Gran Torino

sábado, 16 de abril de 2011

Turín en español y piamontés, Torino en italiano. Me gusta más Torino, un nombre que recuerda la potencia y lujo del coche al que Clint Eastwood hizo protagonista principal de su película de 2008. Torino, como el coche, tiene clase, es una ciudad que ha sabido adaptarse a los nuevos tiempos conservando los hitos de su célebre pasado.


Torino ha sido terra mater de reyes, desde Carlos Manuel IV al primer monarca de la unificada Italia, el referente Vittorio Emmanuele II. Primera capital del reino, sus principales edificios reflejan esta época dorada con colosales construcciones como el Palacio Real, el Palacio Madama o el Palacio Carignano, que fuera sede del primer parlamento italiano. Obras ingentes de la Gran Torino, de una grandiosidad que embauca. Torino sorprende por la amplitud de sus enormes plazas, por los cientos de arcos que crean calles porticadas, por tener una iglesia en cada esquina, por su empedrado suelo o por la multitud de cables que enredan la ciudad para que los antiguos tranvías naranjas puedan circular.

Pero Torino no se ha quedado atrás. Los Juegos Olímpicos de invierno que se celebraron en la ciudad, en 2006, le han dado un nuevo impulso. Los Alpes han revitalizado a Torino, unos Alpes que están tan cerquita pero que tan difícilmente se ven por esa bruma permanente que recubre la ciudad. Torino se ha modernizado, ya tiene metro, un metro limpio y seguro que además circula sin conductor. Torino es sede cultural e industrial (con empresas como la Fiat, Martini o Ferrero), referente con museos como el egipcio, y sede de eventos como su famosa feria del chocolate. Todo ello con la alargada sombra de una mole que todo lo cubre y los verdes paseos que se disfrutan a lo largo del archiconocido por los amantes de los crucigramas río Po.

Torino es grande. Es el pasado y el presente, es el Torino y la Juve, es una visita obligada en el norte de Italia.

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