El lago más hermoso del mundo

viernes, 19 de marzo de 2010

Se dice del Lago Atitlán que el escritor británico Aldous Huxley (autor de Un mundo sin fin) lo definió en su día como "el lago más hermoso del mundo". Me ha llamado siempre la atención que se destaque esta frase tan poco original, desde mi punto de vista, pues ciertamente, cualquiera que haya divisado el principal lago de Guatemala podría haberla pronunciado.

Su visión constituye uno de los principales reclamos turísticos del país. Quizás, cuando Huxley lo contempló, no se habían construido todavía los hoteles que resalen en las orillas por encima de la frondosa vegetación que rodea a la gran masa de agua. Pero, aún así, la postal que el lago deja impregnada en nuestra retina es tan indescriptible que ninguna fotografía podría captarla en su totalidad.

El lago, a 1500 metros sobre el nivel del mar, tiene un perímetro de unos 130 kilómetros, rodeado por montañas que lo encajonan entre las que destacan 3 volcanes que superan los 3 kilómetros de altitud: Atitlán, Tolimán y San Pedro. Este encerramiento otorga una quietud extrema a sus aguas de un turquesa inigualable pese a alcanzar en algunos puntos una profundidad de hasta 350 metros.

Algunas pequeñas poblaciones se esparcen salpicadas alrededor del lago. Son la base de operaciones para paseos en barco o bicicleta con los que obtener otros puntos de vista de este lugar. Nosotros, desde Panajachel, disfrutamos de un relajante baño en unas aguas sorprendentemente cálidas, sobre las que curiosamente flotaban pedazos de piedras pómez, provenientes quién sabe de dónde.

Fue una pena despedirse tan pronto del Lago Atitlán. Subiendo colina arriba, desde al autobús se hacía imposible no echar la vista atrás y ver cómo las aguas turquesas se iban tornando moradas conforme el sol se iba ocultando, o no asombrarse de cómo el cielo se teñía de un color anaranjado sobre el que resaltaban en negro las siluetas de los volcanes, o no pensar en cuánta razón tenía Aldous Huxley.

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