Pinsapos entre tinieblas

lunes, 19 de enero de 2009

"Hecho en Andalucía" (como rezaba el lema de la campaña con la que la Junta quiso promocionar los productos andaluces). El pinsapo es una especie vegetal única y genuina del sur de España. Debe ser que las condiciones de los lugares en los que abunda (la serranía de Ronda), con veranos cálidos, inviernos fríos y precipitaciones abundantes, favorece su crecimiento. Parece una mezcla de abeto y pino, pero tiene sus diferencias: algunas se me escapan pues no soy un entendido (seguro que algún biólogo podría aportar algo más), pero superficialmente sus hojas tiene una forma muy peculiar, con hojas muy erguidas con miles de pequeños "pinchos" verdes y pequeños conos en su punta que deben de ser su fruto.

Es un árbol precioso, pero, realmente, muchas veces no sabemos valorar lo que tenemos. De hecho, su descubridor ni siquiera procedía de aquí. Fue un suizo llamado Edmund Boissier, un botánico aventurero que con ganas de explorar nuevos horizontes vino a Andalucía. Quedó prendado de este tierra (cómo no) y realizó múltiples viajes observando su flora, hasta dar con la clave de su nuevo hallazgo en 1838, que reflejó en su libro Notice sur l'Abies Pinsapo. Una vez más, los foráneos conocen más que los oriundos.

Es una suerte poder contar con una especie autóctona, pero su disfrute puede tener caducidad: está en peligro de extinción (a veces creemos que sólo los animales corren el riesgo de desaparecer) por causas varias como la deforestación o los proyectos urbanísticos. Es por ello por lo que su observación está restringida en algunos casos, como en el Parque de Grazalema en Cádiz (donde, para poder hacer alguna ruta, hay que solicitar permiso previo y el cupo de visitantes es limitado). Sin embargo, en la Sierra de las Nieves, en Málaga, este árbol también copa las montañas y todo tipo de rutas (por el momento) están permitidas. Así, aprovechando que el pasado campamento de Navidad se ubicó en plena sierra, nos adentramos en una de ellas para conocerlo.

Comenzamos en el pueblo de Yunquera, desde donde partía un camino que pasaba por el camping "El Pinsapo Azul" (pinsapo lo entiendo, pero ¿azul?) y proseguía sin pérdida en ascenso continuo hasta el Puerto del Saucillo durante 6 kilómetros. En este trayecto divisamos nuestro primeros pinsapos, preludio de lo que vendría después.

Ya arriba, el Saucillo cuenta con un mirador, pero la espesa niebla que nos acompañó durante toda la ruta (habitual por esta zona) nos impidió ver nada. Allí comenzaban dos senderos, una para llegar a al cumbre del Torrecilla (el pico más alto de la provincia de Málaga) y un nuevo sendero, circular, con una longitud de 5 kilómetros, que fue el que tomamos. Un cartel indicador nos daba información de la ruta, pero no nos avisaba de que nos adentrábamos en un bosque espectacular.

De repente, caminando por un estecho sendero nos vimos cubiertos por una frondosa masa de vegetación que la niebla contribuía a hacer aún más interesante. En este trayecto los pinsapos se multiplicaban, y se mezclaban con quejigos, pinos y otros arbustos. Un número inimaginable de árboles comparado con lo que habíamos visto hasta entonces.

Si hubiésemos hecho caso al cartel de la ruta, que nos avisaba de tomar en los cruces siempre el camino de la izquierda, habríamos llegado a Puerto Bellina y desde allí habríamos iniciado el camino de vuelta al Puerto del Saucillo y después la bajada a Yunquera. Pero como en algún momentos tomamos el camino equivocado (pues nuestra ruta se yuxtaponía con un sendero GR que nos confundió), acabamos dando una vuelta tremenda hasta acabar (sin saber aún cómo) en la carretera que uno Yunquera y El Burgo. No nos importó pues, así, pudimos disfrutar más de los pinsapos.

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