Facile e divertente

miércoles, 30 de marzo de 2011

¿Por qué elegir estudiar italiano? No parece una decisión atractiva para triunfar en la carrera profesional, pues la lengua italiana sólo la hablan unos 70 millones de personas en el mundo, siendo idioma oficial únicamente en Italia y San Marino, co-oficial en Suiza (donde apenas el 6,5% de la población la usa) y el Vaticano, y hablada escasamente en otros como Eslovenia y Eritrea. Entonces, ¿por qué me gusta tanto el italiano? Pues entre otras cosas porque es facile e divertente:

Travestirsi. Los italiano parlantes lo dicen sin tapujos, son una comunidad mucho más moderna y tolerante y allí incluso todos se animan a ir travestidos, pero eso sí, sobre todo en carnaval. Porque travestirsi en italiano significa "disfrazarse".

Stirare. El italiano es lógico y consecuente, por eso a la hora de inventar una palabra, piensan: cuando tengo una camisa arrugada, para quitarle las arrugas, en verdad lo que hay que hacer es estirar para que quede lisa, ¿no? (bueno, hay que recordar que en Italia se inventaron lo de llevar las camisas arrugadas, moda que llegó allí al menos en 2002). Pues ya está, de planchar nada, aquí se dice stirare.

Porro. Cuando en una cena con amigos te digan que una comida lleva porro, no te frotes las manos pensando en colocarte de gratis. El porro es el puerro, y si quieres de lo otro pide un spinello o canna.

Autista. Cuando en Italia o Lugano te montes en un autobús, si el conductor no te hace caso y le llamas "autista", ni se enfandará, pues ese es el nombre en italiano de su profesión. Además, estará cumpliendo con su obligación porque no se le puede molestar mientras trabaja.

Accidenti. En Italia soy muy melodramáticos, y ante cualquier situación extraña que ocurra y nos sorprenda, cuando nosotros diríamos un simple "¡caramba!", ellos parece que siempre se imaginen lo peor, y te soltarán un accidenti!

Mettercela tutta. Pues sí, tal expresión se usa en italiano, y con mucha asiduidad, y significa "hacer todo lo posible para", pero me da que la mente calenturienta de un español jamás podrá pensar en que una expresión así pueda significar lo que de verdad quiere decir.

150 años

sábado, 26 de marzo de 2011

El 17 de marzo de 1861, Vittorio Emanuele Maria Alberto Eugenio Ferdinando Luca Tommaso di Savoia-Carignano, Vittorio Emanuele II para los amigos, fue coronado como el primer rey de Italia. El país de la pizza, cuna del primer gran imperio de la historia, el romano, nunca había tenido una identidad nacional antes de esa fecha. Su anterior territorio, dividido en estados independientes, algunos controlados por la pequeña pero guerrera Austria, quedó a partir de ese día unificado.

Este año se cumplen pues 150 años de aquel suceso. Italia es, por tanto, una nación joven, pero, a pesar de ello, el país ha sabido consolidar una identidad nacional férrea, a diferencia de lo que sucede por ejemplo en España. Y eso que en Italia, al igual que en su vecino mediterráneo, cada región es diferente a la de al lado; incluso cada una posee un dialecto propio, distinto e inentendible para las demás.

Hace 150 años, Turín, ciudad natal del rey, fue elegida capital del naciente estado. Y es por ello por lo que Turín y el Piamonte han adoptado este evento como propio para celebrarlo por todo lo alto. Desde marzo a noviembre, por toda la región habrá actividades culturales, depotivas y temáticas respecto a l'Unitá dell'Italia, con programaciones especiales en museos y asociaciones. Cursiva
El sentimiento italiano desborda las calles de Turín. Todos, absolutamente todos los comercios de la ciudad tienen una pegatina decorando su escaparate con el logotipo de la tricolore. Algunos lo llevan al extremo y monopolizan su negocio con los colores verde, blanco y azul, metaforizando su bandera con globos, pasteles, helados y hasta en abrigos.

Las calles están llenas de guirnaldas, de banderas italianas, de luces que pintan edificios, de carteles y pantallas luminosas que irradian italianismo. Los italianos están orgullosos de su país, y no tienen reparos en demostrarlo. Algo que en España sólo ha ocurrido cuando ganamos el Mundial. ¿Por qué está diferencia? Ah claro, ya está, debe ser que Italia lo ha ganado 4 veces.

No fallan

martes, 22 de marzo de 2011

Se acabaron las Fallas. Valencia echa el cierre el 19 de marzo a un año de preparativos con una traca final de 3 días de locura. Tres días para quemar una ciudad que está de fiesta, una fiesta donde predomina el olor a pólvora por las calles, unas calles por las que pasear se torna complejo tratando de evitar ora la marabunta de gente, ora los petardos ensordecedores y molestos que lanzan los niños a todas, y digo a todas, horas. Las fallas no fallan. Predomina el buen ambiente y la fiesta en la calle. ¿Qué qué es lo que se hace en Fallas? Dada su gran variedad de posibilidades nada mejor que hacer una lista para no perderse un detalle.

Ver las fallas. Las fallas son esos monumentos de poliespan que abarrotan cada plaza de Valencia. Cada barrio expone 2, el gigante y uno infantil, y su temática, aunque me la esperaba mucho más crítica, era muy variada (la televisión, deportes, y otras muchas de difícil interpretación). Los personajes más repetidos, Zapatero y Rita Barberá, la alcaldesa. Su elaboración conlleva todo un año de preparación por parte de un maestro fallero. Se disponen el día 15, con lo que apenas hay 4 días para intentar ver las más de 400 dispersas por toda la ciudad. Todas las fallas entran en un concurso, de la que resulta ganadora una el día 18, aunque, como en las elecciones, a pesar de haber un único ganador, todas parecen ganar, pues hay premios secundarios (ingenio, infantil) y todas exponen un baluarte con destacando con orgullo su posición, fuere cual fuere.

Sentir la Mascletá. Todos los días a las 14.00 en la plaza del Ayuntamiento se hace la guerra. Una hora antes la gente se atrinchera, nunca mejor dicho, alrededor de un cubículo enrejado que aloja en su interior cientos de kilos de pólvora presta para ser explosionada. En apenas 10 minutos todo que quema, el suelo tiembla, el corazón palpita y las bocas quedan boquiabiertas doblemente para no dañar los oidos y para expresar la emoción de este caos controlado. Un vídeo para recordar la traca final:


Ver un castillo. Los castillos de fuegos artificiales tienen lugar a diario a la 1 de la madrugada. Cada noche distintos, se lanzan en al antiguo cauce del Turia y el más largo y espectacular en el del día 18, la Nit del foc, más de 20 minutos de cohetes y petardos de colores, alguno cayendo pausadamente con un pequeño paracaidas. Lo más importante, sin duda, saber cuándo terminan: dos petardazos finales y un aplauso generalizado.

La ofrenda. El 17 y el 18, por la tarde, se organiza un desfile en el que cada falla, ordenadamente, procesiona en una especie de carrera oficial con final en la Plaza de la Virgen, detrás de la Catedral. Las falleras lucen sus trajes, caros carísimos, con sus característicos peinados, que son postizos y que tienen que mantener durante una semana (duermen boca abajo); y los falleros llevan un curioso traje que recuerda al de un pirata, al son de una banda que toca canciones típicas (aunque sean alicantinas como mon'anirem al Postiguet). Todos llevan claveles a la virgen, que al llegar a la plaza, entre lágrimas de los falleros, serán dispuestas en una estructura de madera gigante que formarán un espectacular manto para la Cheperudeta (así se llama cariñosamente a la Virgen de los Desamparados).

Las luces. La calle es protagonista, también, de otro concurso: el de la iluminación. Cada barrio decora sus vías con luces, aunque siempre siempre gana la de Russafa, que se gasta un pastizal en formar una espectacular estructura. Cada tarde, a las 8, se enciende ceremonialmente con música de fondo muy muy mística, un evento que acoge a multitud de interesados como se ve en el vídeo.



La cremá. El fin de fiesta, la noche del 19, el día más triste para los valencianos. Las fallas se queman, siempre rodeadas por un dispositivo de bomberos que riegan las edificios, muchas veces muy próximos al monumento. Un año de preparación que arde en unos segundos, cuando la fallera mayor, a lágrima viva, enciende la mecha que marca el final de la fiesta. No todo se reduce a cenizas: la falla que gana puede salvar un pequeño muñeco, el ninot indultat, que se guardará en un museo.

Y más y más. Las fallas dan para mucho. Los guiris se ponen un pañuelo de cuadros azules, que ningún valenciano lleva; por las noches, si no te cuelas en algún casal de esos privados con ambiente bastante cerrado, existe la posibilidad alternativa de que cada falla monta una paellada, para no limitar el comer arroz en el almuerzo, y una verbena para bailar hasta las tantas; y a la vuelta, nada mejor que desayunar, pero sin equivocarse: lo típico no son los churros, sino los buñuelos de calabaza. Y si no se ha conseguido ligar, no hay problema. Como dice el refrán, "Si en Fallas no follas, en Pascua no fallas".

La mayor torreta del mon

martes, 8 de marzo de 2011

No podía ser de otra manera. Alicante, la millor terreta del mon, ostenta la mayor torreta del mon. Hay que viajar un poco al sur de la provincia, a Guardamar del Segura, un municipio eminentemente playero, para encontrarnos una antena de radio que, por su ubicación cercana al mar y alejada de montañas, se puede divisar en un día claro desde más de 50 kilómetros de distancia. Lo que hace especial a esta torre es que, con sus 370 metros de altura (50 metros más que la Torre Eiffel, por ejemplo), es la construcción más alta de toda España.

Es decir, no hay nada en España construido por el hombre que supere en altura, desde su base hasta su tope, a la torreta de Guadarmar. Normalmente, la clasificación famosa es la de los edificios más altos, que a día de hoy en nuestro país son las 4 torres de Madrid y el hotel Bali de Benidorm. Pero, para este ranking, se considera edificio a aquella estructura que tiene más de un 50% de su superficie destinada a uso humano (vivienda, oficinas...). Este criterio deja fuera a otras construcciones destinadas a comunicaciones o a uso industrial, y en concreto hay 6 (como se puede ver en este gráfico) que superan a los citados edificios.

La torre de Guardamar presume de record de altura desde que se construyera en 1962, y es también la construcción de uso militar más alta de toda Europa. Su altura asombra, pues yergue su figura en un entorno diáfano que aún la engrandece más. Hoy pertenece a la Armada Española y su altura se justifica en su utilidad: da servicio a los submarinos que salen de Cartagena, y que necesitan de una antena emisora de un tamaño enorme según nosequé ley física para transmitir ondas de radio de gran longitud que les lleguen bajo el agua a grandes profundidades. Lo curioso es que dicha antena se controla desde la base militar de Rota.

Y es que su historia emana de los Estados Unidos, que la construyeron durante la Guerra Fría según las concesiones que el régimen otorgó a los yanquis, para dejar de usarla después de la Guerra del Golfo. Es por ello por lo que la antena es conocida como "La torre de los americanos". Su peculiaridad bien merece una visita, sin dejarse engañar por el cartel de la puerta que le otorga 10 metros más de los que en verdad tiene.

La patrulla águila

miércoles, 2 de marzo de 2011

El águila, poderosa y ágil, surca los vientos. Su planta, esbelta y robusta, intimida. Su imagen, potente y cautivadora, ha sido tomada por muchos pueblos, desde el Imperio Romano a los Austrias españoles, como símbolo nacional, una imagen que transmite per se fuerza y poderío. Nuestro ejército también ha utilizado al águila como referente, para dar nombre a una patrulla cuyos miembros, como el águila, se manejan en el aire con firmeza.

La patrulla águila es un grupo perteneciente al Ejército del aire, compuesto por 7 aviones del tipo aviojet C101, que se han especializado en acrobacias aéreas. Tienen su sede en la base militar de San Javier, junto al Mar Menor, y ensayan durante el invierno las exhibiciones que realizan periódicamente de primavera a otoño. Aunque participan en otros eventos, como cuando durante el paseo de los campeones del mundo los vi cruzar por encima del autobús de la selección desplegando con humo de colores la bandera de España.

Para que sus acrobacias salgan óptimas en las exhibiciones, estos aviadores de la patrulla águila hacen un intenso entrenamiento que empieza en febrero. Cada miércoles, sus 7 pilotos suben a sus culopollos (que es como curiosamente llaman a sus aviones) para ensayar unas maniobras imposibles. La suerte es justo, sin saberlo, visitar San Javier en febrero un miércoles, y contemplar in situ su entrenamiento con la ilustre compañía del comandante Lombo, que como ex miembro de la patrulla, te va además explicando cada uno de los ejercicios y te hace ver lo complicado de su ejecución.

La patrulla águila se mueve en bandada. La bandada tiene un líder, que es el que decide la formación a seguir. Ya sea en flecha, en cuña o en rombo, estos pájaros a motor vuelan juntos, tan juntos que parece que sus alas se van a tocar. La pericia del piloto persigue realizar el ejercicio lo más preciso posible, con cruces a 600 km/h por aparato. Los aviones pueden volar en vertical, dejándose caer en el aire y recuperando la estabilidad en pocos segundos; también se dan la vuelta, y vuelan boca abajo haciendo un espejo con otro avión pocos metros más abajo; o rotan y rotan sobre sí mismos gracias a unos pilotos inmunes al centrifugado. Los mirlos dejan estelas de humo dibujando el cielo con formas, rompen su formación con movimientos inverosímiles y dejan atónito al espectador asustado por la ilusión óptica de un choque en el aire.

Al terminar el ensayo, los pilotos de la patrulla águila descienden de su culopollo como si nada. Alguno reconoce un poco de mareo, pero sin más muestras de fatiga. Estos águilas humanos bajan a la tierra para repasar en un vídeo los posibles errores que subsanar para que el día de la exhibición oficial el vuelo salga perfecto. Y ya se preparan para volver a surcar el cielo. La patrulla águila, siempre listos.