He adoptado como buena costumbre la lectura a posteriori de ciertos libros que tienen que ver con algunos de los lugares que visitov(lo hice con El corazón de la tierra, sobre las Minas de Río Tinto, y tengo pendientes los cuentos de Dickens que compré en su casa natal en Portsmouth). No podía ser menos con el Diario de Ana Frank después de conocer la casa donde ella y su familia estuvieron escondidos más de dos años en Amsterdam durante la II Guerra Mundial.
Este museo ha sido uno de los que más me ha marcado en mi vida. La historia de sus 8 ocupantes, perseguidos como bestias por irracionales que no pensaban como ellos, es estremecedora. Los Frank y otros 4 judíos tuvieron que refugiarse en la parte de atrás de la casa donde Otto Frank, el padre de familia, regentaba un negocio de mermelada y condimentos. Una simple puerta giratoria, camuflada detrás de una estantería, los separaba de un mundo de horror donde una guerra sin sentido (como todas) destrozaba personas, familias, vidas. En el museo se puede recrear la claustrofóbica impresión que dan las escasas 4 salas donde los 8 escondidos tuvieron que convivir durante tanto tiempo.
Pero si la casa impacta de por sí, la lectura del diario que Ana escribió durante esos dos años es sobrecogedora. En él sientes de verdad lo que estos judíos tuvieron que soportar. La convivencia en un espacio reducido en el que no puedes salir o no puedes hacer ningún ruido durante horas; la escasez de alimentos que afectaba al país y que se vivió en primera persona en la casa; la evolución de Ana, desde sus primeros relatos de niña rebelde a los últimos de adolescente madura; o los miedos por la entrada de ladrones o cualquier ruido que pudiera delatarlos. Dos años de sufrimiento que no sirvieron para nada, pues alguien dio el chivatazo y todos fueron aprisionados y mandados a campos de concentración, donde todos menos el padre murieron de enfermedad o inanición, con la crueldad de hacerlo a escasos dos meses del fin de la guerra.
Sus vidas se apagaron, pero las palabras de Ana se han conservado, y como dice Otto Frank, "para construir un futuro, es preciso conocer el pasado". Más de uno debería tomar buena nota.
La casa de atrás
viernes, 21 de noviembre de 2008
Publicado por Lince, viajero de culo inquieto en 23:09
Etiquetas: 015.Museos, 200.Europa, 212.Holanda, 801.Scouts
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3 comentarios:
Sabías que te lo iba a decir, ¡¡vaya foto plataneada!!
Gran historia contada por una excelente narradora de 14 años.
Un abrasote
hola lince,soy isbel!que bien leer tus opiniones sobre esta historia,trabaje en el musical que se represento aqui en madrid sobre anne frank,y desde luego fue bastante intenso,no he visitado la casa pero participar en aquel proyecto fue muy especial,un abrazo y sigue contandonos cosas!!
Hola Isbel, pues si te interesa el tema te recomiendo la visita a la casa. Es realmente impactante.
Me hubiera gustado ver ese musical, ¿no lo vais a volver a hacer?
Un besón
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