Loarre, el castillo inconquistable

sábado, 20 de junio de 2009

Muy cerquita de Huesca se encuentra el Castillo de Loarre, uno de los castillos españoles mejor conservados, lo que le ha otorgado fama internacional al punto de haberse convertido en estrella de la pantalla, pues formó parte de escenario del aquel programa sobre castillos de La Primera, y recientemente se rodaron en él algunas escenas de la película El Reino de los Cielos, de Ridley Scott. No es casual que el equipo de Orlando Bloom y compañía eligiese este recinto para grabar una película ambientada en las cruzadas medievales; al igual que sus primeros ocupantes lo construyeron pensando en su estratégica posición.

Los reyes cristianos del siglo XI, abrumados por la extensiva conquista de la Península por los árabes, decidieron edificar una fortaleza en un emplazamiento infranqueable que pusiese freno a la expansión musulmana. Y dieron con el sitio en Loarre. El castillo se ubica en la alto de una montaña, sobre un enorme bloque de piedra que cumplía la doble función de cimiento y muralla natural. Con el paso del tiempo, se añadieron unas murallas con torreones que delimitaban un seguro recinto interior protegido de posibles invasores.

El lugar no podía ser estar mejor pensado. Desde el castillo, cualquier tipo de acercamiento podía ser fácilmente atisbado. Al sur de las murallas desciende la colina, con un desnivel de unos 400 metros, que desemboca en una extensísima llanura que hoy se conoce como la Hoya de Huesca. Hoy en un día claro se llega a ver hasta Zaragoza. Hace 1000 años se podría preparar la defensa con la antelación suficiente para condenar el ataque enemigo al fracaso sin remisión.

El castillo, restaurado, presenta un aspecto impecable. Las huellas de su tiempo permanecen en su distribución. El arte románico propio de la época se encuentra presente y los imprescidibles elementos religiosos ocupan gran parte de su extensión. Así, al margen de las estancias reales, encontramos un par de capillas y una impresionante iglesia donde el retumbar del eco de la voz hace poner los pelos de punta. Se ven trozos de roca sobre la que está asentado, y la visita permite subir a torreones, ver los aljibes, los patios, las cocinas y hasta el retrete de la monarca. Pero sin duda me quedo con el Mirador de la Reina, la ventana perfecta desde la que disfrutar, de un modo seguro, de un paisaje espectacular.

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