Crónicas de un pueblo

lunes, 31 de agosto de 2009

Covanera, el pueblo sin plaza, un pueblo de apenas 50 habitantes perennes en el que nunca pasa nada... a priori. Una semana basta para quitar toda certeza a tal afirmación. Cualquier cambio es noticia en el pueblo, y nada más llegar apercibo que se han instalado nuevas vallas junto al río y se ha renovado al antiguo puente sobre el Rudrón. El Plan E de Zapatero también se hace notar en Covanera, y las opiniones, como era de esperar, son dispares. Pero las reformas también llegan a los particulares. El hijo de la Paulina ha hecho una espectacular obra en la parte trasera de la casa de su madre, y los rumores invaden los ávidos oidos de los lugareños. "Parece que le han tocado los millones en la lotería", se comenta de boca en boca. En cualquier caso, la Paulina responde orgullosa a las felicitaciones por la obra: "Y porque no las has visto por dentro, ¡mejor que la de Franco!".

Covanera también ha estrenado hace poco un nuevo ambulatorio. Como tal, ha sido adoptado como un nuevo motivo de ocio en el pueblo. Las consultas sólo son los martes cada 15 días, pero las señoras del pueblo esperan ese día con ansia: como antaño, se ponen guapísimas con sus mejores galas para ver al médico y hacen la ronda de enfermedades de una y otra en los bancos de la espera. También es curioso la forma de repartir los medicamentos: el farmacéutico recoge las recetas en el buzón, y luego baja a Covanera y se los da todas a la Nati, quien se encarga de repartirlos puerta a puerta. Quien mejor que un oriundo que conoce todas las casas; y también seguro todas las enfermedades.

Mi tío Pepe pasa más del 50% del día en la huerta, donde siembra y recoge todo tipo de productos buenísimos: tomates, garbanzos, lechugas, patatas, cebollas, alubias, frutas... Como él, todos los jubilados del pueblo encuentran en la huerta una forma de pasar el día. Además, el trueque aún persiste en Covanera: Pepe cambia sus fresas por las cerezas de la Encarna. Y todos contentos. El resto del día seguramente lo pasen echando la partida en el único bar del pueblo, o en casa de algún vecino con el que no se lleven a rabiar. Porque en Covanera los piques se magnifican, y una mera ensalada puede dar al traste con relaciones de varios años de amistad.

El fuego ha sido noticia este verano en toda España; también en Covanera. Las llamas han devastado una pequeña loma en lo alto del pueblo, al lado de la casa del Chimbo. Nueva noticia y nuevos rumores: se achaca a unos cristales la causa del incendio, aunque también hay quien quiere creer que unas chuletas mal preparadas pueden estar detrás de ello. En cualquier caso, afortunadamente parece que la montaña no tardará en recuperarse.

De camino al pozo me encuentro a mi tío Eloy y a Gelo junto a las nuevas vallas del río. Después de oir su discusión sobre la estética de las mismas, me hace gracia escucharles hablar de las truchas del río. Debaten sobre si la trucha que acaba de aparecer, por su tamaño, es la misma que la del año pasado que estuvo a punto de pescar José Luis, el de la Marcelina. En Covanera hasta los peces del río están fichados. En el Pozo Azul, el precioso manantial de agua del pueblo, unos niños tratan de bañarse soportando sus gélidas temperaturas. Seguro que no llegarán tan lejos como los de Al filo de la imposible, que han centrado en el Pozo Azul su nueva aventura, tratando de llegar al enigmático final de una cueva inundada de más de 6 kilómetros que aún se resiste a ser descubierta por completo. Al día siguiente de que María Escario lo anunciase en los deportes de La Primera, la noticia de que el Pozo Azul había salido en la tele era, por supuesto, lo más comentado en el pueblo.

El día 7 de agosto es San Mamés, patrón de Covanera, y día de las fiestas, conocida como El santillo. A 3 kilómetros y por una senda se accede a la ermita donde se adora al santo. Allí se celebra una misa en plena naturaleza a la que acuden la mayoría de las señoras del pueblo. Este año el cura quiere que la liturgia sea más participativa, por eso pregunta a los asistentes cosas tan existenciales como "¿Qué es creer?". Ante el lógico silencio, la insistencia del párroco hace saltar a la Ina: "Padre, no es que no queramos responder, es que no nos sabemos explicar; usted mejor siga con la misa". Frase tan lapidaria como la de la Merche el año pasado en la boda de mi primo Carlos, que sin ser familiar ni nada llegó allí la primera y se subió a los bancos de arriba: "Lo más importante en estos casos es ver, y que no te vean".

Desde el año pasado en El Santillo se organiza una paella para todo el pueblo. El éxito de convocatoria y sabor hizo que este año se repitiese, y desde más de un mes antes ya estaba la gente preguntando que dónde había que apuntarse. Menos mal que también salió buena; seguro que alguno ya está preguntando si el año que viene se vuelve a hacer.

Esto es Covanera, esto y mucho más; un pueblo en el que no hay plaza en la que aburrirse.

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