible (aunque no determinante) para entrar al país. Una vez en el aeropuerto de salida, hay que hacer la facturación. Le azafata me pide los datos de la ESTA, específicamente donde voy a residir en primera instancia cuando llegue a USA. Le doy la dirección, pero me falta un dato esencial: ¡el código postal de mi hospedaje!. Y me dicen que sin ese dato no me dan la tarjeta de embarque. Santo Internet en el móvil, si no pierdo el avión y me quedo en tierra.

Una vez pasados los filtros habituales, siguiente obstáculo: una señorita de la compañía con la que vuelo, en mi caso American, me tiene que hacer preguntas cruciales para la seguridad, del tipo: ¿Llevas baterías o pilas? ¿Cuánto hace que compraste tu cámara? ¿Dónde y cuándo has hecho la maleta? ¿Te ha ayudado alguien a hacer la maleta?.

Después de responder, te dan un formulario de aduanas, para rellenar y entregar en destino. Nuevamente, las preguntas no tienen desperdicio: ¿Has visitado últimamente una granja o pradera? ¿Traes contigo tierra? ¿Portas agentes de enfermedades?

Para ir a Estados Unidos hay que hacerlo con tiempo. Se requiere estar una hora y media antes de la hora de salida del avión en el mostrador de embarque. Eso sí, antes de entrar, la misma señorita de antes tiene que rematar su investigación: ¿Con quien estuvo su equipaje de mano mientras esperaba? ¿Le ha metido alguien algo?

Antes de aterrizar, en el avión ponen un vídeo con los siguientes pasos a llevar a cabo en el aeropuerto americano. Primero, el control de pasaportes. Más de media hora de cola para que un agente federal te haga otro exhaustivo examen: ¿De dónde vienes? ¿Cual es el motivo de su visita? ¿Cuánto tiempo te quedas?; además de hacerte un escaneo de ojos, una foto, te pillan las huellas dactilares...

Ya queda menos, un último paso: el control de aduanas. Un agente al que entregarle relleno el papel de aduanas, con el miedo a una posible revisión eventual de tu equipaje y de que lleves algo que no has declarado. Yo llevaba una tableta de turrón de Alicante que por supuesto no había declarado, ni imaginarme quiero el haber tenido que explicarle al agente qué era aquella cajita envasada al vacío. Finalmente, me permite la salida: Siga la línea de puntos verdes (si me llega a decir que siga la de puntos rojos me hubiera asustado).

Por cierto, igualito que la vuelta a España. Ni un solo papeleo ni tanta tontería, y cuando recojo la maleta en Alicante me dice el guardia civil:
"¿Ereh ehpañó?" "Sí"
"¿Llevah argo dentro?" "No"
"Venga, se sale por ahí"

Así da gusto.

Lugano, un lago

lunes, 25 de abril de 2011

No hay mejor nombre para Lugano, letras oportunamente reordenadas de "un lago", pues efectivamente la pequeña ciudad suiza, de apenas 60 mil habitantes, se reordena y moldea en torno a su inmenso lago, el lago Lugano. Si hace sol, el lago se ve, y la gente se baña en sus aguas azules, se broncea en sus playas, coge los ferrys para ir de una punta a otra, se siente pequeño rodeado por las gigantes montañas que protegen la ciudad, y camina por el lungolago, el paseo de color verde junto al parque Civico y de color gris junto al centro.

Si no hace sol, el lago no se ve, y la gente se refugia en sus acondicionadas casas, se protege de la lluvia en las calles porticadas del centro, rueda veloz en sus bicicletas para empaparse lo menos posible o queda para cenar una buena fondue de queso.

Lugano es la ciudad italiano-parlante más grande de Suiza, con idioma transalpino pero precios helvéticos. Pequeña, majeable y tranquila, se sitúa entre las 10 ciudades con más calidad de vida del mundo. Su belleza es extrema, por su privilegiada geografía, símbolo de todo el país: altas montañas nevadas y enormes lagos interiores. Su lago le da la vida, confiere su personalidad, monopoliza el vídeo y, por supuesto, le ha dado el nombre.

Los sarcófagos rusos

martes, 19 de abril de 2011

¿Qué se esconde dentro de un sarcófago? Una momia sería una respuesta correcta pero incompleta. Los sarcófagos, cual matrioska a lo egipcio, encierran capas y capas de sorpresas. Dentro de un sarcófago, generalmente de piedra, se esconde otro sarcófago, normalmente de madera, y dentro puede haber hasta un tercero, para que el cadáver amortajado no se escapase. Se trataba de algún modo de proteger al faraón incluso después de su muerte.

Pero no sólo eso. Dentro del ataud funerario, y como veneración póstuma al difunto, tenían cabida todo tipo de objetos, para que el alma disfrutase en muerte tanto como lo había hecho en vida. Así, eran habituales estatuas del dios Osiris, símbolo de la resurreción, junto con un papiro que repasaba en jeroglíficos la vida del homenajeado; también enterraban 4 vasijas con los órganos del difunto, un escarabajo con función de amuleto, 365 estatuillas momiformes llamadas Ushtabi, una por cada día del año, objetos de labranza, estelas funerarias... Y por si no quedaba hueco, los sarcófagos se disponían en mausoleos donde también se han encontrado pan, bebidas, vasijas, barcos, armas, hasta figuras de Tauret, el dios de la fertilidad que quedó inmortalizado en Lost en la estatua gigante de 4 dedos.


Todo ello queda expuesto en el impresionante museo egipcio de Turín, el segundo más importante del mundo después del de El Cairo, ambición coleccionista del rey Carlos Félix de Saboya en el s XIX. Desde entonces, el edificio, ubicado en el centro de la ciudad, ha aumentado su colección con piezas únicas, como las estatuas de Sekmet, la diosa de la guerra con cabeza de león coronada por un disco solar; esfinges metáfora del faraón, con cuerpo de león y cabeza de hombre, halcón o carnero; y la inigualable figura de Ramses II, el faraón que gobernó durante 66 años.

Gran Torino

sábado, 16 de abril de 2011

Turín en español y piamontés, Torino en italiano. Me gusta más Torino, un nombre que recuerda la potencia y lujo del coche al que Clint Eastwood hizo protagonista principal de su película de 2008. Torino, como el coche, tiene clase, es una ciudad que ha sabido adaptarse a los nuevos tiempos conservando los hitos de su célebre pasado.


Torino ha sido terra mater de reyes, desde Carlos Manuel IV al primer monarca de la unificada Italia, el referente Vittorio Emmanuele II. Primera capital del reino, sus principales edificios reflejan esta época dorada con colosales construcciones como el Palacio Real, el Palacio Madama o el Palacio Carignano, que fuera sede del primer parlamento italiano. Obras ingentes de la Gran Torino, de una grandiosidad que embauca. Torino sorprende por la amplitud de sus enormes plazas, por los cientos de arcos que crean calles porticadas, por tener una iglesia en cada esquina, por su empedrado suelo o por la multitud de cables que enredan la ciudad para que los antiguos tranvías naranjas puedan circular.

Pero Torino no se ha quedado atrás. Los Juegos Olímpicos de invierno que se celebraron en la ciudad, en 2006, le han dado un nuevo impulso. Los Alpes han revitalizado a Torino, unos Alpes que están tan cerquita pero que tan difícilmente se ven por esa bruma permanente que recubre la ciudad. Torino se ha modernizado, ya tiene metro, un metro limpio y seguro que además circula sin conductor. Torino es sede cultural e industrial (con empresas como la Fiat, Martini o Ferrero), referente con museos como el egipcio, y sede de eventos como su famosa feria del chocolate. Todo ello con la alargada sombra de una mole que todo lo cubre y los verdes paseos que se disfrutan a lo largo del archiconocido por los amantes de los crucigramas río Po.

Torino es grande. Es el pasado y el presente, es el Torino y la Juve, es una visita obligada en el norte de Italia.

Jack Vs Locke

jueves, 7 de abril de 2011

Si Jack y Locke, los dos polos más opuestos de Perdidos, hubieran caido en la catedral de San Juan Bautista en Turín, habrían prolongado sus discrepancias sobre las creencias al enfrentarse a la conocida como Síndone o Sábana Santa, el supuesto lienzo con el que se recubrió a Jesucristo tras la crucifixión.

Locke, el hombre de fe, reconocería sin problemas en la sábana las marcas del cuerpo de Cristo, unas manchas rojas que impregnan la tela y que supuestamente representan las piernas, los brazos cruzados con sus muñecas sangrantes por el clavo y la cabeza del hijo de dios. Locke creería en los dos mil años de antigüedad de esta reliquia; y en el rostro que aparece en el negativo de una foto de la sábana tomada en 1898, negativo que está expuesto en la catedral y donde se aprecia, con un hiperrealismo extremo, las facciones de la cara, la corona de espinas, el pelo largo y la barba.

Jack, el hombre de ciencia, por su parte, no se creería nada de una sábana que permanece encerrada en un gran cofre aislada del público, y que la Santa Sede ha restaurado en el año 2000. Jack preferiría creer en las pruebas de radiocarbono que se le han hecho a algunas hebras de la síndone, que la han datado mucho más joven de lo que Locke creería: el carbono ha dictaminado que como mucho la sábana procede de la Edad Media.

Locke pensaría que la sábana ha llegado a Turín por una razón, y animaría a sus seguidores a presentar su devoción por este paño porque ese sería su destino. Jack se dejaría de tonterías y trataría de salir de Turín como fuese, porque qué diantres hace él allí. La Sábana Santa, como Jack y Locke, generan detractores y partidarios por igual, y divide a investigadores y religiosos, a ateos y devotos, a hombres de ciencia y de fe, a la razón y al corazón; su origen, como el de La Isla, está y seguirá plagado de misterio.

La mole le mola

lunes, 4 de abril de 2011

El símbolo de Turín es una mole, es decir, por definición, un bulto grande o corpulento. No es a priori muy atractivo decir que tu símbolo es un bulto. Pero esta mole es una mole que mola. La Mole Antonelliana lleva siendo la atalaya más alta de Turín desde 1889, el bulto molón del que los turineses de sienten más orgullosos, y el monumento que mola a los colectivos más diversos.

La mole le mola a los arquitectos, que admiran a Alessandro Antonelli, el constructor que fue capaz de transformar el proyecto inicial, una sinagoga de 66 metros de altura, para elevarlo cien metros más y convertir a la construcción que lleva su nombre en el edificio de ladrillo más alto levantado en su momento, con 167 metros.

La mole le mola a los fotógrafos, que buscan la postal perfecta en un día soleado desde el Monte Capuccini, con la Mole destacando su gigantesca cúpula sobre el resto de edificios de Turín y con la preciosa estampa de los Alpes nevados al fondo; o que acceden al mirador del edificio, ubicado a 100 metros sobre el suelo, para tener la mejor vista desde el interior de la ciudad.

La mole le mola a los que buscan emociones fuertes, pues es toda una aventura subirse a su ascensor central, totalmente acristalado para ascender 75 metros en medio de la nada. Y mirar para arriba y ver por qué agujero tan pequeñito tiene que caber ese elevador que no para de subir.

La mole le mola a los cinéfilos, pues desde el 2000 acoge el Museo Nacional del Cine, un espacio expositivo de 5 plantas con, entre otras muchas atracciones, carteles que repasan toda la historia del cine contextualizada con la historia del mundo, atrezzo de tamaño gigante utilizado en algunas películas, y salas que repasan todos los géneros cinematográficos a nivel italiano e internacional.

La mole le mola a los numismáticos, pues desde que el euro entró en Italia la efigie de la Mole representa al país en las monedas de dos céntimos.

Y por último, la mole le mola a los viajeros de culo inquieto que, como el menda lerenda, disfruta de este bulto cada vez que visita Turín.