La patrulla águila

miércoles, 2 de marzo de 2011

El águila, poderosa y ágil, surca los vientos. Su planta, esbelta y robusta, intimida. Su imagen, potente y cautivadora, ha sido tomada por muchos pueblos, desde el Imperio Romano a los Austrias españoles, como símbolo nacional, una imagen que transmite per se fuerza y poderío. Nuestro ejército también ha utilizado al águila como referente, para dar nombre a una patrulla cuyos miembros, como el águila, se manejan en el aire con firmeza.

La patrulla águila es un grupo perteneciente al Ejército del aire, compuesto por 7 aviones del tipo aviojet C101, que se han especializado en acrobacias aéreas. Tienen su sede en la base militar de San Javier, junto al Mar Menor, y ensayan durante el invierno las exhibiciones que realizan periódicamente de primavera a otoño. Aunque participan en otros eventos, como cuando durante el paseo de los campeones del mundo los vi cruzar por encima del autobús de la selección desplegando con humo de colores la bandera de España.

Para que sus acrobacias salgan óptimas en las exhibiciones, estos aviadores de la patrulla águila hacen un intenso entrenamiento que empieza en febrero. Cada miércoles, sus 7 pilotos suben a sus culopollos (que es como curiosamente llaman a sus aviones) para ensayar unas maniobras imposibles. La suerte es justo, sin saberlo, visitar San Javier en febrero un miércoles, y contemplar in situ su entrenamiento con la ilustre compañía del comandante Lombo, que como ex miembro de la patrulla, te va además explicando cada uno de los ejercicios y te hace ver lo complicado de su ejecución.

La patrulla águila se mueve en bandada. La bandada tiene un líder, que es el que decide la formación a seguir. Ya sea en flecha, en cuña o en rombo, estos pájaros a motor vuelan juntos, tan juntos que parece que sus alas se van a tocar. La pericia del piloto persigue realizar el ejercicio lo más preciso posible, con cruces a 600 km/h por aparato. Los aviones pueden volar en vertical, dejándose caer en el aire y recuperando la estabilidad en pocos segundos; también se dan la vuelta, y vuelan boca abajo haciendo un espejo con otro avión pocos metros más abajo; o rotan y rotan sobre sí mismos gracias a unos pilotos inmunes al centrifugado. Los mirlos dejan estelas de humo dibujando el cielo con formas, rompen su formación con movimientos inverosímiles y dejan atónito al espectador asustado por la ilusión óptica de un choque en el aire.

Al terminar el ensayo, los pilotos de la patrulla águila descienden de su culopollo como si nada. Alguno reconoce un poco de mareo, pero sin más muestras de fatiga. Estos águilas humanos bajan a la tierra para repasar en un vídeo los posibles errores que subsanar para que el día de la exhibición oficial el vuelo salga perfecto. Y ya se preparan para volver a surcar el cielo. La patrulla águila, siempre listos.

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