A lo largo de la historia, los británicos, por su condición de superpotencia mundial, han sido un pueblo propenso a la entrada de sus ejércitos en conflictos bélicos de todo tipo. Los "fregados" en los que se han visto envueltos son incontables, y la Royal Navy, por ejemplo, ha sido desde su creación la marina más poderosa del mundo (como bien sabemos los españoles tras la Batalla de Trafalgar). Los ingleses muestran con orgullo su supremacía bélica, y las referencias a un pasado de guerra se encuentran en cualquier rincón de sus ciudades. Portsmouth es un claro ejemplo de ello. Por la ciudad abundan las estatuas de soldados, y cada banco está dedicado a un almirante diferente. Pero sobre todo, la oferta museística de Portsmouth está claramente ligada a estos conflictos que son enaltecidos sin ningún pudor:
The D-Day museum (el museo del día D)
Se explica minuciosamente porqué se eligió Normandía, al norte de Francia, como inicio del ataque (por su cercanía a la gran isla); cómo se plantearon cinco ataques simultáneos (por el factor sorpresa) y alguno en otro lugar (para despistar); y cómo se consiguió movilizar a 7.000 barcos, 11.000 aviones y 156.000 hombres sin que el enemigo se diese cuenta (cifras que cuesta asimilar). Aunque todas estos datos previos son muy interesantes, quizás eché en falta que se hablara más de lo que pasó después del Día-D, pues la exposición se acaba y se te queda un regusto de más. Bueno, para eso me compré un libro en la tienda que me lo explicaba.
HMS Warrior
El barco tiene 4 plantas diferentes y está completamente restaurado. La superior tiene 127 metros de eslora, y sus tres mástiles dejan caer un sin fin de cuerdas en perfecto orden (algo así podríamos hacer para los campamentos). Bajando a la cubierta principal, se puede visitar el camarote del capitán (el más lujoso, claro), el del Master and Commander (¿no hay una película titulada así?), el cabrestante para levar las anclas (se dice que harían falta 176 hombres para subirlas) la cocina, y el arsenal bélico (cañones, rifles...). En la cubierta inferior se visitan las celdas de castigo, los estantes para los petates y los minimalistas cuartos de baño. Por último, un piso más abajo se llega a la sala de máquinas, donde se puede uno imaginar el calor que debía hacer allí dentro "a toda máquina".
Como documentos históricos, estos museos son una fuente de información esencial. Aunque, desde mi punto de vista, deberían dejarse de tanto orgullo y, tomando el ejemplo de Costa Rica (que no tiene ejército) concienciar más a los visitantes de la vergüenza que suponen las guerras sean del tipo que sean.
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