Al hilo de los museos de autor, encontramos en Madrid el de Joaquín Sorolla, que a pesar de ser valenciano, realizó una gran parte de su obra en un edificio de Madrid que hoy se ha reutilizado como expositor de su vida y obra.
Todo un premio para nuestros ojos, el poder estudiar a este autor en las propias salas donde compuso su extensa obra. Así, la estancia donde pintaba se conserva con los muebles, caballetes y pinceles que usaba. Los cuadros demuestran un gran apego a su familia (hay incontables imágenes de su mujer e hijos), al naturismo (muchos ejemplos de jardines; aunque también podríamos meter aquí su gran interés por pintar cuadros de playas) y a las costumbres de la época (interesante comprobar cómo iban las mujeres al mar a primeros del siglo XX); pero sobre todo destaca su uso de la luz: sombras, reflejos y rayos de sol dan una sensación de absoluto realismo al lienzo. En este titulado La bata rosa, las franjas de luz hacen creer que de verdad el sol está entrando en la sala a trazos irregulares.
Otro premio es sentirse como en casa. Sorolla tiene muchas reminiscencias andaluzas; y no sólo porqué muchos de sus jardines representan el Alcázar de Sevilla o la Alhambra de Granada. El jardín de la entrada al museo, el patio andaluz de su casa, los zócalos de estilo mudéjar o la cerámica que decora las estancias... una pizca de arte andaluz a muchos kilómetros de distancia.
Pero sin duda el mejor premio es llegar a casa y poder gritar con satisfacción: "Hoy he visitado el museo Sorolla"...
Un museo con premio
sábado, 13 de marzo de 2010
Publicado por Lince, viajero de culo inquieto en 20:28
Etiquetas: 015.Museos, 100.España, 190.Madrid
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
0 comentarios:
Publicar un comentario