Con la iglesia hemos topado

domingo, 19 de octubre de 2008

Taquilla del Monasterio de Guadalupe. Nos acercamos Ángela y yo para sacar las 50 entradas para que los viejitos visiten el santuario. El dependiente nos informa de que para los acompañantes sólo regalan una entrada, y por cortesía, y que la otra la debemos pagar. Nosotros, que ya lo sabíamos, le respondemos que por favor haga una excepción, pues no tenemos intención de visitar de nuevo el monasterio (yo ya lo he visto 6 veces) sino que vamos trabajando con personas mayores que tienen una movilidad reducida y hay que ayudarles en todo momento. Nos responde que son normas del prior. A nuestra propuesta de dividir el grupo en dos, para que cada uno de nosotros se reparta a 25 personas, nos sale con otra negativa pues las entradas gratuitas a los guías son a partir de 30 personas. Le pedimos con amabilidad que nos deje hablar con el prior para intentar hacer una excepción, pero nos responde con sorna que querer hablar allí con él es como ir a la Moncloa y querer hablar con el Presidente del Gobierno, y que además por un tema de 3 euros no se va a molestar. Así las cosas, y observando con indignación cómo nuestros viejitos se están dejando una pasta en la tienda de recuerdos, decidimos poner una hoja de reclamaciones ante esa actitud tan cutre.

Curioso que, justo al ir a entregarla al dependiente, nos salta con que el prior ya está disponible y que quiere hablar personalmente con la Junta de Andalucía para solucionar el tema (parece que no eran tan complicado hablar con el superior). Nosotros nos negamos, pues la reclamación la hemos puesto a nuestro nombre y no en el del ente autonómico. Ante esta postura, el dependiente nos amenaza con llevarnos a juico (¡por una hoja de reclamaciones!) y con este mal ambiente se tiene que quedar Ángela fuera y yo sólo con 50 personas mayores en una visita de hora y media.

No son ya los 3 euros de la entrada, es la cutrería de ver cómo nos vamos a dejar unos 400 euros entre entradas, recuerdos y donativos que hacen los señores, y que en la iglesia, con un claro afán recaudatorio, nos obliguen a pagar 3 míseros euros más por uno de los acompañantes (cuando en ningún otra visita los guías pagan). Estoy seguro que en algún lugar de la Biblia pone algo de ser austero en la vida. Algunos deberían plantearse ciertas cosas.

A la semana siguiente el mismo panorama pero con los papeles cambiados. Me quedo yo fuera y esto me da la oportunidad de darme un paseo por el pueblo. Y me doy cuenta de que Guadalupe es mucho más que su Monasterio (que, más allá de sus dirigentes, es una preciosidad). Su historia se va gestando en torno al crecimiento de su santuario, y lo hace con unas calles empinadas que salvan los desniveles del terreno. Pasear por ellas es una delicia, con hospitales de peregrinos que venían a adorar a la virgen (separados los de las mujeres de los de los hombres), restos de la muralla que se creó en torno al monasterio (aún quedan 4 de los arcos originales), y unas casas con soportales de grandes vigas madera y balcones plagados de plantas y flores, algunas de ellas correspondientes a una judería de la Edad Media.

Menos mal que me quedé con un buen sabor de boca de Guadalupe. Una pena que algunos se empeñen en manchar su nombre.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Es lo que tiene este rollo de sociedad del capitalismo, que hasta lo que se presupone debe ser austero, es tremendamente monetario.
Un besote
ro