Este fin de semana he vivido un encuentro muy especial, pues mis amigos de Palencia han organizado una reunión de las personas que vivimos en Hull (Inglaterra) hace ya cuatro años. Luis Ángel nos ofreció su casa del pueblo (por lo que puede ser considerada a todos los efectos como una "casa rural") y allí, en Paredes de Nava, además del anfitrión nos reunimos Lorenzo, Nachete, Clementita, Gabri, Tinín y yo para pasar puente bajo la lluvia pero al calor de la chimenea del hogar.
La jornada empezó ya de forma surrealista cuando, al llegar con el tren a la estación del pueblo, las puertas del vagón no se me abrieron. Traté de salir corriendo hasta el siguiente, pero tampoco lo conseguí... y cuando llegué al de más alante... el tren reanudó su marcha. Me quedé atónito viendo por las ventanas a los pasajeros que sí habían logrado bajar, y allí a Luis Ángel que esperaba verme bajar del tren. Los policías del tren me dijeron que ya nada se podía hacer... y a bordo me quedé. Consecuencia: si ya eran pocas 4 horas de viaje, una ratito más hasta el siguiente pueblo (Villada) donde me tuvieron que recoger en coche... a 25 kilómetros de Paredes. Una buena forma de comenzar. Aunque, viéndolo por el lado positivo, me enteré de que Villada, un minúsculo pueblo, tiene las fábricas de las famosas pipas Facundo, y los camiones con el logotipo inundan sus calles.
Después llegó la degustación de manjares palentinos, un placer que nunca decepciona en "Casa Palencia". El recordatorio de anécdotas de nuestras andanzas por Hull, acompañadas por algunas copillas de ron Gran Capitán (del que el padrino Luis tiene cantidades industriales) y celebrando los goles que en aquel momento estaba marcando el Hull en la Premier League (somos, por supuesto, fans de los Tigers, que en su primer año en la primera división inglesa están codeándose con los grandes).
Por la noche, nos trasladamos a la capital, donde tapeamos por alguno de sus bares y nos aventuramos en la noche palentina. Me sorprendió la gran cantidad de pubs que tiene, repartidos por algunas zonas y en los que, por supuesto, puedes entrar vestido (y calzado) como quieras. Después de hacer de relaciones públicas con todas las señoritas palentinas que se cruzaron en nuestro camino, nos retiramos en taxi a la casa rural.
Al día siguiente vivimos ese gran momento de después de cada salida, en el que te reunes en el salón y comentas las jugadas de la noche anterior. Grandes risas, florero de oro para Nachete y poco tiempo más, pues al poco salía mi tren de vuelta. Una pequeña vuelta por Paredes y su preciosa plaza mayor me han autoconvencido para volver a visitarla con un poco más de tiempo. Si es en casa Palencia, seguro que me tratan estupendamente.
El viaje de vuelta transcurrió sin problemas, entre apuntes del curso y bastante sueño. Eso sí, no me pasé de parada y me bajé en el momento oportuno en Chamartín (aunque tengo que advertir que era la última parada). Un encuentro grande grandísimo.
Encuentro en casa rural
lunes, 8 de diciembre de 2008
Publicado por Lince, viajero de culo inquieto en 13:20
Etiquetas: 005.Viajeros, 120.Castilla y León, 123.Palencia
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1 comentarios:
Felisete, eres un primera espada del periodismo y no esos novilleros junta palabras que hay por ahí!!!
Luis.
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