Es 25 de junio en Alicante. A las 12 de la noche, los fuegos artificiales marcan el inicio del fin de la fiesta. Desde la arena de la playa del Postiguet, desde una tabla de surf en el mar o desde un barquito en la bahía, cualquier lugar es bueno para despedir una semana de fiesta marcada por el fuego, un fuego que arde pero no quema. Los alicantinos se manejan entre el fuego sin miedo; no les queda otra: sin llama no hay hogueras.
En Alicante las Hogueras se preparan durante todo el año. Cada barrio se agrupa para preparar su hoguera, que se convierte en el nexo de unión de los convecinos. El trabajo del año explota en la semana de fiestas: alzan su obra, preparan su racó con verbenas a diario, y se disfrazan temáticamente para lucir sus originales trajes en el desfile que abre la semana.
Los días en Hogueras son largos, pues duran hasta la noche. Cuando el sol cae, la ciudad vuelve a salir a las calles desiertas de coches para disfrutar de la música y la fiesta en las barracas. La ciudad no descansa, pues la celebración empieza a las dos de la tarde, con la Mascletá, un espectáculo pirotécnico de 7 minutos impresionante, cuya traca final en el corazón de la Plaza de Luceros hace vibrar el suelo y el cuerpo de todos los asistentes. Buen trabajo, señor pirotecnic.
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