La puntualidad alemana

martes, 15 de abril de 2008



Ayer perdí mi primer autobús en Alemania. Me dirigía al centro de Tübingen para tomar unas cervezas por la noche, pero llegué a la parada un minuto tarde. El autobús acababa de marcharse y tenía que esperar al siguiente, que, desgraciadamente, no llegaría hasta 30 minutos más tarde.

Este es sólo un ejemplo de lo precisos que son los alemanes con el tiempo. Los relojes tienen fama de ser suizos pero sus vecinos los germanos han debido de comprar todas las existencias. La exactitud con que calculan todo nos ha abordado desde el primer día que llegué aquí. Lo primero que me explicó mi familia fue que para llegar a tiempo a la escuela, debo coger el autobús a las 7,40 (porque cada autobús de cada una de las líneas tiene perfectamente marcada su hora de paso en todas las paradas); pero debo llegar al menos dos minutos antes, porque el autobús puede pasar o un minuto antes o después; pero lo que es seguro es que llegando dos minutos tarde ya no se encuentra ni rastro del vehículo. El trayecto dura 18 minutos hasta la estación, donde hago un rápido trasbordo para coger otra línea a las 8,01 que en 9 minutos me deja cerca del instituto de idiomas. Ya en la escuela, de vez en cuando nos dan algún descanso, aunque en uno nos quedamos impertérritos cuando nos dijeron que duraba 7 minutos.

Ante esta situación hay que ir mirando la hora a cada instante, cosa que llevo mal porque no he traído el reloj y tengo que mirarla en el móvil. Pero no hay problema, ya que en casa, cuando me ducho por las mananas, un práctico reloj situado en la misma ducha me avisa con su ritmo veloz que el tiempo se me agota para no perder el autobús.

Todo este control del tiempo lo asumen con total normalidad, y a los espanoles, con nuestra bien ganada fama de tardones, nos cuesta un mundo asumirla. Aquí nadie llega tarde, por lo que hay que estar siempre a la hora indicada. Menos mal que, ayer cuando perdí el autobús, había quedado con espanoles.

1 comentarios:

Cayetano Ruiz de Alarcón Quintero dijo...

Puf... si a mí lo que más me gusta casi de irme al campo es vivir sin reloj.... qué agobio... Tío espero algún informe para la patrulla secreta en la que llevas tan buena progresión, también que progreses en tu alemán y sobre todo, pásatelo mejor todavía.... te espera un partido de pádel a tu vuelta a la penísnula ibérica.