Un mundo feliz

domingo, 27 de septiembre de 2009

El único libro que he leido este verano ha sido "Un mundo feliz", el clásico relato de Aldous Huxley en el que desde una perspectiva de hace 80 años el autor imagina un futuro en el que las personas se fabrican a la carta, la sociedad está estandarizada, y el pensamiento brilla por su ausencia en contrapartida de un modo de vida sin problemas en la que todo el mundo está contento.

En Escocia, un lugar llamado New Lanark me recordó al escenario inventado por Huxley. New Lanark fue un poblado creado a finales del s XVIII, en plena eclosión de la Revolución Industrial, cuyo aislamiento no fue óbice para ser autosuficiente: a orillas del río Clyde, supo aprovechar sus recursos hidráulicos para instalar fábricas de algodón y sus recursos naturales para autoabastecerse de los alimentos necesarios para sus 2500 habitantes (tenían carne del ganado, pescado, verduras, pan...).

La peculiaridad de este idílico lugar fue la labor de gestión de Robert Owen, un lugareño que supo introducir ideas innovadoras para la época en tan pequeña sociedad. Avanzándose a su tiempo, y al contrario que en el resto de Europa, donde el proletariado vivía hacinado en condiciones insalubres, Owen decidió aplicar ciertos principios de la sociedad del bienestar en un contexto diametralmente opuesto. Así, los beneficios adquiridos los empleó en reformas sociales (asistencia médica gratuita para los residentes, horario laboral reducido) y educativas (los niños no trabajaban; al contrario, la escolaridad era obligatoria hasta los 10 años). Owen apostó por la psicología en su pequeño mundo donde los castigos estaban prohibidos y se premiaban los buenos comportamientos (por ejemplo, colocaba flores en las ventanas de aquellos que tuvieran la cabeza limpia). La mayor similitud con la obra de Huxley es que Owen creó un Instituto para la formación del carácter, un parvulario donde mandaba el principio del "todos somos iguales".

Robert Owen imaginó su comunidad ideal y la vio materializado en New Lanark. Aldous Huxley lo pensó en su mente y lo materializó en su libro. Uno es real, el otro ficticio, pero ambos te hacen pensar en lo fácil que es la manipulación de las personas y en lo difícil que es la búsqueda de la felicidad. Me gustó mucho la historia de este pequeño pueblo que fue, a todos los efectos, un mundo feliz.

1 comentarios:

Mawi dijo...

yo me estoy leyendo ahora ese libro, pero he empezado a leerme otros a la vez porque ese me agobia, no consigo avanzar demasiado,a ver si le meto caña,jejejeje!!