Los españolitos hacemos por una vez algo a la vez

domingo, 1 de enero de 2012

Podemos ser de izquierdas o de derechas, del Betis o del Sevilla, o detractores o benefactores de Tele5; pero si hay algo en lo que los españolitos nos pondremos siempre de acuerdo es que cada vez que cambiamos de año todos nos tomamos a la vez nuestras 12 uvas, tradición más santa y venerada que tomar una Cruzcampo fresquita en verano. Nunca fallamos, y estemos en el lugar del mundo en el que nos encontremos, siempre buscaremos una docena de uvas para compartir ese momento en el que toda la nación hace lo mismo al mismo tiempo.

Este año ha sido la primera vez que he vivido la experiencia de tomarlas en la calle; no era la Puerta del Sol, pero allí estábamos en la plaza del ayuntamiento de Alicante con nuestro kit completo de uvas, champán y bolsa de cotillón. Nunca había compartido el ritual de tomar las uvas rodeado de tanta gente, y digo ritual porque los patrones se comparten por todos: los nervios en los últimos 5 minutos, el típico que les quita las pepitas, quien empieza antes de tiempo, y el que se hace siempre un quilombo por esos liantes cuartos que dan un poco más de emoción.

Además, en la plaza del ayuntamiento había el inconveniente añadido del bajo volumen de las campanadas, que añadió una pizca más de desconcierto pero no evitó que saltase el júbilo por comenzar un nuevo año. Y no está mal hacerlo en Alicante, provincia que impulsó esta tradición allá por 1909, cuando, debido a un excedente en la producción de uvas de ese otoño, los agricultores decidieron darles salida promocionando esta toma masiva al acabar el año. Desde entonces, las uvas de Alicante siguen siendo las que nutren todos los hogares españoles en las Nocheviejas, en una costumbre que, por original y divertida, se está extendiendo allende de nuestras fronteras.

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