La senda de los encuentros

lunes, 26 de julio de 2010

Tras muchos meses de intentos desvanecidos, por fin volvimos a disfrutar de esos encuentros ruteros tan especiales. Empezamos un viernes y los monitores se dividen en coches, 1, 2 y 3, aunque Gema no se enterá muy bien de en qué número va. Justo al empezar el encuentro nos deja un amigo una casa en Covanera, con lo que en vez de dormir vivaqueando lo haremos bajo techo. La ruta nuevamente sigue viva. Llegamos a Covanera y los coches 1 y 3 disfrutan de una cena burgalesa en casa de mis tíos, cosa rara porque la mayoría de la población de Covanera es familia mía. El coche 2, por llegar tarde (gracias a Alberto que decidió que los atascos se evitan mejor metiéndose por vías pecuarias) se queda sin morcillas, rabas, queso de Sasamón y langostinos. Por fin nos reunimos los 11 y pasamos la noche junto al río, algunos dentro del agua, claro. Sin faltar la historia de miedo de Agus, sobre Pechos Tocantes y Caos Rectantes.

Ya es sábado. Almu preguntaba si el encuentro iba a tener agua. No iba mal encaminada. Con parsimonia habitual nos levantamos, vamos al bar a tomar café aunque en verdad era para usar los servicios, y salimos en dirección a hacer la ruta de senderismo del cañón del río Rudrón. Aunque antes una sorpresita: un rally en coche por un estrecho camino de piedras, en el que dar la vuelta resultó casi imposible. El nuevo coche de Rebe superó la prueba. La subida por el río Rudrón nos dejó un primer baño en una cascada y un segundo en una cueva de la que emanaba agua prístina y congelada. A la vuelta nos paramos en el pueblo de inicio donde conocimos a una de sus dos habitantes y Alberto probó cómo de fresquita estaba el agua del pilón...

A la vuelta en Covanera fuimos al Pozo Azul, una surgencia kárstica de agua cristalina y gélida. Aunque Pablo no lo creyese, sus 10 metros de profundidad permitían tirarse desde 3, 4 o más metros de altura, incluso de cabeza... meritoria Gema, que superó su fobia. Y una subida al perentón para ver vistas del pueblo. Después, hubo que complacer a Gema y mis tíos nuevamente nos prepararon una suculenta cena. Increíbles las cerezas de la huerta.

Por la noche, visita al observatorio astronómico, donde se estropeó el telescopio, así que ninguno vio las estrellas... a excepción de la monitora que lo explicaba, que agobiada por las preguntas de Alberto chocó su cabeza con los contrapesos y cayó su cuerpo casi inerte sobre el regazo mío, de Jorge e Íñigo... la pobre se recuperó, y una vez pasado el susto las risas por la situación fueron más que inevitables.

Y el domingo. Llegó la hora del canorafting por el cañón del río Ebro, unas canoas biplaza para bajar los rápidos en un entorno super chulo. Los remansos dieron rienda suelta al Tata y a los vaivenes de canoas, remos, vuelcos y demás. Al acabar, una cuerda en una rama para lanzarse al río acrobáticamente, con Barrera en plan circense. Y pronto la recogida, que Pablo y Ángela tenían que coger el tren a Alicante y los demás tuvimos que soportar el atasco en la A-1... para llegar tarde a ver la final del mundial.

Pero todo sea por los encuentros. Este será recordado por esa cancioncilla del mundial que repetimos una y otra vez.

Canoraft por el Ebro

domingo, 25 de julio de 2010

La nueva aventura se llama Canorafting y el nuevo escenario se llama Cañón del Ebro. Esta actividad se enmarca dentro de las de descenso rápido de ríos, y es un derivado del rafting. A diferencia de éste, la balsa no es de seis personas sino que se utilizan canoas biplaza del mismo material que la balsa del rafting. Al ser de este material tan flexible y más estrecha, la sensación de velocidad es mayor que en el rafting.

El paisaje del Cañón es tremendamente bello, pues los páramos se ven cortados por grandes desniveles al paso del río Ebro. Las aguas descienden a gran velocidad mientras 100 metros más arriba los buitres vigilan en su característico vuelo circular. El camino comienza en Quintanilla-Escalada, y en esta ocación el Ebro bajaba con más agua que nunca. El peligro no es mucho y tras unos primeros rápidos, asistimos a la confluencia de los ríos Ebro y Rudrón que ofrecen unas singulares cascadas donde poder hacer una pequeña parada.

De ahí el camino desciende hasta Pesquera de Ebro, final del recorrido tras casi 3 horas de descenso. La actividad está bastante bien, pues combina la emoción de los rápidos con momentos de relax para poder hacer el tonto sobre las canoas: abordajes, remar de pie, remar desde el borde para levantar la canoa sobre la superficie... Siempre sienta bien hacer nuevas aventuras y que te lo pases de lujo.

Oh manantial de Covanera...

martes, 20 de julio de 2010

Es el Pozo Azul, mal llamado lago tantas veces, el manantial que surge de la roca muy cerca de Covanera y expulsa sin descanso mil litros de agua por segundo al río Rudrón. Una surgencia llena de misterios, que engaña a la vista pues la refracción de la luz nos falsifica su profundidad y su color, pues sus 10 metros de hondo nos parecen someros y la tonalidad azul de sus aguas nos colorean su cristalinidad. Una pureza que nos permite ver la entrada a la cueva de la que sale tanta agua. Un espectáculo natural del que quedó prendado el gaiterillo de la leyenda que hasta hoy desconocía.

Pero esta cueva sumergida aún es una incógnita para los científicos, pues nadie ha podido llegar a su inicio. Hasta 2006 los espeleobuceadores sólo había podido alcanzar los 3.800 metros de longitud, en operaciones de alto riesgo ya que sonya varios los que han perdido la vida intentando conocer las profundidades de este misterioso sifón. En 2009, los aventureros de Al filo de lo imposible quisieron hacer del Pozo su nuevo reto, llegaron incluso a dormir dentro (pues hay una zona conocida como "La burbuja" donde hay aire y se puede respirar) y avanzaron hasta casi los 6 kilómetros... pero el final del Pozo Azul sigue sin llegar a ser conocido, y hoy es la cueva sumergida más larga de Europa, y nadie sabe cuánta longitud alcanzará.

La zona de donde surge el Pozo es kárstica, esto es, abunda la roca caliza que es muy porosa y absorbe mucho el agua. Por eso se cree que el manantial se nutre de las aguas recogidas durantes las lluvias que quedan retenidas en las rocas y van saliendo por el sifón. Pero en algún punto tendrá que empezar. Por eso el Pozo es mágico, por eso y por ser agua pura, potable, y gélida, todo un reto para los que quieran bañarse o zambullirse desde las alturas. Por eso cautivo a todo el que lo visita, como hizo en su día al anónimo autor de esta coplilla que en su día encontramos por la red:

¡Oh! manantial de Covanera:
Irisada vidriera,
que del abismo subes
misteriosas aguas azules.
Luz desleída, vena acelerada,
fresco suspiro, crisol de nieve.
Artífice de roca abandonada,
clara fragua de ruido leve.
Corriente de fuerza pujante,
que a un batán moviste
y a un molino tornaste,
en tu correr galopante.
-Qué son Fontibre y ruidera
y otra fuentesparideras
de ríos de gran solera:
junto a tí...
¡manantial inédito de Covanera!
Yo afirmo y reto:corre, galopa...!
-A que no brota manantial igual en toda Europa!


Jugar con fuego

domingo, 18 de julio de 2010

Es una pena ir a trabajar a un lugar en el que no estás cómodo; y más aún si te encanta tu profesión pero no te dejan desempeñarla en las condiciones adecuadas. En nuestra visita al Centro de Control de Gavá en Barcelona, que controla todos los aviones que sobrevuelan el espacio aéreo mediterráneo, conocimos de cerca realidades de controladores cansados de soportar una presión laboral innecesaria y de aguantar las vejaciones injustas de una opinión pública manipulada por las mentiras que el gobierno les ha querido vender.

El centro, el más moderno y equipado de España, consta de unas instalaciones de trabajo y descanso excepcionales. Se podría decir que da gusto ir a trabajar allí; de hecho, todos los controladores hablan maravillas de su puesto de trabajo. Pero, a raíz del decreto-ley impuesto por el congreso el 5 de febrero, que regula sin opción a negociación las condiciones laborales del sector, el ambiente ya no es el mismo. Una ley ilegal que, además, ha sido respaldada por la Audiencia Nacional quien en su sentencia ha llegado a afirmar sin pudor que los "derechos fundamentales de la Constitución no son absolutos". Pues mira que bien.

El decretazo, saltándose a la torera todas las leyes de las relaciones laborales, ha aumentado los horarios de trabajo un 50%, ha disminuido los periodos de descanso y ha reducido los salarios un 50% de media. Todo con la excusa del "cobran mucho y trabajan poco" y como razón de una deuda económica sin precedentes. Parece que empieza a primar más el ahorro económico que la seguridad de todos los pasajeros.

Porque lo que ha conseguido el decreto es que los controladores curren más, no hagan los descansos pertinentes y en consecuencia, presten menos atención a su pantalla radar donde nunca deja de aparecer aviones. Muchos de ellos han sufrido ataques de ansiedad, taquicardias o desmayos, pues la carga de trabajo ha aumentado sin control. Algunas torres pasarán a manos privadas, donde una empresa tratará de gestionar para obtener los beneficios que pueda. Algunos aeropuertos como La Gomera, El Hierro o Burgos serán vigilados por los AFIS, personas sin ninguna responsabilidad a la hora de gestionar el tráfico que manejen.

Así, puede que algún día ocurra lo que nadie quiere: un accidente aéreo. El señor Pepiño y su gobierno están jugando con fuego al dar prioridad a ganar dinero antes que la seguridad de los aviones. Aunque, si algo ocurre, está claro que siempre le podrán echar la culpa a los controladores.


Cuano España ganó el mundial yo...

martes, 13 de julio de 2010

Algún día mis hijos o nietos me preguntarán qué hice el día que España ganó su primer mundial, y a buen seguro podré relatarles con claridad cómo celebré tan magno acontecimiento. El de ayer fue un día histórico, pero no sólo a nivel deportivo, sino por su trascendencia a nivel social, todo un país unido y alegre; es más, incluso aquéllos a los que no les gusta el fútbol han visto los partidos y se han emocionado.

Siempre podré decir que el esperadísimo día de la final, el partido soñado por todos, llegué tarde para verlo. Volvía del encuentro quetzal en Covanera y la A-1 se colapsó por los miles de madrileños que, como nosotros, habían decidido volver un poco antes para llegar a tiempo. El anfitrión llegó 35 minutos tarde pero los invitados ya se emocionaban con el primer tiempo. El gol de Iniesta desbordó la alegría y los 3 pitidos desataron una euforia retenida durante tantísimos años.

En seguida el barrio se echó a la calle y nos reunimos con todo el vecindario a nuestra fuente, la de la Plaza del Navío. Nunca pensé que me iba a costar tan poquísimo tiempo decidirme que aquella era la primera noche en la que me iba a meter a una fuente pública a celebrar algo. Los chorros de agua con espuma, el perro con la camiseta de España, la dueña del bar donde nos reunimos, los pases toreros a los autobuses municipales... todo se permitía y todo era alegría.

El siguiente objetivo: ir al centro. Para ello cogimos el metro, cabecera de línea y sitio asegurado en el vagón. Y allí comenzó una improvisada fiesta conforme se iban subiendo los nuevos usuarios en las paradas subsiguientes, que iban siendo recibidos con el estribillo llenos de oes de la canción de Bisbal. La gente de los vagones de al lado se subían al nuestro para animarse cantando los camareros, alabando al pulpo Paul o envidiando la novia de nuestro portero favorito.

Al salir por Gran Vía, la marabunta. Una riada de gente de rojo caminando en todas direcciones. Pasear por esta calle sin tráfico no tiene precio, pero hacerlo cuando tu país ha ganado un mundial es inolvidable. Por fin llegamos a la fuente de la diosa abrigada por una bandera de España, para siempre poder decir a mi descendencia que celebré un título en Cibeles. Estas oportunidades no se pueden desaprovechar.



Al día siguiente, el desfile del autobús con los héroes nacionales me permitió ver de cerca esa anhelada copa, aún más bonita en directo que por la tele. No hay nada como llegar a Gran Vía a las 21:31 y que el autobús pase a y 34. Un corto período de espera para ver a Iker con la bandera, a Capedvilla con el pulpo o a Villa con su gorro. Y nuevamente una ciudad entera en la calle compartiendo emociones, sobre todo en esa explanada de Principe Pío a la que no se me ocurrió ir. Con todo lo que había vivido ya tenía suficiente para contar cómo viví este día para la historia.


Las fiestas de San Pedo

jueves, 1 de julio de 2010

Once y media de la noche. Situados ante el mejor escaparate posible, sentados en la cornisa del mirador de la colina del castillo, justo delante de la Catedral de Burgos, los fuegos artificiales comienzan a tronar e inundan el cielo burgalés de líneas y tirabuzones multicolores y de ruidos estruendosos. Comienzan para nosotros las fiestas de San Pedro, las fiestas municipales que se celebran en Burgos cada final de junio.

La ciudad se transforma. Los burgaleses dejan en sus casas sus tradicionales bolsas y toman las calles de la ciudad, sin obviar la chaquetilla en mano pues, aunque a finales de junio, ya se sabe que en Burgos siempre termina refrescando. Por la noche, los grupos de jóvenes se agolpan en el nuevo paseo junto al Museo de la Evolución para hacer botellona en la orilla del río Arlanzón. Y en el centro, la gente se anima con los escenarios de las verbenas, los grupos de charangas o las batucadas.

Aunque la novedad que está causando furor es la tradición importada de Valladolid del concurso de tapas. Los principales bares de la ciudad disponen de una caseta de madera que se dispersan por las principales plazas del centro. Cada comercio ha de inventar una tapa fría y una caliente, que se venden junto con una bebida a un precio muy económico. El resultado es que te hinchas de comer y beber por poco dinero y con comidas tan sugerentes como "tubular relleno de salmón, crema de queso y ciruela con cucharilla comestible de morcilla y manzana, notas de flor de cactus y banana"... mucho mejor decir, "¡una de la caliente!".

De día, lo más típico de esta fiestas son las peñas de barrio, grupos de unas 50 personas que se caracterizan por llevar una blusa y unos pantalones de dos colores que definen a cada una de ellas. Las peñas cuentan con su propio desfile, desde Gamonal al centro, una especie de procesión donde no falta un automóvil tuneado con los colores de la peña, la charanga, carrozas que entran en un concurso y algún traje tradicional. Además, los peñistas van ofreciendo la bota de vino al público que los contempla. Una excusa buena para pillarse un buen pedo desde temprano.

También hay un desfile de gigantillos, gigantones y danzantes, y las típicas corridas vespertinas donde importa más lo borracho que estés en la grada que lo que suceda en el coso. Si al final, todas las fiestas redundan en lo mismo.