La experiencia de volar

jueves, 17 de enero de 2008

Volar es la utopía del ser humano. La naturaleza nos ha privado de medios naturales para vencer la fuerza de la gravedad e imitar el planeo de las aves. Pero el hombre siempre quiere conseguir lo que no tiene, y por ello no para de ingeniar medios para flotar por el aire. Leonardo da Vinci quiso ser el pionero pero fueron los Wright los que esbozaron lo que es el avión. Seguro que hoy disfrutarían de lo lindo con el canopy.

El canopy es una actividad de aventura que consiste en recorrer un circuito interconectado de tirolinas situadas sobre parajes espectaculares. En Costa Rica hay multitud de centros para practicar el canopy, que cuentan con los cables más largos de toda Centroamérica. Yo tuve la oportunidad de realizar el situado cerca de La Fortuna, conocida por su proximidad al volcán Arenal (el único de Costa Rica con forma de cono).

La actividad en sí impresiona desde su comienzo. Se comienza en un mirador desde el que se divisa la ostentosa catarata de La Fortuna, con su caída de 80 metros de altura. Después, 10 tirolinas de diversa longitud (la más pequeña de 150 metros) que se adentran en el espesor de la selva, que sobrevuelan el valle que forma el río que surge de la cascada y que se aproximan al enorme chorro.

La sensación es difícil de explicar. El miedo inicial se supera enseguida dada la seguridad de la actividad. Y a partir de entonces, sólo queda disfrutar. Durante los segundos que dura el vuelo te llegas a sentir como un pájaro que va de árbol en árbol, buscando cobijo o alimento. En el cable 6, el que pende junto a la catarata, las gotas de agua que rebotan tras haberse precipitado al vacío se esparcen por tu cara cuando pasas a su lado. Y en el cable 7, el más largo de todos (nada menos que 980 metros), la sensación es absolutamente placentera durante los 45 segundos de trayecto. Tras aterrizar en la plataforma de llegada, solo (faltaban mis compañeros del "equipo canopy" para el abrazo ritual) y aún sumido en la felicidad que me proporcionó el viaje, sobrevoló en círculos a escasos metros de mi cabeza un zopilote (un ave rapaz típico de estas tierras). Quién sabe si tras el largo vuelo me confundió con algún pariente suyo.

Sin duda, la experiencia más cercana a volar que he tenido nunca. Este vídeo, grabado por alguien que hizo el canopy aquel día conmigo, da una ligera idea de lo que se experimenta.


1 comentarios:

Marta dijo...

ya te lo dije ayer, q envidia (de la sana eh...)
tiene q haber sido una experiencia inolvidable todo, me gusta saber que cosas asi pueden cambiarte la vida, me gusta ver como la gente se va y vuelve contado aventuras magnificas y experiencias totalmente nuevas...

me alegra un monton q hayas disfrutado y aprendido tanto...

quien sabe, lo mismo un dia termino haciendo las pruebas...y quien sabe!!!???

un beso enooooorme!!