Ir al Tajo

domingo, 15 de marzo de 2009

El viernes, después del tajo, muchos se van a tajar; yo, prefiero irme al Tajo. Este fin de semana, gracias a la propuesta de alguno de los quetzales, he podido asistir a un curso de piragüismo en aguas bravas, algo inexplorado hasta entonces por mí, que sólo había remado en ríos o mares tranquilos. El curso se ha desarrollado en el recientemente creado Parque Natural del Alto Tajo, al sudeste de la provincia de Guadalajara, un entorno de bosque de pinos donde la empresa Enaltotajo enseña a diversos niveles cómo afrontar las variables corrientes del Tajo a su paso por el parque.

A tan sólo dos horas de Madrid se encuentra su sede, en el minúsculo (y no exagero) pueblo de Valtablado del Río, de tan sólo 7 habitantes. Juanto a las casetas donde guardan todo el material, los monitores nos explican conceptos esenciales de esta disciplina, parecida pero diferente en cuanto a técnica a los kayaks tradicionales. Para descender por aguas bravas es fundamental conocer cómo se comporta un río (su hidrotopografía), cómo existen lenguas principales de agua y contracorrientes a sus lados que hay que utilizar para poder descansar en la travesía. Cosas que, sentados en una mesa, nos cuesta entender.

Enseguida nos embuchamos en nuestros neoprenos, ajustamos nuestras piraguas y comenzamos la aventura. Junto a la base de un puente sobre el río, sin mucha fuerza, aprendemos cómo meternos en la corriente del río (la llamada "toma de corriente" y empiezan las caídas. En aguas bravas, el movimiento del cuerpo es fundamental, pues mueve la embarcación y ayuda a enfrentar el casco de la piragua a la corriente en la posición adecuada para no volcar. Si se vuelca, no hay que entrar en pánico: se recoge el material, se acerca uno a la orilla y se vacía el agua que haya entrado; sino, allí están los monitores para ayudarte.

Aprendimos la técnica del stop, que consiste en salir de la corriente que te impulsa hacia adelante con un movimiento rápido hacia una zona de contracorriente; este me gustó especialmente pues parece la que piragua derrapa en al agua y queda aparcada en la orilla. Enseguida emprendimos la marcha y comenzó la acción.

En aguas bravas las piraguas van muy rápido. Se coge el llamado "tren de olas" y te sientes como en una montaña rusa de agua con continuas subidas y bajadas. Pero eres tú el que pilotas, y si dejas de palear la embarcación puede virar y acabar bocabajo. No es peligroso, pero no se debe perder la calma. En el camino nos encontramos una dificultad: un tronco caído se encuentra en mitad del río, justo después de un salto de medio metro. En estas situaciones, los monitores recomiendan bajarse de la piragua y estudiar la situación. Si tras el peritaje no se ve claro, lo mejor es aplicar la regla número 1 (el "porteo" de la piragua) y superar por tierra el obstáculo; pero no era este el caso: tras el salto de agua, debíamos girar a la derecha y sortear el tronco. Muy divertido, pero la caída fue inevitable. No pasa nada: a vaciarla de nuevo.

El transcurso del Tajo por su cañón no presenta mucha dificultad, pero sí da pie a momentos muy divertidos de corrientes rápidas. En una de ellas, practicamos el Vac, otra técnica que consiste en curzar el río de orilla a orilla, pero no perpendicularmente a la corriente (pues no lo conseguiríamos), sino en paralelo y en sentido contrario. Divertido y difícil.

En total, estuvimos 3 horas que se me pasaron enseguida. Se me quedó corto y hubiera seguido mucho más. El curso era de dos días y sólo pude hacer uno por motivos de cobtrol. La experiencia ha sido muy positiva. Así que habrá que repetirlo en otra ocasión. Sin tajos ni rasgaduras, mañana lunes vuelvo al tajo. Pero espero volver pronto al de las mayúsculas.

PD: Por primera vez no uso en mi blog una foto mía o de algún compañero de viaje; las cosas de tener la cámara estropeada. Espero subsanarlo pronto.

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