La octava maravilla

domingo, 2 de marzo de 2008

En la reciente votación internacional para elegir las Nuevas 7 maravillas del mundo (el 07 del 07 del 07, una fecha idónea para tal evento) la Alhambra de Granada se quedó a un puesto de ingresar en ese selecto club. No digo que por su belleza no lo merezca, pero en parte me alegré, pues si ya es difícil conseguir una entrada para visitar el monumento (hay que reservar con mucha antelación o hacer cola el mismo día desde muy temprano para conseguir alguna suelta, como en nuestro caso), si hubiera conseguido esa condecoración aún sería mucho más complicado acceder a su interior.

A la Alhambra no le hace falta ningún título para ser maravillosa. Desde el mirador de San Nicolás, en el barrio del Albaycín, se observa toda su magnificencia, aunque hay que tener paciencia para sacar una buena foto sin ningún japonés intercalado en la imagen. Aún así, mi visión favorita del palacio árabe la obtuve, por su novedad, desde el Sacromonte, la montaña que continúa hacia arriba el barrio nazarí. Al estar a un nivel más alto que el monumento, se contempla la Alhambra en su totalidad, como una pequeña maqueta de juguete.

La Alhambra es el reflejo de la ocupación árabe en la Península durante 800 años (que se dice pronto). Era una medina en sí misma y tenía palacios para el califa y su corte, mezquitas, jardines con mucha agua (tan importante para los musulmanes) y una fortaleza defensiva aún visitable. Lo que más impresiona es su arquitectura y estilo artístico: sus preciosos artesonados (o techos de madera), las yeserías en las paredes (me encantaría saber árabe para entender los textos que escritos tan bellamente se convierten en arte en sí mismos) o la variedad de arcos (de herradura, lobulados, de medio punto)... Me recordó muchísmo al Alcázar de Sevilla, cosa lógica ya que son construcciones coetáneas (comparten incluso salas comunes como el Salón de los Embajadores). También coinciden en que, tras la Reconquista, los reyes cristianos los usaron como residencia real, y Carlos I no dudó en dejar su huella con un enorme palacio en medio de la Alhambra que desgraciadamente desentona con su entorno.

España expulsó definitivamente a los árabes en 1492, siendo Granada y la Alhambra el último reducto por conquistar. Boabdil entregó las llaves de la ciudad y se fue con lágrimas en los ojos al volver la vista atrás y contemplar que había perdido la Alhambra. Normal que llorara. Nunca volvería a visitar esta maravilla del mundo.

2 comentarios:

Fernando dijo...

Cha, ¿No te parece un poco incoherente alabar esta maravilla y a la vez hablar de la "ocupación árabe que padeció la Península"? ¿No hay otro verbo más justo?

Lince, viajero de culo inquieto dijo...

La verdad es que sí, no me gustó nada usar ese verbo desde que lo escribí, queda bastante mal y no expresa lo que quería decir; buscaré otro.

Gracias por el comentario.