De aquí para allá

martes, 4 de diciembre de 2007

Moverse por Marruecos roza la odisea. Tuvimos la suerte de poder viajar en todo tipo de transporte (¿incluimos también los paseos en camellos?) por el alargado país y todos los trayectos tuvieron esas, digamos, particularidades que los hacen inolvidables.

El tren. Nuestro primer viaje fue sobre vías ferroviarias, nada más y nada menos que 11 interminables horas entre Tánger, al norte, y Marrakech, en el centro-sur del país. Costaban un poco más caros pero no dudamos mucho a la hora de elegir compartimentos con litera para poder dormir algo durante la noche. No intentéis pagar el billete con tarjeta que no dejan, o al menos, eso nos quisieron contar.

Petit taxi. Estaba permitido que los cinco viajásemos en un taxi de tamaño pequeño, o al menos eso es lo que nos quiso contar el chófer. A diferencia de los "grand taxi" (con los que se viaja de una ciudad a otra), los "petit" son interurbanos. El precio lo regateamos bien, pero no debió quedarse muy contento el conductor, pues nos dejó en un punto bastante más cerca del que le habíamos indicado.

Road trip. En Marrakech alquilamos un coche, no sin antes regatear su precio haciéndonos los duros (ya salíamos para la calle cuando vinieron a buscarnos corriendo diciendo que aceptaban nuestra propuesta). Merece la pena conducir por Marruecos, aunque advierto que tiene la consideración de "actividad de alto riesgo". Por las ciudades apenas hay líneas (¿para qué si cada uno circula por donde mejor le conviene) y la adrenalina sube en el momento de entrar en una rotonda (pareces volver a la infancia montado en los coches locos). Por las carreteras, es una constante el encontrarte todo tipo de seres pululando sin rumbo fijo por el lateral del asfalto (no recuerdo ver ningún arcén): niños con mochilas yendo al colegio a cualquier hora del día, burros cargados con alforjas, personas en bicicletas, coches estropeados (o lo que te quieran contar, como contaré próximamente), grupos de mujeres con velo... Y por supuesto nos pusieron una multa por exceso de velocidad. Lo que más me llamó la atención es que fuera una mujer la policía (estábamos en una ciudad con muchos jardines conocida como "la pequeña suiza"), y en un perfecto francés nos comunicó que íbamos a 62 km/h (la velocidad máxima en ciudades es 40). No sé si por pena o porque conducía Guepardo, nos perdonó.

Autobús. Sin duda, el medio de transporte más surrealista de todo el país. En primer lugar, porque tú puedes tener la intención de ir a Chef Chauen, pero un cualquiera apoyado en la ventanilla puede decirte que no hay autobús para esta ciudad pero que él nos ofrece uno que sale para Tetuán, que es, según él, una ciudad mucho más bonita. El colmo de "lo que te quieran contar". Y en segundo lugar, porque una vez que ya estás montado en el autobús sin saber muy si estás en el adecuado (hay que fiarse de otro cualquiera que te lleva de un lado para otro y te cobra por subir las maletas al techo del vehículo), comienzan a subirse pasajeros sin control (parece que el "overbooking" es una práctica permitida en este transporte) y personas que aprovechan las paradas en las estaciones para en el mismo pasillo del autobús venderte pañuelitos o pedir limosna.

Vuelta en ferry. El viaje en barco es muy emocionante, sobre todo cuando hay mucho oleaje y las personas y las cosas apenas pueden mantener el equilibrio a bordo. Pero lo más gracioso es que los relojes en el puerto de Tánger señalaban una hora menos que la real. Por supuesto, "la que nos querían contar".

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Te iba a mandar esto por correo, pero bueno, voy a entrar en el juego...
Me encanta tu blog, no sólo esta entrada, claro, he tenido que leerlo entero :)
Supongo que depende mucho más de quién lo escriba que del sistema de comunicación en sí :P (que nadie se ofenda que no he leido ningún otro) y has conseguido que me enganche al tuyo... bueno, al blog en sí no, pero a las entradas del viaje a Marruecos seguro.
¿Sabes lo que le falta? Que en lugar de estar yo en mi despacho, Hanah viendo pájaros, Ballenato y Merche en sus respectivas casas y tú... a saber... estemos todos comentando las fotos y el viaje completo junto a un té

Cayetano Ruiz de Alarcón Quintero dijo...

yo me apunto a lo del té, ¿dónde y cuándo? (por cierto comparto la opiñón de Guep sobre tu blog, aunque no tengo la predisposición negativa que ella tiene hacia los blogs....)