Paralela Cibeles

viernes, 19 de febrero de 2010

Ayer descubrí un universo paralelo al que hasta ahora había conocido. Está claro que sólo mi infinita curiosidad podía llevarme a asistir a algo que no me interesaba para nada como era la Pasarela Cibeles que esta semana se celebra en el IFEMA de Madrid. El show de ayer era de dos jóvenes diseñadores que exponían sus colecciones en la pasarela blanca. Me sorprendió todo lo que rodea a este evento: decenas de periodistas, infinitos focos de luz, cámaras... Camuflados un poco entre el público, vimos los dos pases que apenas duraron... ¿10 minutos? Desde luego me esperaba algo más longevo...

La verdad es que me gustaría que alguien me explicase para qué sirven este tipo de eventos. Porque lo que vimos ayer me pareció realmente vergonzoso. La primera sesión parecía el desfile de la cabalgata del Carnaval de Cádiz: los modelos portaban "disfraces" (o "estilismos", como los llaman los entendidos) que parecían de conejito o de dinosaurio, incluso uno llevaba cosida una churra al pantalón; en el segundo, unas avatares de la moda (por su famélica figura y por su espigada forma de andar) llevaban una especie de funda de ropa transparente y unas faldas tipo hawaiiana que parecían una bolsa de Carrefour recortada en tiras.

Realmente, no le veo el sentido. Porque nadie va a salir a la calle ni a ir a ninguna fiesta (bueno, excepto al Carnaval, supongo) con trajes que te tapan la cara, que son incómodos de llevar, con los que no se puede ni andar, con sombreros a lo pelo de Marge Simpson... ¿Y esto crea tendencia? Porque qué horror a lo que tendemos. Parece que lo que se busca en la moda es el ser original, el inventar algo que nadie ha hecho antes (tipo el arte moderno).... parece que volvemos al "todo vale".

Pero lo que más me llamó la antención es el ambiente que rodea a la moda. Ahí sí que me quedaba en fuera de juego. El público que acude a estos eventos, evidentemente interesado en marcar tendencia, es gente que hace de su imagen un patrón de vida. Preocupados por llevar el pelo más así o más asá, de punta hacia arriba, peinado-despeinado, con combinaciones horterísimas de vestimentas... buscando, nuevamente, el destacar frente a los demás. Un postureo que me recordó mucho a las carreras de caballos. Pero por muy diferente que quieran ser, al final son todos iguales. Todos preocupados su aspecto, todos poniendo poses mientras se hacen fotos, todos embobados viendo a los modelos pasar, comentando en serio los trajes (mientras yo me muero de la risa), ¡incluso tomando notas! (lo que daría por saber qué escribían)... En fin, un universo vacío para lelas y para lelos.

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