Si hay algo que me marcó sobremanera en Marruecos, fue su devoción religiosa. Para nuestras mentes occidentales, acostumbradas a costumbres religiosas seculares que, ya sean en entredicho o no, no pasan del cristianismo, es fácil dejar escapar el hecho de que existen otras formas de vivir la fe diferentes y perfectamente válidas a los ojos de quien las practica. No seré yo quién juzgue lo adecuado o no de una u otra, ya que mi posición a este respecto está claramente alejada de todas ellas, pero sí me gustaría hacer hincapié en que no hay una mejor que otra y que, realmente, existen muchas similitudes entre ellas.
Los musulmanes (que son aquellos que profesan el Islamismo) creen en un único Dios que llaman Alá; tienen también su profeta de Dios en la tierra, que en vez de llamarse Jesús se llama Mahoma (o Mohamed, ¡qué raro!); y toda su doctrina está escrita en un libro conocido como Corán, con función similar a la Biblia salvo que sus ideas están expresadas en árabe y se comienza a leer de atrás hacia delante. En el Corán no se establecen 10 mandamientos, pero sí hay cinco pilares básicos que todo buen creyente debería cumplir: la oración (hasta 5 veces al día avisados por un muecín), la limosna, la peregrinación a la Meca (al menos una vez en la vida), el ayuno en el mes del Ramadán y la profesión de fe.
Por las medinas no se ven iglesias, pero están plagadas de mezquitas. Son extraordinariamente bellas, pero los no musulmanes por lo general no pueden entrar en ellas (con toda la lógica del mundo: es un lugar sagrado cuya función es la oración, no el turismo). En un momento determinado en el que aún el muecín no llamaba a la oración por los altavoces de su alminar, pudimos visitar la mezquita de la Madraza Bou Inania de Fez (una especie de escuela donde se explica el Corán). Allí comprobamos que el Islam es una religión que no venera ninguna imagen (no se ven esculturas de Alá ni cuadros de Mahoma); su decoración se basa en motivos geométricos y en las preciosas formas que presenta la escritura árabe tallada en la pared. Pero la visita duró poco porque a las 5 de la tarde los musulmanes venían de nuevo a rezar; desde la puerta de fuera vimos como entraban sólo hombres, se quitaban los zapatos o babuchas y se lavaban ritualmente la cara, manos y pies en la fuente del patio (lo hacen porque piensan que, para poder purificarse por dentro con la oración, primero deben estar purificados por fuera).
Su día sagrado, en lugar de ser el domingo, es el viernes. En Fez estuvimos un viernes, y la ciudad parecía otra a las 12 de la mañana: todos los puestos estaban cerrados, las calles daban la impresión de haberse ensanchado de repente, y el griterío se apaciguó. Desde la puerta de la impresionante mezquita Karaouiyine (una de las más antiguas e ilustres del país) echamos un ojo sin molestar demasiado, y vimos hileras de hombres todos descalzos y de rodillas sobre esteras (en un marco simbólico de estricta igualdad) postrándose hacia una persona conocida como imán que dirige las oraciones (él dice pasajes del Corán y los demás lo repiten). Cuando acabaron, nos tuvimos que pegar a la pared de la estrecha calle para no ser aplastados por la muchedumbre que salía por la puerta.
Por todo lo que vi, me dio la impresión de que los musulmanes son bastante coherentes con la religión que siguen. Aunque algunas de sus normas carecen hoy en día de mucho sentido (como la prohibición de comer cerdo) o de lógica (¿porqué no entran las mujeres en la mezquita?), son muy fieles y su propio libro sagrado los invita a respetar a las demás religiones como el cristianismo o el judaísmo. ¿Hacemos nosotros lo mismo?
Cuestión de fe
domingo, 23 de diciembre de 2007
Publicado por Lince, viajero de culo inquieto en 13:49
Etiquetas: 009.Religión, 300.África, 310.Marruecos
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2 comentarios:
En mi miniviaje a Marruecos también fue la religión lo que más me sorprendió...mientras que en países como España las peregrinaciones más importantes son a Lourdes, Fátima, al camino de Santiago o como no...romerías como El Rocío allí el gentío se moviliza a diario para acudir a la mezquita cualquier día de la semana y en especial los viernes...
Me sorprende mucho ya que aquí no es que la gente que asiste a misa los domingos se cuente con cuentagotas pero si nos ponemos a comparar...pero bueno, las comparaciones no suelen ser buenas así que ahí lo dejo, fascinada de nuevo por las costumbres del país vecino.
Buen viaje Linch.
Buen viaje!
Descubre lo mejor de Costa Rica y me llevas el próximo año!
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