En los años 80, la millonaria audiencia de la serie Corrupción en Miami permitió al gran público conocer a bordo de un Ferrari las calles de South Beach. Veinte años después, Miami vuelve a ser el escenario de carreras de Ferraris, Chevrolets y BMWs en 2 Fast 2 Furious. El lujo gusta en Miami. Es sin duda significativo que nada más salir del aeropuerto, lo primero que vea sea una limusina aparcada en Llegadas. Los coches y motos más llamativos posturean por la ciudad, y gorrillas con esmóquin aguardan en la puerta de restaurantes o edificios para coger las llaves y aparcar el vehículo a cambio de una obligatoria propina (son los conocidos como Valet parking, autorizados cobradores del impuesto revolucionario de aparcar tu coche).
Pero la realidad es bien distinta a la ficción. Paul Walker tendría bastante complicado pegar acelerones en la cuadrícula perfecta que forman las calles y avenidas de Miami. Los límites de velocidad están claramente marcados a 30 m/h, cifra que se reduce a la mitad si mientras conduces lo hace a tu lado el clásico autobús escolar amarillo que lleva a Bart Simpson al colegio. Pasarse del límite está considerado una falta muy grave; es más, si conduces rápido y hay obreros trabajando en la calle, la multa se dobla. Y dentro de esta moral americana de hay que hacerlo todo bien, los policías, si te pillan, te sueltan un discurso paternalista sobre lo importante de respetar las normas. "Drive safe".
Sin embargo, esta moral yanqui sobre el buen conducir entra en contradicción si analizamos algunas costumbres que están legalmente permitidas. En Florida, los coches no pasan ningún tipo de ITV y los motoristas pueden circular sin el casco. No se hacen controles de alcoholemia porque presuponen que nadie bebe si va a conducir; pero eso sí, si tienes un accidente y das positivo en la prueba, te tratan como un criminal: te esposan y te llevan a la cárcel. Lo más curioso de todo es que puedes hablar por el móvil o mandar SMSs al volante, o que los niños cuando cumplen 15 años pueden sacarse el carnet si justifican que el uso del vehículo será para ir a trabajar.
Son las contradicciones de un país que vive por y para el coche. Vale que el sistema calles/avenidas y el modo de vida en chalet individual hace que las distancias sean enormes. Pero es que en USA coger el autobús está visto como de pobres, e incluso se ve mal que la gente vaya andando por la calle. Si no tienes coche eres un pringao.
De repente, un vehículo parece ir contra el sistema americano. Circula sin luces y a toda velocidad por Alton Road, saltándose todo semáforo que halla en su camino. Pocos segundos después, las sirenas de un coche de policía anuncian que habrá movida. La patrulla circula a toda velocidad, y detrás del primer coche pasa uno, y otro, y otro, y otro... conté 15 hasta que me cansé. Los demás coches se apartan del asfalto para no molestar y la gente se agolpa preocupada en la acera. Se trata sin duda de una persecución policial en toda regla. No podía asistir a algo más peliculero en el ideal escenario de Miami.
Sin embargo, esta moral yanqui sobre el buen conducir entra en contradicción si analizamos algunas costumbres que están legalmente permitidas. En Florida, los coches no pasan ningún tipo de ITV y los motoristas pueden circular sin el casco. No se hacen controles de alcoholemia porque presuponen que nadie bebe si va a conducir; pero eso sí, si tienes un accidente y das positivo en la prueba, te tratan como un criminal: te esposan y te llevan a la cárcel. Lo más curioso de todo es que puedes hablar por el móvil o mandar SMSs al volante, o que los niños cuando cumplen 15 años pueden sacarse el carnet si justifican que el uso del vehículo será para ir a trabajar.
Son las contradicciones de un país que vive por y para el coche. Vale que el sistema calles/avenidas y el modo de vida en chalet individual hace que las distancias sean enormes. Pero es que en USA coger el autobús está visto como de pobres, e incluso se ve mal que la gente vaya andando por la calle. Si no tienes coche eres un pringao.
De repente, un vehículo parece ir contra el sistema americano. Circula sin luces y a toda velocidad por Alton Road, saltándose todo semáforo que halla en su camino. Pocos segundos después, las sirenas de un coche de policía anuncian que habrá movida. La patrulla circula a toda velocidad, y detrás del primer coche pasa uno, y otro, y otro, y otro... conté 15 hasta que me cansé. Los demás coches se apartan del asfalto para no molestar y la gente se agolpa preocupada en la acera. Se trata sin duda de una persecución policial en toda regla. No podía asistir a algo más peliculero en el ideal escenario de Miami.
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