Las hoces mágicas

domingo, 25 de octubre de 2009

Hay tantos lugares en España que desconocemos, que cuando los descubres empiezas a plantearte cómo es posible no haber oido hablar de ellos antes. La sorpresa positiva me llegó hace un par de semanas en las Hoces del Río Duratón, al noreste de Segovia. Un parque natural moldeado alrededor del río Duratón que ofrece vistas espectaculares y amplias posibilidades de disfrute.

El entorno natural se conforma de unas enormes paredes de roca caliza que acompañan el curso del río desde el precioso pueblo de Sepúlveda hasta 25 kilómetros después, cuando el agua se remansa en la presa de Burgomillodo. Lo más impresionante son los meandros que genera el río, chicanes imposibles que transmitirían paz y tranquilidad a los mismísimos pilotos de Fórmula 1. Junto a ello, estos cortados cuentan con la mayor colonia de buitres leonados de toda Europa, que nidifican en sus verticales y que hace que en el primer semestre de cada año el acceso al parque sea limitado y haya que solicitar permiso para recorrerlo.
Entre las muchas opciones, optamos por hacer piragüismo. Se puede hacer por libre, pero también hay empresas que te facilitan el material. Como en octubre el río lleva poca agua, la ruta tuvimos que hacerla al norte del parque, en el embalse de Las Vencías junto a San Miguel de Bernuy. Hubiera sido un detalle que la empresa nos hubiera dicho que no estábamos en las Hoces, pero bueno, el paseo fue bonito y tranquilo, sin dificultad y también observando la inmensa colonia de buitres que sobrevolaba nuestras cabezas. En el parque, esta vez sí, hay varias rutas de senderismo. Nosotros hicimos la larga, que camina junto al río durante 12 kilómetros, disfrutando muy de cerca de los buitres, que se asomaban desde lo alto como buscando carnaza, de los árboles, de las setas... de todo lo que nos explicase Andrea.

Pero sin duda me quedo con un lugar de todo el parque. Como diría Charuca, un lugar mágico. En uno de los meandros del río, en el más cerrado, en todo lo alto del cortado, se alza la ermita de San Frutos. La ermita en sí no es especialmente relevante, pero sí lo es el sitio. Por la tarde, cuando llegamos, la masa que allí había no era de buitres, sino cientos de personas que, como nosotros, querían visitar aquel lugar. Pero como preferimos disfrutar de los sitios menos masificados, dedicimos dar un paseo por las Hoces y esperar a que anocheciese un poco. Fue la mejor decisión. Si no lo hubiéramos hecho, no habríamos sentido la paz que reinaba en ese lugar. De noche, en aquel idílico lugar, en el meando sobre las aguas del Duratón que quedaban a un lado y a otro, sólo estábamos nosotros. El silencio se interrumpía con los sonidos de buitres y otras aves. El agua tranquila abajo y las estrellas que se asomaban por arriba. De estos momentos que disfrutas sólo de pensar lo privilegiado que eres.

1 comentarios:

Lince, viajero de culo inquieto dijo...

Por cierto fue en este encuentro cuando el sabiondo guía de las piraguas pronunció la mítica frase: "Lógicamente, no hay ríos circulares". No nos trataron muy bien en la empresa Naturaltur, se merecen darles publicidad negativa. Seguro que en cualquiera de las otras que lo ofrecen son más amables.