Atasco en la comarcal

miércoles, 7 de abril de 2010

Los madrileños, durante los días laborables, tienen que soportar los terribles embotellamientos que se suceden a todas horas en sus calles; por eso, los fines de semana, aprovechan para desintoxicarse huyendo de la capital... lo único malo es que el hecho de salir todos provoca que un sábado por la mañana pueda haber tanto atasco como cualquier otro día.

Hace poco fui a Patones de Arriba, un pintoresco pueblo del norte, situado en plena montaña, al sur del embalse del Atazar. Nuestro plácido viaje para comer un buen cochinillo en uno de los numerosos restaurantes del pueblo se vio repentinamente alterado porque cientos de madrileños habían pensado exactamente lo mismo que nosotros.

Para acceder a Patones, hay que tomar una estrecha carretera que salva el desnivel de la montaña. Difícilmente pasan dos coches en sentido opuesto, pero sin duda esto fue lo de menos. A poco de llegar, primera dificultad: un coche parado en una curva, tratando de dejar pasar a turismos que se iban y sin saber muy bien porqué no se movía. Pero lo mejor llegó después: a doscientos metros del pueblo, un atasco de coches en doble sentido, todos parados; ¿el motivo? una discusión entre dos individuos que acabó con una luneta trasera rota, una mano ensangrentada y con toneladas de paciencia de los no involucrados. Menos mal que salió el típico a dar fluidez al tráfico (buenísima su frase de "pegaos un poco más", refiriéndose a que orillásemos los coches, pero no demasiado bien aplicada en este contexto). Cuando por fin nos movimos, tocaba estacionar, entre los muchos coches que habían llegado antes que nosotros. Una vez conseguido, sólo queda andar de vuelta al pueblo.

Los coches no pueden entrar en Patones; de hecho, un bolardo impide su entrada. Tampoco cabrían, pues por sus estrechas calles sólo pueden circular sus pocos vecinos. Si consigues llegar a Patones de Arriba, disfrutarás de un pueblo de postal, en plena montaña con todas sus casas construidas al estilo de la Arquitectura negra, edificaciones que utilizan la pizarra como materia prima constructiva. Esto da homogeneidad al pueblo, con calles apacibles, llenas de plantas y empinadas cuestas, de suelo empedrado. El paseo, las vistas y el cochinillo bien merecen la visita, pero eso sí, habrá que procurar ir un día entre semana, cuando el atasco se encuentre en la capital.

0 comentarios: