La "siesta" finlandesa

lunes, 26 de diciembre de 2011

¿Qué haría un finlandés si tiene mucho frío porque la temperatura exterior en su ciudad de menos 30 grados? Se tomaría una sauna. ¿Y si tiene mucho calor porque en verano el sol nunca se pone? Pues se toma otra sauna. La sauna en Finlandia traspasa los límites de la actividad terapeútica para convertirse en símbolo nacional, algo tan significativo como sería la siesta en España. Y no porque dentro de la sauna te vayas a echar un sueñecito; la propia palabra sauna es de origen finés, y representa ese nexo de unión que identifica a los finlandeses.

Es tal el arraigo de las saunas en Finlandia que existe una por cada 3 finlandeses. Las hay por todas partes y para los oriundos cualquier momento es bueno para tomarse una. Su origen es desconocido y remoto, de hecho se dice que en sus inicios servían como escenario para dar a luz o para ahumar carne; hoy, al margen de sus reconocidades propiedades curativas y de bienestar corporal, se podría hablar de que tomar una sauna es un acto social, en el que pasar un rato con amigos y cervezas, descansar junto a desconocidos o incluso cerrar negocios entre empresas o acuerdos con tu jefe. Muchas viviendas poseen una sauna privada, hay muchas otras públicas, y la mayoría de los finlandeses tienen otra en la casa de campo donde siempre pasan el fin de semana. Recién lavantado, tras almorzar o antes de cenar, no hay hora para comenzar a sudar.

La sauna es todo un ritual, en el que se suele perder toda intimidad pues se toma desnudo; debe ser chocante intentar relajarte teniendo enfrente de ti a tu jefe en pelotas, pero así es la costumbre y nadie se escandaliza por ello. Hay saunas mixtas aunque muchas se separan por sexos. Hay de muchos tipos, pero las más chulas son las de madera con fuego de leña que se enciende en una chimenea, típicas de la zona campestre.

Con un cazo se echa agua sobre unas piedras al rojo vivo que producen vapor para que la temperatura en el interior nunca baje de 80 grados. Y entonces se comienza a sudar y sudar, hasta que pasado un tiempo el cuerpo se ha calentado tanto que hay que enfriarlo. Y aquí viene lo mejor: si estás en el bosque, la tradición manda salir corriendo de la sauna y tirarse a un lago, para que el contraste calor/frío sea mayor. Es una experiencia que cuesta amumir pero una vez te atreves la sensación final es muy reconfortante. Y de nuevo corriendo a la sauna para repetir el ciclo.


Si no hay lago, basta ducharse con agua fría; pero lo más extremo es en invierno, cuando hacen agujeros en el hielo y se bañan en aguas gélidas. Debe ser algo muy duro, solo apto para machotes... lo malo es que se atreva tu jefe y tu tengas que ir detrás para no quedar mal.

1 comentarios:

Fernando dijo...

Chaaaaa, ¡¡el finde pasado fuimos a una sauna al lado de un lago helado!! E hicimos lo de meterse por un agujero hecho en el hielo ("avanto" lo llaman aquí). Yo, que iba con la idea de no tocar el agua, me metí un poco por encima de las rodillas. Hanah y los demás sí que se metieron hasta el cuello. Dicen que luego te quedas sueperbien; a mí no me acaba de convencer. Cuando sales del lago, durante 5 segundos te duele todo que te parece que se te va a caer la piel. Luego ya te quedas "mejor", es decir, que no te duele horriblemente el cuerpo. :)