Un día en Alcalá

miércoles, 10 de febrero de 2010

Si alguien viniera de visita a Madrid, le ofrecería un plan de día completo en Alcalá de Henares, la ciudad patrimonio de la humanidad que apenas dista 20 minutos de la capital. Un lugar de cultura, turismo y vida, en el que las 24 horas se pueden quedar cortas.

Se deja el coche en el aparcamiento ubicado en el interior del recinto amurallado, donde cada año, por el puente de los difuntos, se representa la obra de Don Juan Tenorio. Desde allí, en pleno centro, ya destaca la Catedral de los Santos Justo y Pastor con su esbelta torre. De la misma plaza surge la calle Mayor, la calle soportalada más larga de España donde se ubica la casa natal del más ilustre alcalaíno, Miguel de Cervantes, convertida en un museo.

Es la hora de comer, y nos encontramos en el mejor lugar posible. La calle Mayor es famosa por sus terracitas, donde, al igual que en Granada, la tapa se sirve gratis junto con la bebida. Al final de la calle nos encontramos con la inmensa Plaza de Cervantes, lugar espacioso y tranquilo que aloja al Ayuntamiento de la ciudad.

En la misma plaza tenemos la posibilidad de subir a la Torre de Santa María, desde cuya cumbre se obtiene una panorámica de la ciudad y de sus innumerables torres, tantas que uno se pierde a la hora de distinguir ya los que es un convento de un colegio u otra cosa.

Queda lo mejor de la visita. Alcalá es famosa por su Universidad, originalmente la "complutense" (nombre romano de Alcalá) y muy importante por ser la primera fundada en España, por el Cardenal Cisneros. De hecho, el ambiente universitario se nota en sus calles, llenas de jóvenes que por estas fechas sólo hablan de los exámenes parciales. Impresionan su fachada y los patios interiores. Justo al lado de la plaza de la universidad hay un convento donde las monjas venden las típicas almendras garrapiñadas de Alcalá. Por supuesto que no lo pude resistir.

Si aún nos quedan fuerzas, se puede uno perder por las calles alcalaínas donde encontrará palacios, escudos, conventos y más conventos, colegios y facultades, e incluso algún ser extraño como el Torito Bravo.

Por la noche, un buen plan es ir al Corral de Comedias, en la misma plaza de Cervantes, uno de los teatros más antiguos de España donde aún, cada fin de semana, se celebran representaciones. Aunque no menos bueno es irse de bares y pubs, llenos de universitarios, que aguantan hasta las tantas. Y no digo cómo me enteré de esto.

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