Al norte de Lisboa, en plena región de Estremadura, descubrimos el pequeño Óbidos, un pueblo cuyo nombre me era tan desconocido como los encantos que escondía. Tan escondidos los tiene que para conocerlos hay que asaltar las murallas de 13 metros de altura que lo rodean a través de alguna de sus puertas. Las viviendas quedan así aisladas intramuros por estas paredes defensivas que construyeron las árabes. Se puede dar la vuelta a Óbidos desde las alturas, con las almenas como barandillas a lo largo de 1 kilómetro y medio.
Desde allí, desde lo alto de alguna de sus torres, se ve que todo el pueblo confluye hacia su castillo, una construcción con historia pues el rey Dinis I lo utilizó como regalo de bodas a su esposa Isabel en 1282 y esta tradición se mantuvo inalterada hasta 1833. Hoy constituye uno de los paradores nacionales más espectaculares de Portugal, y una estancia en él sería sin duda un buen regalo de compromiso.
El recorrido ya sobre tierra transcurre por pequeñas calles empedradas y sinuosas, y la gran cantidad de iglesias revelan que que el fervor religioso es importante en Óbidos; no obstante, su Semana Santa es muy famosa por una procesión nocturna a la luz de las antorchas. Las casas, blancas y relucientes, cubren sus paredes con franjas de colores amarillo o azul, mientras se adornan con variadas flores. Entre ellas, algún bar en el que degustar el popular licor de Ginjinha, hecho a base de cereza.
Óbidos, regalo de bodas
miércoles, 14 de abril de 2010
Publicado por Lince, viajero de culo inquieto en 23:02
Etiquetas: 023.Pueblos con encanto, 200.Europa, 214.Portugal
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1 comentarios:
me encanta como escribis y tus fotos son buenísimas, te felicito por todo!! te encontré buscando información sobre la catedral de kingsbridge.
Cariños, Cecilia (Quilmes, Buenos Aires)
www.flickr.com/photos/geselina
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