Una vida sobre (2) ruedas

jueves, 27 de noviembre de 2008

Andar en bicicleta es una forma de vida en Amsterdam. Circular con vehículos de automoción es lo extraño. La cultura de las dos ruedas está muy extendida en todo el país, claramente favorecida por el hecho de que en toda Holanda no existe una sola cuesta; sin embargo, se trata de un país extremadamente lluvioso, aspecto que no es óbice para que los holandeses utilicen su bicileta para todo. Un chubasquero y se acabó el problema.

Uno de los objetivos del proyecto de clan en Amsterdam era el de comparar los carriles bici de la ciudad con los recientes de Sevilla. Lo cierto es que, dentro de su funcionalidad similar, son algo diferentes, pues en Sevilla suelen ir por la acera mientras que en Amsterdam tienen carril propio o van paralelos a la carretera. Aún así, en la capital holandesa todas absolutamente todas las calles cuentan con una vía para ciclistas. De hecho, nos propusimos visitar el campo del Ajax, en un barrio alejado del centro, y, aún desconociendo el camino, no tuvimos en ningún momento que circular desviándonos de los carriles bici.

Todo el mundo utiliza las bicis en la ciudad, y por ello quizás se den situaciones peligrosas en conflicto con los viandantes. Los turistas no están acostumbrados y se incorporan a los carriles sin percatarse de que los amsterdaneses circulan a velocidades endiabladas. Nosotros nos alquilamos las bicis por un día en las numerosas tiendas que ofertan este servicio (nada barato por cierto), que tienen la particularidad de ofrecerte bicicletas que frenan dándole a los pedales para atrás. No es difícil cuando te acostumbras, pero la falta de reflejos y la inercia del movimiento te provoca siempre frenar un poco más tarde de lo que piensas. Consecuencias: posibles saltos de semáforo y choques con coches, darte un encontronazo con algún peatón (vi cómo un ciclista tiró al suelo a una señora en la plaza Dam) o padecer en primera persona el encontronazo dado por otro guiri como tú inhabituado al sistema.

Por otro lado, no es seguro dejar tu bicicleta en cualquier lugar. En la tienda nos porporcionaron hasta dos candados diferentes (uno para bloquear la rueda trasera y otro para atar la delantera a algo) pues el robo es una práctica común en la ciudad. De hecho, en esta ciudad con tantas libertades hubo un proyecto de "bicis para todos", bicicletas pintadas de blanco (como símbolo de la paz) que se cogían en cualquier lugar y se dejaban donde quisieras cuando ya no las necesitases para el disfrute de otra persona. Esta especie de "comunismo bicicletario" (versión gratuita de los Sevici actuales), que se ha implantado con éxito en otros lugares como Copenhague, no cuajó porque pillos hay en todas partes, es decir, gente que las cogía, las pintaba de otro color y las vendía a saldo.

A pesar de ello, las bicicletas inundan la ciudad. Circulando o aparcadas en todos lados (de hecho, hay algunas que pueden llevar años en el mismo lugar sin que nadie las utilice). Una forma de vida excelente que por fin se está empezando a importar a España.

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