Imitando el modelo del resto de grandes ciudades europeas, Madrid trata de ponerse al día en cuanto al transporte de bicicletas se refiere, solventando sus grandes dificultades de tamaño, orografía (cuántas cuestas) y de tráfico a motor. A ello se ha comprometido el ayuntamiento, a través de un Plan Director de Movilidad Ciclista de Madrid que aspira a completar, en 2016 una red viaria de 115 kilómetros. Hoy, tal compromiso va materializándose poco a poco, como en el casi completo Anillo Verde.
El Anillo Verde es una propuesta de carril bici circular, a través de un trazado asfaltado de 6 metros de ancho independiente del resto de vehículos. Bordea todo Madrid, por ello tiene una longitud nada menos que de 65 kilómetros. Poco práctico desde el punto de vista de la movilidad urbana, pero una propuesta muy interesante para un grupo de ciclistas ociosos. El anillo permite dar la vuelta a Madrid y conectar barrios muy distantes y muy distintos, y ver una realidad diferente al centro que es lo que todo el mundo ve.
Nuestro viaje comienza en el este, en mi barrio, en la zona del Parque Juan Carlos Primero. Tomamos dirección norte siguiendo siempre los altos postes que nos informan del kilómetro en el que nos encontramos y de cuánta distancia falta para la siguiente zona de descanso, habitualmente con bancos y fuentes para el avituallamiento, de las cuales el anillo está muy bien proveído. Allí conocemos los nuevos barrios residenciales de San Chinarro, Las Tablas o Montecarmelo, que siguen el típico modelo de bloques tranquilos, sin ajetreo de tráfico ni ruido de comercios.
Tras pasar el enlace con el carril bici que sube a Colmenar y a la sierra de Madrid, seguimos ahora dirección oeste, bajando paralelos al río Manzanares. A nuestra derecha tenemos el Monte del Pardo, a nuestra izquierda empiezan a verse edificios importantes de Madrid como el Faro de Moncloa o el Palacio Real, y y más abajo nos adentramos de lleno en la Casa de Campo, que como es sábado está repleta de gente, llamándome la atención que el 90% eran sudamericanos.
Ya llevamos la mitad del camino y nos encontramos en el sur de Madrid. La fisionomía de los barrios ha cambiado. Estamos en Aluche, en fiestas por cierto, y pasamos por Carabanchel. Se ven barrios más pobres que los del norte, y también el tipo de gente cambia, menos pija, más de calle. De hecho, tras cruzar el Parque del Manzanares y pasar junto a la Caja Mágica, circulamos junto a un barrio de chabolas que daba bastante miedito, teniendo en cuenta además que ya estaba anocheciendo.
Tras ello, el anillo nos dirigía al lado este de Madrid, con barrios más cuidados que los que habíamos pasado por el sur, como los de Moratalaz o Las Rosas. Aquí se encuentra la única parte del anillo que aún está en obras, coincidiendo con el paso junto al Estadio Olímpico, por lo que toca callejear hasta reencontrar nuestro camino. Finalmente, tras 6 horas de viaje, cruzamos el puente sobre la A-2 del barrio de Canillejas que nos dejó en el punto de partida.
La aventura de rodar por Madrid sin peligro fue altamente gratificante, no sólo por la seguridad de ir con tu bici sin miedo sino porque me dio la oportunidad de ver lugares que de otro modo nunca hubiera conocido. Aunque deja bastante que desear su señalización, tanto por su ausencia en muchos puntos como por ser errónea, lo que nos hizo perdernos más de una y de dos veces, el Anillo Verde es una idea magnífica, aunque, para que resulte verdaderamente útil para la vida diaria de los madrileños, deba verse complementado con vías radiales que conecten con el centro. Todo un reto con el que hay que comprometerse.
El Anillo Verde es una propuesta de carril bici circular, a través de un trazado asfaltado de 6 metros de ancho independiente del resto de vehículos. Bordea todo Madrid, por ello tiene una longitud nada menos que de 65 kilómetros. Poco práctico desde el punto de vista de la movilidad urbana, pero una propuesta muy interesante para un grupo de ciclistas ociosos. El anillo permite dar la vuelta a Madrid y conectar barrios muy distantes y muy distintos, y ver una realidad diferente al centro que es lo que todo el mundo ve.
Nuestro viaje comienza en el este, en mi barrio, en la zona del Parque Juan Carlos Primero. Tomamos dirección norte siguiendo siempre los altos postes que nos informan del kilómetro en el que nos encontramos y de cuánta distancia falta para la siguiente zona de descanso, habitualmente con bancos y fuentes para el avituallamiento, de las cuales el anillo está muy bien proveído. Allí conocemos los nuevos barrios residenciales de San Chinarro, Las Tablas o Montecarmelo, que siguen el típico modelo de bloques tranquilos, sin ajetreo de tráfico ni ruido de comercios.
Tras pasar el enlace con el carril bici que sube a Colmenar y a la sierra de Madrid, seguimos ahora dirección oeste, bajando paralelos al río Manzanares. A nuestra derecha tenemos el Monte del Pardo, a nuestra izquierda empiezan a verse edificios importantes de Madrid como el Faro de Moncloa o el Palacio Real, y y más abajo nos adentramos de lleno en la Casa de Campo, que como es sábado está repleta de gente, llamándome la atención que el 90% eran sudamericanos.
Ya llevamos la mitad del camino y nos encontramos en el sur de Madrid. La fisionomía de los barrios ha cambiado. Estamos en Aluche, en fiestas por cierto, y pasamos por Carabanchel. Se ven barrios más pobres que los del norte, y también el tipo de gente cambia, menos pija, más de calle. De hecho, tras cruzar el Parque del Manzanares y pasar junto a la Caja Mágica, circulamos junto a un barrio de chabolas que daba bastante miedito, teniendo en cuenta además que ya estaba anocheciendo.
Tras ello, el anillo nos dirigía al lado este de Madrid, con barrios más cuidados que los que habíamos pasado por el sur, como los de Moratalaz o Las Rosas. Aquí se encuentra la única parte del anillo que aún está en obras, coincidiendo con el paso junto al Estadio Olímpico, por lo que toca callejear hasta reencontrar nuestro camino. Finalmente, tras 6 horas de viaje, cruzamos el puente sobre la A-2 del barrio de Canillejas que nos dejó en el punto de partida.
La aventura de rodar por Madrid sin peligro fue altamente gratificante, no sólo por la seguridad de ir con tu bici sin miedo sino porque me dio la oportunidad de ver lugares que de otro modo nunca hubiera conocido. Aunque deja bastante que desear su señalización, tanto por su ausencia en muchos puntos como por ser errónea, lo que nos hizo perdernos más de una y de dos veces, el Anillo Verde es una idea magnífica, aunque, para que resulte verdaderamente útil para la vida diaria de los madrileños, deba verse complementado con vías radiales que conecten con el centro. Todo un reto con el que hay que comprometerse.
1 comentarios:
no me acuerdo...
tu te acuerdas??
=)
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